Oda al sombrero de paja: arquitectura nómada de quita y pon

Refugios ponibles que regalan sombra en cualquier momento y lugar, accesorios símbolo del verano que se llevan sobre la cabeza para protegerse del sol y transforman de inmediato cualquier look (llevados con grandes gafas de estilo retro evocan atmósferas veraniegas de antaño. Con un caftán recuerdan destinos exóticos, mientras que con camisas de lino vaporosas y pantalones de sastre ligeros se convierten en el símbolo del casual chic), los sombreros de paja ya no son solo funcionales, sino que se han convertido en magníficas arquitecturas nómadas para las que la función primordial, proteger del sol, ha pasado a ser casi una circunstancia secundaria. Historia, artesanía y glamur El sombrero de paja presume de una larga historia y de un sinfín de variaciones. Ya en el antiguo Egipto, la paja y otros materiales naturales como el cáñamo, la rafia y el yute se tejían para crear los sombreros que llevaban los agricultores y pescadores para protegerse del sol abrasador. Por otra parte, en China y en los países del sudeste asiático, los trabajadores de los arrozales utilizaban sombreros cónicos de paja para protegerse de las inclemencias del tiempo, mientras que, en Japón, los llevaban los caminantes y los samuráis errantes. En Vietnam, este tipo de tocado se asocia, en cambio, a una deidad que, según la leyenda, descendió del cielo durante una tormenta torrencial con un gran sombrero hecho de cuatro hojas de bambú para proteger a su pueblo, y en América, los pueblos indígenas experimentaron con la paja y otras fibras vegetales. En la Europa del siglo XV el sombrero de paja era un accesorio puramente masculino, pero pronto empezaron a llevarlo también las mujeres (como demuestran las pinturas de los siglos XVIII y XIX, que representan a mujeres con elegantes vestidos y sombreros de paja de todas las formas: casquete, de alas anchas y adornados con flores y cintas). La alta sociedad se interesó cada vez más por las actividades al aire libre y, en la Francia dieciochesca, el sombrero de paja respondió a la necesidad de un vestuario estival renovado, contribuyendo a redefinir el concepto mismo de elegancia: las alas se ensancharon (se popularizó el bergère o sombrero de pastora) y los modelos se decoraron con flores, cintas y lazos. A lo largo del siglo XVIII, el sombrero de paja era ornamental y estaba muy de moda —los modelos fabricados en Florencia figuraban entre los suvenires más codiciados por los nobles que realizaban el Gran Tour italiano—, pero la Revolución francesa y el siglo XIX después impusieron un estilo más funcional. La libertad de movimientos se convirtió en primordial y hasta las clases nobles repudiaron la opulencia. Por encima del bergère de ala ancha se prefería el sombrero poke, un modelo femenino con forma de campana y reborde saliente, atado bajo la barbilla con una cinta. El perfecto aliado del bikini El siglo XX representa un punto de inflexión. En la década de 1930 el sombrero de paja alcanzó la cima de su éxito cuando, gracias a su silueta sencilla y elegante, se convirtió en el complemento perfecto del bikini, revolucionando tanto el estilo playero como las fiestas junto a la piscina de la jet-set internacional. Las alas de los sombreros de paja se volvieron otra vez anchas, añadiendo encanto y misterio, y todas las divas empezaron a lucirlos, desde Sophia Loren a Brigitte Bardot. Los sombreros de paja, desde el clásico canotier a diseños de ala ancha o XXL de inspiración mexicana, eran parte del dress-code vacacional de la actriz francesa. El ligero tocado se convirtió de inmediato en un accesorio imprescindible y en el emblema del estilo casual-chic. Art & Object: de lo funcional a la pieza artística Los sombreros de paja, quintaesencia del espíritu sofisticado y vacacional ligado al estilo de vida mediterráneo, han sido reinterpretados a lo largo de las décadas por numerosas casas de moda, convirtiéndose, en algunos casos, en magníficas arquitecturas nómadas y ponibles. Así lo demuestran las escultóricas creaciones de Eliurpi o de Jaquemus, que combinan moda, arte y funcionalidad. «El sombrero es más experimental, te permite hacer cosas más especiales. Sin límites», afirma Elisabet Urpí, cofundadora de la marca Eliurpi junto a Nacho Umpiérrez. «En un principio, creábamos nuestros sombreros a partir de moldes antiguos, recuperábamos formas y las actualizábamos. Ahora combinamos moldes antiguos con moldes nuevos que hemos hecho nosotros», explica Urpí. De sus palabras se desprende, en general, que no han cambiado en muchos casos los materiales ni los procesos, y que los sombreros de paja siguen fieles a la tradición. Pero ¿estos sombreros se pueden llevar? Hay sombreros que provocan asombro y luego interrogantes. De hecho, en el caso de Eliurpi, hay clientes que, junto con el sombrero, compran también el soporte de hierro, para poder colocarlo en casa y que forme parte de la decoración. Pero no cabe duda de que, hasta en las formas más dispares, estas nuevas piezas artísticas y atemporales representan aún hoy el lugar ligero y fresco donde entregarse a un merecido descanso, la alcoba perfecta en la que esconderse y protegerse (incluso de miradas indiscretas) bajo el sol. O, simplemente, una manera de expresar el propio estilo con ironía, jugando con las formas y los tamaños.