Era época de exámenes y la joven estudiante Ana Macías estaba tan agobiada por todo el estrés que le generaban que cogió una libreta y empezó a dibujar. Estaba cursando 2º de Periodismo en su Gandía natal y necesitaba encontrar un escape para tanta presión. En su cabeza se habían fijado firmes los trabajos creativos de una de sus artistas favoritas, Wasted Rita, y quería emularla. Así que, entre garabato y garabato, Macías escribía mensajes en inglés subiditos de tono. Total, quién lo iba a leer si no era ella misma…
Pero cuando sus amigos vieron aquellos dibujos y aquellos mensajes le animaron a subirlos a Instagram. Al principio se mostró reacia. «¿Instagram?, ¿cómo voy a subir aquí mis cosas?», se decía. Al fin y al cabo, lo que ella dibujaba «no tenían ni chiste, eran cosas que se me ocurrían». Las ilustraba solo con el ratón porque no tenía ninguna herramienta mejor.
«Y ni sé qué programa usaba porque no tenía ni Photoshop. Lo hacía todo superrudimentario». Pero les hizo caso y las subió. Le cogió gusto a la cosa al ver que atraían la atención de seguidores y acabó cambiando de estilo. «Me pasé al español porque no sé inglés (no sé qué hacía subiendo cosas en inglés), hasta llegar a lo que estoy haciendo ahora, así que he cambiado bastante».
HOLA, SOY CARDO
Ana Macías es Soy Cardo en Instagram, pero no fue ese su primer seudónimo, sino Soy la Macías. Era su manera de demostrar lo fan que era de María Valverde, quien se hacía llamar Soy la Valverde. Pero cuando le concedieron la beca Sicue, se trasladó a Madrid para acabar la carrera. Fue entonces cuando quiso buscarse un nombre artístico y acabó llamándose Soy Cardo como una manera de reapropiarse de las burlas de sus compañeros de colegio cuando la llamaban Anacardo.
«Pero tampoco es algo que me flipe, es como un seudónimo que me tuve que poner y ya está. Hoy me pondría otro. No me gusta nada, pero bueno, ya no lo puedo cambiar porque en Google estoy así. Muchas veces se creen que soy un chico y que me llamo Ricardo».
EMPEZAR A APRENDER
Para aquellas primeras viñetas con su nuevo personaje, Macías se inspiraba —como sigue haciendo todavía— en su propia vida. «Porque soy una persona que se agobia con mucha facilidad; pero yo no agobio a la gente, me agobio yo y hago la gracia de eso. Así que uso mi vida o cosas que le pasa a la gente de mi entorno. Es muy autobiográfico todo; de hecho, me dibujo yo. ¡Qué egocéntrica, pero sí!».
Cuanto más dibujaba, más se daba cuenta de lo que tenía que aprender. Cierto pundonor la llevaba a querer mejorar ahora que lo empezaba a petar en redes. A aquel primer estilo lo define como «cutre». «Primero hacía las fotos (creo que con una cámara digital) y las subía. Luego pasaba las fotos y como no tenía tableta ni nada, con el ratón repasaba todo. Imagínate el pulso que yo tenía, porque para repasar las líneas con el ratón… Yo no sé ni cómo dibujaba», recuerda ahora entre risas.
Lo primero que aprendió fue a usar Photoshop, pero «lo aprendí con tutoriales de YouTube porque no tengo formación de programas. Lo que necesitaba saber lo buscaba, lo hacía y ya está. Al final me compré una tableta y todo mejoró. Pero uso Photoshop, ¿eh?, que los ilustradores usan Illustrator. Es que yo soy de otro estilo, no es algo supertécnico. Me gusta ir aprendiendo sobre la marcha».
Acabada la carrera, encontró trabajo como copy en TanTanFan. Lo de escribir era algo que ya hacía desde niña, una faceta creativa más que le encantaba y que llevaba en cierto secreto. Y fue entonces cuando le llegó la oportunidad de trabajar como becaria en Yu, no te pierdas nada. «Como era mi sueño en aquel entonces entrar ahí, dejé el trabajo para empezar de becaria. Al final, me cogieron y llevo ahí 5 años». Se refiere a la productora Animal Media.
