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Simboliza y la democratización del rito

Sergio y Marta se miran a los ojos mientras se recitan mutuamente versos cargados de promesas de amor. Van íntegramente vestidos de blanco, igual que los 80 invitados que llenan la sala, blanca también, un espacio artístico en el barrio de Lavapiés. Conduce la ceremonia Esteban, un afable argentino, terapeuta gestáltico, quien va guiando a los contrayentes a través de los cinco elementos que simbolizan la unión: agua, tierra, fuego, aire y éter. A continuación, serán los invitados los que expresen sus deseos de felicidad a la pareja. Un canto colectivo cierra la sencilla y prolija ceremonia.

No se trata de una boda al uso, ni siquiera de una boda, sino de una “unión de almas”, en el argot de Simboliza, una organización de almas libres que se define como laica pero se resiste a abandonar los ritos de paso que en las sociedades tradicionales jalonaban la vida de una persona y que, o bien han sido progresivamente aparcados en nuestra sociedad o bien han sido detentados por la Iglesia católica, institución en claro y prolongado declinar en España.
“Tenemos que recuperar los ritos de paso y también poner energía en nuestras casas para acoger las celebraciones”, exclama Ignasi Vendrell, aglutinador del variopinto colectivo que integra Simboliza, que ya tiene representantes en todas las comunidades autónomas. La Unión de Almas sólo es una -con certeza, la más popular- de las múltiples ceremonias que ofrece Simboliza y que van desde la Bienvenida al Mundo (equivalente al bautizo cristiano) hasta la Despedida del Cuerpo (funeral), pasando por otras más inusuales, como la Aceptación o la Vuelta a la Individualidad, fórmulas políticamente correctas para referirse a la salida del armario y al divorcio, respectivamente.
Cada una de las 16 ceremonias que brinda Simboliza puede realizarse siguiendo diversas tradiciones espirituales del mundo, desde una boda (perdón: unión de almas) bajo el rito hindú hasta un Enraizamiento (en torno a la edad de la Primera Comunión) de tintes celtas. Estas modalidades han sido elaboradas minuciosamente por antropólogos conocedores de estas tradiciones. Los celebrantes tienen dos opciones: solicitar los servicios de Simboliza o bien pedir la “plantilla” que describe la ceremonia en concreto, y llevarla a cabo autónomamente, con su propio círculo de alllegados, y adaptando la ceremoniaa los deseos de la familia.

Esta opción es la que eligieron Ian e Igor para dar la bienvenida al mundo a Aiur, en una emotiva ceremonia conducida con gracia y desparpajo por una amiga de la madre, que cantó para su bebé, de sólo 4 meses. ¿Sabía Aiur de que aquel gran círculo de amigos estaba allí por él? “Yo creo que lo pilló al vuelo –dice Igor, el papá- Estaba encantado, feliz y muy receptivo”. Por su parte, Ignasi está convencido que en el momento se siente arropado por su tribu, también cuando crezca y vea las fotos y los vídeos de aquel momento”, dice Vendrell, que rehúye de la etiqueta de líder de Simboliza y prefiere atribuirse el rol de “tramoyista”.
La “tribu” de Igor, Ian y Aiur no está sola: el 55% de las parejas ya NO se casa por la Iglesia (152.000 matrimonios civiles al año) y el 50% tampoco bautiza a sus hijos (lo que deja unos 224.000 niños sin bautizar cada año). Esta enorme “cuota de mercado” es la que pretende “conquistar” Simboliza, aunque ambos términos -utilizados profusamente por Ignasi Vendrell- no sean los más apropiados para definir los objetivos de la organización por una simple razón: Simboliza no tiene ánimo de lucro. Cada ceremonia tiene un precio único de 300 euros que se divide a partes iguales entre los celebrantes o facilitadores -que llevan a cabo no menos de tres ensayos con la familia antes de la ceremonia- y la organización, para sufragar su infraestructura.
El rol de Simboliza se limita a la organización de la ceremonia, insiste Vendrell: “No pretendemos ofrecer servicios adicionales de catering, flores o regalos. Ése no es nuestro objetivo”, remata.
En la página web de Simboliza puedes ver los vídeos y fotos de las ceremonias celebradas hasta la fecha.
Ilustración: Juan Díaz Faes

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