Andrés Arregui se doctoró en Química y comenzó a investigar en laboratorios. Lo que ocurrió es que un día convirtió una afición, su filia por la bicicleta, en un punto fijo en el horizonte, un lugar al que dirigirse. Cambió tubos por tubulares y cadenas de ADN por cadenas, a secas. Arregui se convirtió en un Espíritu Libre y ahora se dedica a la fabricación artesanal de bicicletas.
La historia se repite con frecuencia. Con todo, debería repetirse con aún más profusión. De pronto, con o sin explicación aparente, alguien decide cambiar el rumbo de su vida y dedicar sus horas a algo que no estaba previsto en el maestro plan inicial. Por algún motivo, Andrés Arregui sintió la necesidad de hacer, específicamente, cuadros de bicicleta. El impulso era imparable, así que Arregui trató de encontrar a las escasísimas personas que se dedican a ese oficio en España y aprendió de ellos todo lo que pudo.
No fue todo lo que necesitaba, pero sí lo suficiente como para pedalear solo. Comenzó así con su propio negocio en el centro de Madrid. Empezó, de esta manera, a crear cuadros a medida en Ciclos Noviciado y se convirtió en lo que Sol considera que es el ejemplo perfecto de un Espíritu Libre, alguien «fiel a sí mismo por encima de todo y de todos. Pura actitud frente a la vida, personas capaces de dejar todo en busca de un sueño».
El sueño del exquímico se vincula a un soplete, a las herramientas para trabajar el metal, a la precisión y paciencia de alguien que tiene que crear, con sus propias manos, objetos equilibrados, esbeltos, bellos y que entrarán en contacto armonioso con una persona que hará girar los pedales.
Acostumbrado como estaba a trabajar mediante la rígida mecánica del método científico, cuando Arregui entra en el taller deja mucho margen de maniobra en manos de la heurística y aplica la filosofía del ensayo y el error. Sobre todo, como él explica, «muchos errores, muchos errores, más errores». Quizá ese sea uno de los métodos más efectivos para encontrar lo que a uno le hace feliz: errar en los procedimientos hasta dar con lo que de verdad te saca la sonrisa.
El maker dice que se ve, en el futuro, haciendo lo mismo. «Cada bici es distinta y, por eso, siempre estás haciendo cosas nuevas». Con esas premisas, es difícil caer en la monotonía. Ahora, como Espíritu Libre, servirá de inspiración a más personas que se hallen en esa búsqueda, la de una vida plena e intensa.
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Un Espíritu Libre a piñón fijo
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