Para entonces, Soy Cardo ya tenía un nombre en Instagram, pero aún no se planteaba vivir de ese personaje. «Fue sin pretenderlo. Soy una persona que siempre me ha gustado hacer muchas cosas creativas a la vez. No solo dibujo, hago más cosas, y en aquel momento hacía reportajes, hacía mil historias. Y esta era una cosa más, yo no la veía como algo que se pudiera convertir en mi profesión ni nada, simplemente iba haciendo y, de casualidad, me llevó a que me pagaran por eso. La primera vez que me pagaron dije “¡ostras, qué fuerte!”. Yo no sabía ni lo que se pedía. Iba aprendiendo sobre la marcha. Sin buscarlo, me llegó».
EL PROCESO DE TRABAJO
Desde la pandemia, Ana Macías teletrabaja desde su casa. «Para mí, el teletrabajo es lo mejor. No me gusta el curro de funcionaria, no quiero estar en una oficina. Y si estoy en casa, estoy yo sola, curro más rápido, me concentro más…».
Se sienta en el salón de su pequeño apartamento frente a una mesa en la que coloca su ordenador. «Siempre tengo que currar sentada. Ojalá pudiera hacerlo tumbada en el sofá, pero ahí no puedo dibujar. Y siempre en mi casa. Si me voy a casa de mis padres, me cuesta adaptarme por temas de inspiración. Como siempre creo en este sitio, las cosas se me ocurren en mi casa. Cuando me cambio, me lío un poco. Tardo en adaptarme».
La inspiración, cuenta, le llega por la noche, algo que le crea ciertos problemas porque no puede dormir. No sabe explicar por qué, pero antes de irse a la cama es cuando su mente se activa más. También le ocurre nada más levantarse. «Son momentos en los que estoy más inconsciente y me juzgo menos. Por la mañana, estoy más normal y estoy más activa. Es cuando la mente se me desactiva un poco cuando soy más creativa».
«Aunque me inspire en mi vida, si yo tengo que crear algo y no se me ocurre nada, voy al ordenador y consulto en Google Images. Por eso necesito que me deje tener mil pestañas abiertas. Viendo imágenes se me ocurren cosas. Necesito muchas pestañas abiertas a la vez para que se me ocurra una idea», explica sobre su proceso de trabajo.
«También necesito una tarjeta gráfica potente por el tema de los colores. En cada pantalla se ve distinto, y cuando curras, tienes que ver que sea lo más fiel a como se va a ver en otras pantallas y como la gente lo va a ver. En los ordenadores que tenía antes no se veía bien, y al verlo en Instagram o en el móvil de mis amigos no se veía igual; como que ese color no era el que yo había elegido. Y para mí los colores son superimportantes. Soy muy maniática con que se vea el tono pastel correcto, que sea todo RGB y brillante».
Por eso considera al LG gram una eficaz herramienta de trabajo y el portátil más portátil. «Lo que me ha sorprendido es que no pesa nada. Para la fase de pensar ideas, que tengo que escribir en un Word, puedo estar en el sofá tranquilamente con el portátil y no me molesta. Es muy cómodo», comenta Soy Cardo. No solo es ultraligero (1,4 kg), sino que, además, ofrece una autonomía de hasta 11 horas. Su pantalla profesional permite trabajar con contenido 4K UHD con máxima fluidez con un ratio de aspecto 16:10. Con un gran rendimiento y conectividad, es tan potente que permite llevar a cabo varias tareas simultáneas ofreciendo el máximo potencial en cualquier lugar.
LG gram cuenta con un diseño ultracompacto gracias a sus marcos más finos con los que consigue que en la carcasa de 15,5″ se implemente una pantalla de 17». Además, en su mejora del diseño, incorpora una bisagra invisible que lo convierte en un portátil más elegante y funcional. También resulta cómodo para trabajar porque cuenta con una nueva camara FullHD con sistema infrarojo de reconocimiento facial compatible con Windows Hello, un nuevo Touch Pad más amplio y preciso, y un teclado con retroiluminación donde se ha mejorado el tamaño y el recorrido de las teclas.
Y algo muy importante cuando el trabajo, como el de Soy Cardo, requiere concentración: es muy silencioso y uno de los más eficaces térmicamente del mercado gracias a la optimización del sistema de ventilación, que permite mover un 50% más de caudal de aire que generaciones anteriores, con un nivel de ruido de solo 25dB.