Alfonso de Anda es un tipo normal. Tan normal, que se está convirtiendo en un creador extraordinario. A este mexicano de 24 años no le gusta el concepto de artista bohemio, tampoco le van los que se las dan de divos, ni los encorbatados, ni los que la gente considera mesías. Quizás sea ese el ingrediente secreto de su talento. Él solo pretende que el arte contemporáneo se reconozca “una profesión como cualquier otra”. Una convicción que le transforma en el reivindicador perfecto de los artistas de su generación. “A veces me dicen: ¿tú qué haces, dibujitos?”, se exaspera De Anda. “Pues sí”, responde cuando escucha esa cuestión.
Ni tan siquiera ha terminado la carrera de Diseño Industrial y este creador “multidisciplinario”, como él mismo se denomina, ya tiene un currículum que incluye publicaciones independientes, fanzines, encargos de grandes marcas, proyectos con agrupaciones culturales como Taller México, sillas como conferenciante en talleres de creación, libros infantiles, y hasta una Sociedad Secreta, proyectos para los que cuenta (en varios de ellos) con su compañero y “referencia” Raúl Pardo.
Su fuerte es la ilustración, pero se niega a quedarse en eso. “También hago intervenciones urbanas, composiciones visuales, fotos, vídeos, diseños…”, desglosa sus especialidades. El caso es que no es exactamente lo que hace lo que le convierte en un faro para los nuevos creadores, sino las ganas que le pone al hacerlo. “Me gusta demostrar que el arte sí es una carrera formal, y que cada vez hay más personas que nos aprecian como verdaderos profesionistas”, afirmaba para la publicación Cool Hunter MX tras intervenir como conferenciante en el evento CODEX, donde hablaba para jóvenes sobre el diseño y la ilustración.
“El cliché de que un artista tiene que vivir sin dinero y perreado está arraigado, pero eso hay que cambiarlo. Es una profesión”, se harta de reivindicar. Por eso le molesta tanto cuando alguien le dice que le haga un dibujito para mostrarlo y que lo vea la gente. “¿Acaso yo voy al dentista y le digo que me saque una muela gratis para que yo le enseñe a los demás lo bien que lo hace?”
Se podría decir que es un guerrillero de lo suyo, quizás por eso nunca le falta un toque provocador en sus obras. Hace poco tuvo que hacer un vídeo a modo de solicitud de ingreso en la residencia artística Ghostshrimp (Vermont, EE UU), un taller de creadores con visos de retirada espiritual que organiza el creador de Adventure Time (caricatura transmitida en Cartoon Network) y que solo admite media docena de integrantes anuales de entre el medio centenar que aplica para ello.
A De Anda se le ocurrió entonces que haría algo intencionadamente “aburrido”. Encendió la cámara, se sentó a una mesa y comenzó a beberse lentamente una taza de té con leche durante varios minutos. El observador espera que algo pase. Ese momento se demora interminablemente. Ahora De Anda está haciendo las maletas porque le han admitido como integrante de la residencias.
Atrás quedaron los dibujos de Mortal Kombat que realizaba de niño, sus “de mayor quiero ser caricaturista”, los esfuerzos que tuvo que hacer para convencer a su familia de comerciantes de que su camino era el arte, y siete años en el comienzo de esta trayectoria.
Ahora habla un profesional. Como manual de instrucciones para los que piensen como él piensa, imparte tres puntos. “1. Creer en ti mismo; 2. Practicar, porque el arte es un deporte que cuanto más lo haces te sale mejor y más satisfecho estás; y 3. Contactar con quien puedas porque los grandes artistas son gente normal que te puede ayudar y no seres divinos inalcanzables”.
Como joven de 24 años le gusta el skate, está pensado en emanciparse y ha tomado una decisión adulta: “Me costeo mis gastos, pero he decidido no hacerlo trabajando de mesero en cualquier lado, como hacen otros muchos chicos, sino solo con mi arte. Porque ese es mi trabajo”.