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Stabri: This puppet is made for travelling


Hasta a Ángel Téllez, uno de sus creadores, le resulta difícil definir a Stabri, el muñeco global. “No es ni un hombre ni una mujer. Pero es como un hombre o una mujer que es capaz de aventurarse y viajar solo por el mundo”. Entonces ¿es un niño? “No es un niño ni una niña pero comparte con ellos la curiosidad y el deseo de conocer todo lo que les rodea”.
Strabri nació poco antes del boom de las redes sociales. Pero el muñeco le debe mucho tanto a Tuenti, Facebook y a Twitter. Gracias a ellas y a su web ha podido viajar a más de 15 países, visitar 55 ciudades y recorrer más de 20.800 Km. Lo cual no está mal para una iniciativa cuyo único propósito, según sus responsables, es “demostrar hasta dónde pueden llegar los lazos que se crean a través de Internet”.
“Si no hubiera sido por las redes sociales nos hubiera hecho falta una buena inyección financiera para poner en marcha el proyecto”, confiesa Téllez.
Por suerte para Stabri las redes sociales siguen creciendo y entre los millones de usuarios de éstas los hay que están dispuestos a invitarle a viajar con ellos. O simplemente a pasar unos días en su casa. Solo tienen que proponérselo.
“Es el compañero ideal para los viajes, calladito y siempre está de acuerdo en las decisiones difíciles. El saber que un montón de gente va a estar pendiente de tus aventuras hace que tu viaje adquiera una nueva dimensión. Hasta el punto que al abrigo de los viajes de Stabri hemos abierto una red de rincones del mundo donde cualquiera puede subir sus sitios preferidos”, añade Ángel Téllez.
Aunque Stabri también tiene sus manías. “Le encanta que le saquen fotos y que las compartan en su web y en las redes sociales”.
Durante estos días, Stabri se encuentra en A Coruña, la ciudad donde fue concebido. Al menos su nombre: “Una tarde pensando nombres para la criatura, calló un chubasco impresionante sobre A Coruña. Y Mariano Munuera (el otro papá) exclamó “está abriendo” (está despejando) a lo que siguieron unas risas y la idea de unir las dos palabras para dar lugar a Stabri”.



Por Ximena Arnau

Ximena es redactora de Yorokobu y Ling

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