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La irreverente sorpresa de la magnolia bajo el rocío de la mañana. Parte 2

Hay varias cosas inevitables en nuestro devenir vital. La primera es mirar al váter después de haber terminado. Es entendible porque uno ha de asegurarse de que todo está en orden antes de cruzar la puerta del baño y adentrarse en ese salvaje mundo en el que la jauría social acecha y acosa. Vayamos a la guerra, sí, pero con el colon como Dios manda.
El segundo vicio del que cualquier ser humano es incapaz de desprenderse es el de tratar de ser lírico cuando uno trata de ponerle un nombre a algo. El ejemplo más claro es la mierda de titular que tiene este post. Es lírico, pero no original. No dice nada y no es gracioso. Pagaré por ello en algún momento de la vida, espero. Pero no es esa la historia que vengo a contar.
Los guionistas y directores de cine, a pesar de que, por su ocupación, deberían estar vacunados en contra de la pedantería gratuita, también se dejan llevar por la lírica vacua. Así, bautizan a sus películas con títulos imposibles o que, en el mejor de los casos, dificultan la definición argumental de los filmes.
A raíz de la publicación de las nominaciones para los premios de la Academia de 2015, The Shiznit pensó que había que ir con la verdad por delante y que había que ser sincero con el espectador. Por eso, han editado una serie de imitaciones de los carteles de las cintas nominadas, pero, esta vez sí, reflejando la verdad que albergan los guiones.




La colección completa de carteles se puede ver en The Shiznit.
Y para dotar a este post de la solemnidad que merece, hemos hecho un GIF de un redneck fumando y bebiendo cerveza delante de un compresor. El vídeo original lo hemos visto en Laughing Squid.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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