Hermes era, según Homero, ladrón, jefe de los sueños o espía nocturno. Más allá de las extrañas filias del dios olímpico griego, lo que nos ocupa tiene que ver con la mensajería, su propósito último. Para realizar su trabajo tiraba de precisión y excelencia en la oratoria. Eso no ocurre ahora. Los tiempos han cambiado tanto que en los mensajeros lo que se exige es rotundidad en el tren inferior. Eso ocurre al menos con los extraños heraldos que ocupan los huecos entre los coches de la ciudad. Son mensajeros y van en bici.
También en Madrid, la cooperativa Trébol acaba de cumplir 18 años. Se trata de seis personas que se conocían antes de comenzar con el negocio. «Éramos un grupo de amigos que solíamos realizar viajes cicloturistas con asiduidad y utilizábamos la bicicleta para desplazarnos por Madrid. En uno de nuestros viajes conocimos la actividad en Barcelona de nuestra cooperativa hermana Trèvol», explica Alberto Luego, uno de los cooperativistas. Pensaron que ellos también podían hacer de la afición de girar el piñón un trabajo que les diese de comer.
No utilizan exclusivamente la bici ya que también hacen repartos nacionales e incluso internacionales, pero esa es su actividad fundamental. «El reparto de pequeña paquetería y documentación entre empresas, organizaciones, autónomos y particulares, con carácter urgente dentro del entorno urbano de Madrid».
La bicicleta la llevaban puesta, por lo que solo necesitaron una línea de teléfono y un local comercial que está en Lavapiés y que comparten con otra cooperativa, Goteo-FixiDixi, que es tienda y taller de bicicletas. «Además, pertenecemos a distintas redes empresariales y de economía solidaria y social», explica Luengo.
El cofundador de Trébol piensa que su existencia no amenaza a las grandes empresas de mensajería. «No suelen tener servicios de entregas urgentes y funcionan más con rutas de un día para otro», declara. Sin embargo, ya hay algunas que han comenzado a ofrecer esta alternativa. «Queda por ver si es solamente una cuestión de imagen o realmente van a apostar por ella», apunta el mensajero.
Una de ellas es SEUR, que hace repartos en bicicleta o triciclo eléctrico en algunas ciudades como Barcelona, Alicante o Sevilla. «Invertimos en movilidad sostenible desde el primer momento en el que tuvimos a nuestro alcance opciones tecnológicas que nos permitieron optimizar el funcionamiento de nuestra flota mejorando el servicio que prestamos a nuestros clientes», explica May López Díaz, Responsable RSC de SEUR. A partir de 2006, comenzaron a utilizar vehículos y combustibles alternativos, y llegaron a tener «una flota ecológica compuesta por vehículos eléctricos, de Gas Natural y de Autogas, que van desde camiones, furgonetas, coches, motos, triciclos a bicicletas». Para la compañía, la bicicleta es un recurso más para ofrecer a sus clientes las alternativas más sostenibles, «pero no debemos de perder de vista la necesidad de poder dar servicio al total de la demanda de nuestros clientes», indica López Díaz.
El que piensa que no tiene nada para comenzar a buscarse la vida, solo tiene que mirar alrededor. Lo más normal es que exista alguien en el entorno que esté en la misma situación. Una bicicleta y un par de piernas es todo lo que hace falta para comenzar a pedalear. Lo demás depende directamente del sudor expelido. Y de los paquetes, claro.
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