Imaginemos esta escena: María, una joven de 22 años, se hace un selfi tumbada en la camilla de un hospital. Aparece pálida y ojerosa, con varios goteros colgando de un soporte metálico a su lado. A la foto le acompaña un texto que narra su terrible experiencia tras ser ingresada de urgencia por un fuerte dolor abdominal. La publicación se llena rápidamente de comentarios: amigos y familiares de María le transmiten ánimo y buenos deseos para su recuperación.
Situaciones así, que hasta hace poco quedaban circunscritas al álbum familiar, se han vuelto habituales desde la eclosión de las redes sociales. La sobrexposición de enfermedades es el caldo de cultivo perfecto para trastornos como el síndrome de Munchausen, un tipo de trastorno artificial en el que las personas fingen estar enfermas con el fin de asumir el rol de paciente y obtener atención.
El nombre del síndrome procede del barón de Münchhausen, un personaje ficticio basado en un noble alemán Hieronymus Karl Friedrich von Münchhausen, que se hizo popular por los relatos inverosímiles sobre sus aventuras y hazañas con las que trataba de adornar su vida.
Antes de analizar cómo se manifiesta este síndrome en el entorno online, repasemos sus rasgos definitorios en el ámbito de la medicina tradicional:
A esta clasificación deberíamos añadir las nuevas tipologías de pacientes que ha traído internet en los últimos años:
Son aquellos que en sus redes sociales simulan padecer todo tipo de dolencias, narrando con pelos y señales sus crisis, la medicación recibida o los episodios vividos en urgencias.
Su objetivo: cosechar likes, muestras de apoyo y condolencias digitales de otros usuarios.
Otra variante es la de sujetos que llegan a provocarse lesiones reales o distorsionan selfis para hacer creer que sufren enfermedades inexistentes. Sus historias engañosas se hacen virales con facilidad.
La simulación online de enfermedades también permite a algunos usuarios iniciar campañas solidarias y recoger donaciones para costear tratamientos médicos ficticios. Se lucran así del engaño y la falsa empatía.
Numerosos expertos coinciden en señalar que vivimos una auténtica epidemia de este tipo de trastornos ficticios propagados a través de internet y redes sociales.
Esto se debe a diversos factores:
En la siguiente tabla podemos ver ejemplos de los diferentes perfiles de enfermitos virtuales y las motivaciones subyacentes en cada caso:
Tipología | Motivación | Ejemplo |
---|---|---|
Simulador de enfermedades | Necesidad de atención y reconocimiento | Usuario que cuenta en un foro cómo el cáncer le ha hecho perder 22 kilos en 3 meses |
Manipulador de selfis | Deseo de volverse viral | Selfi con un brazo lleno de sangre tras una supuesta caída |
Estafador crowd-funding | Codicia económica | Recauda 65.000 € para una operación urgente, pero desaparece después con el dinero |
Como vemos, las motivaciones que subyacen en cada caso son diversas, pero todas comparten ese afán desmesurado de reconocimiento y atención.
Más allá del evidente perjuicio que causa a familias y profesionales médicos, el síndrome de Munchausen digital puede tener graves derivadas.
Banaliza el sufrimiento real de quienes sí padecen enfermedades terminales al convertir algo tan serio en una mera estrategia para ganar atención en redes sociales.
Asimismo, crea desconfianza en las personas hacia aquellas peticiones de ayuda que sí son genuinas, pues el engaño repetido hace que pierdan fe en este tipo de llamamientos.
En casos extremos, también puede derivar en que el propio sujeto se autolesiones realmente si siente que debe estar a la altura del personaje y la enfermedad que ha fingido online durante tanto tiempo.
Por otra parte, los estafadores se lucran sin escrúpulos de la buena voluntad y el trabajo de otras personas aprovechándose de falsas historias lacrimógenas.
Y para rematar, si finalmente se destapa y descubre la farsa, es habitual que el sujeto responsable sufra un gran ostracismo social al verse desacreditado públicamente, algo muy difícil de sobrellevar para la salud mental.
Los expertos coinciden en la necesidad de tomar medidas globales para frenar la expansión del síndrome de Munchausen y sus variantes digitales.
En primer lugar, es fundamental fomentar el pensamiento crítico en redes sociales, evitando compartir a la ligera cualquier contenido emocional sin antes analizarlo con detenimiento. Del mismo modo, no deberíamos en ningún caso alentar aquellos comportamientos que trivializan enfermedades graves con el único fin de obtener autosatisfacción.
Asimismo, se vuelve crucial denunciar campañas fraudulentas para que las plataformas procedan a bloquear a los estafadores. Y en caso de detectar simulacros evidentes de enfermedades, lo recomendable es derivar esos casos a especialistas para que reciban un abordaje terapéutico temprano.
Otra medida importante es no interactuar en ningún caso con el contenido de un enfermito virtual una vez ha sido detectado, pues hacerlo solo conseguiría reforzar su conducta.
Por último, los expertos enfatizan en la necesidad de crear conciencia social sobre este síndrome para que tanto familiares como allegados sepan identificarlo y ayudar, así, a su detección precoz.
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