La respuesta en el 99% de las ocasiones es que no. Y hay dos razones principales por lo que esto es así: las emociones pueden nublar el buen juicio y no podría perdonarse que algo saliese mal.
En el deporte uno no juega con la vida de las personas, aunque sí con una carrera profesional. En este caso, haciendo la misma pregunta a padres sobre si llevarían la carrera de su hijo en el mundo del deporte la inmensa mayoría responden: «¡Claro que sí! ¿Pero quién va a mirar por el bien de mi hijo más que yo?».
Existen muchos peligros que acechan a la carrera de un deportista que tiene el suficiente talento como para estar en la élite de su disciplina pero el mayor de todos es el del padre que pretende hacerse cargo de la carrera deportiva de su hijo. Es una ironía muy cruel, porque normalmente ese mismo padre es el que ha hecho que su hijo llegue al nivel donde puede ser considerado un ‘futurible’ en las categorías inferiores y que en su entorno se hable de su hijo como una referencia. Pero es justo en ese momento cuando suelen empezar a torcerse las cosas.
La vida de un deportista de élite es espectacularmente dura y muchas veces requiere asumir unos riesgos, realizar unos esfuerzos y someterse a unos sacrificios que un padre probablemente no aceptaría para su hijo. Por otro lado, el desconocimiento de lo que requiere llegar a la cima, de lo que implica el concepto de ‘carrera deportiva’, de cómo funciona el ‘negocio’ del deporte, de los avances, de las posibilidades, de las tendencias, de la parte política, jurídica, fiscal o de marketing aumenta seriamente las posibilidades de tomar malas decisiones. Si a esto le unimos la realidad de que, normalmente, la carrera deportiva de un atleta es corta… el impacto de las malas decisiones suele ser mortal.
Un padre nunca puede dejar de serlo y dejar las emociones a un lado no suelen ser fácil cuando se trata de la carrera de un hijo. Y menos si no se está preparado (que suele ser el caso) para hacer ese trabajo.
La función del padre es la de ayudar a su hijo a encontrar su ‘Elemento’ (donde su talento se encuentra con su pasión, según Sir Ken Robinson). Una vez allí, su misión es apoyarle a desarrollarlo (practicar con él cuando es pequeño y es útil para hacerle mejorar, llevarle a entrenar, a jugar, a ver competiciones…) y asegurar que la pasión por lo que hace se mantiene. A partir de cierto nivel y compromiso por parte del deportista, la misión del padre es buscar a los mejores profesionales para que le ayuden y seguir ejerciendo de padre. Le seguirá necesitando mientras compita y cuando deje de hacerlo. Pasar de ahí, es aumentar exponencialmente las posibilidades de tomar decisiones equivocadas.
Procter & Gamble lanzó un vídeo durante los pasados Juegos Olímpicos de Londres que define muy bien el papel de las madres en la vida de un deportista: Simplemente ser madres.
Foto de mikebaird bajo licencia CC
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