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Sheila Blanco: «La asignatura de música es una maría por la misma razón que la de músico es una profesión de dudoso prestigio»

Suena la Badinerie de la Suite Nº 2 para Orquesta de Bach, mientras Sheila Blanco canta la biografía del músico alemán. En el algo menos del minuto y medio que dura la melodía, la cantante, compositora y periodista resume la vida y menciona algunas de las obras de la prolífica carrera del genial Johan Sebastian. La concisión es una de las claves de sus bioclassics. Lo adictivas que resultan es otra.

La pieza sobre Bach la estrenó en el programa La Ventana de la Cadena SER, en el que Sheila Blanco colabora. Al subirla a sus perfiles de redes sociales se convirtió en viral. Luego llegaron Mozart, Wagner, Debussy,  Beethoven o Brahms, músicos a los que Blanco también ha versionado cantando sus propias biografías.

 

 

Con tus biografías cantadas has descubierto a mucha gente, además de la vida de los autores, el nombre de ciertas sinfonías que todos conocemos, pero que no todo el mundo es capaz de identificar por su nombre. ¿Consideras que la culturilla general respecto a la música clásica es baja en nuestro país?

Sí, en general sí, aunque depende del país con que nos comparemos.

Y ¿cuál crees que el motivo?

La educación y la divulgación de la música clásica en los últimos 80 años en España, que creo que ha sido insuficiente y con un sistema muy anticuado, poco motivador y demasiado dirigido a colectivos elitistas.

 

Existen numerosas teorías sobre los beneficios que la música aporta a nuestros cerebros y, sin embargo, nunca se la ha tomado realmente en serio en los planes de estudio.  ¿Por qué crees que la asignatura de música ha sido tradicionalmente una maría?

La música es mágica, y sí, totalmente curativa y transformadora para el ser humano. Lo compruebo a diario en mí misma y en la gente de mi alrededor.

Creo que la música ha sido y sigue siendo una maría por la misma razón por la que ser músico en este país es una profesión de dudoso prestigio, de dudosa formación.

Falta educación, tradición en este sentido, valoración por parte del Estado, más cuidado a su convenio, una buena gestión. En definitiva, creo que falta cultura respecto a ella.

Volviendo a tus biografías cantadas, ¿cuál te ha resultado más difícil de componer ?

De los seis bioclassics que llevo hasta ahora el más difícil ha sido el de Wagner porque no tenía mucha melodía. Vamos, no tenía suficiente espacio para poder meter toda la información que deseaba. Tuve que resumir mucho y dejarlo en la mínima expresión.

Para los niños, pero también para los mayores, las bioclassics suponen una divertidísima forma de conocer a un artista e interesarse más por sus obras. ¿Te has planteado llevar más allá el potencial educativo de tus canciones?

Me lo estoy planteando cada vez más por el feedback apabullante que estoy recibiendo de profesores de conservatorio, de universidad, de las escuelas, de los padres e incluso de varias instituciones y medios de comunicación. Está siendo muy bonito y gratificante.

 

Has puesto música a las creaciones de algunas poetas de la Generación del 27. ¿Consideras que la música es también un gran altavoz de la poesía?

Totalmente. La música también tiene eso, vuelve todavía más accesible la literatura, la poesía. Yo, siendo música, tuve claro que mi manera de poder aportar a esta cuestión de justicia histórica era a través de la música, de la musicalización de los poemas.

Durante este confinamiento han sido numerosos los directos y las actuaciones de músicos, incluso orquestas y bandas en redes sociales. ¿Crees que la cuarentena ha corroborado el poder terapéutico de la música?

Sin duda alguna. La música alivia, relaja, cura: escucharla o cantar una canción, tocar un instrumento, silbar una melodía, bailarla… No podríamos pasar sin ella, por eso deberíamos cuidarla como el bien de primera necesidad que es.

Por Ximena Arnau

Ximena es redactora de Yorokobu y Ling

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