En abril de 1987 K. W. Jeter envió el manuscrito de su novela Morlock night con una carta a la revista Locus, especializada en ciencia ficción: «Personalmente, creo que las fantasías victorianas serán el próximo bombazo siempre y cuando podamos encontrar un término adecuado que nos englobe a Powers, Blylock y a mí mismo. Algo basado en la tecnología apropiada de la época, como steampunk, tal vez».
Creada la palabra para nombrar los mundos anacrónicos que ya poblaban los libros de autores como Jules Verne, aquella tendencia a mezclar pasado y futuro seguía perteneciendo a la literatura.
El steampunk no fusiona el pasado victoriano con el futuro entendido hoy, sino con una representación del futuro imaginado durante la revolución industrial y que, por tanto, sería el presente que hoy no llega. Como si el tiempo se hubiese quedado atrapado dentro de sí mismo.
Una estética tan atractiva no podía limitarse a la imaginación. Ropas victorianas y bisutería a base de mecanismos de reloj tenían que fusionarse sobre el cuerpo y así fue como el steampunk hizo su aparición en la moda, la televisión, el diseño y un sinfín de lugares habitables por una estilo aplicable a casi todo.
También, por la popularidad del Hazlo tú mismo y la necesidad de restaurar objetos (no para renovarlos, sino para hacerlos parecer más antiguos), el steampunk comenzó a brotar por doquier, llenando el mundo de mecanismos de relojes antiguos, tuberías, lupas y pulpos.
Cada año, en el desierto de Nevada (EEUU) se celebra el Festival del Hombre Ardiente en Black Rock, una ciudad que en realidad no existe y que aparece y desaparece para acoger el festival. En 2006 y 2007, el grupo de artistas Kinetik Steam Works presentó Hortense, su vehículo retrofuturista que funcionaba a propulsión.
Poco después, el grupo Five Tone Crane Arts, del que forma parte el fundador de Kinetik Steam Works, creó una casa del árbol steampunk que se exhibe permanentemente en Milton (Delaware).
Así fue como el steampunk llegó al diseño.
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Cafeterías, restaurantes y pubs no fueron menos. En 2013 abrió sus puertas Truth en Cape Town (Sudáfrica), un bar en el que hasta los taburetes emulan engranajes de reloj.
Así fue como el steampunk llegó a los bares.
Algo pasa en Rumanía
Cluj Napoca es una ciudad rumana de poco mas de 303.000 habitantes en la que ya hay tres pubs de estética retrofuturista.
Durante la irrupción del steampunk en el diseño, los rumanos Alexandru Tohotan y Zoltan Zelenyak, de 6th Sense Interiors, han ido esparciendo este estilo por Cluj Napoca. Ellos decoraron los bares steampunk Joben Bistro y The Submarine, que incluye en su interior periscopios, torpedos, tuberías y todo lo que un submarino podría albergar.
https://youtu.be/HS3X2Uj7BME
«Cuando empezamos a trabajar en el primer local steampunk, este tipo de diseño era algo único para Cluj. Incluso para Rumanía, podríamos decir. No teníamos ni idea de cómo podría impactar al público, pero estábamos decididos a crear algo único, un lugar con una historia que contar y un diseño que te hace formar parte del lugar, del mismo modo que formas parte de la historia», explica Zoltan Zelenyak a Yorokobu.
Su trabajo más reciente, Enigma, se ha convertido en el primer bar steampunk con decoración cinética. Allí un pájaro mecánico simula el vuelo, un robot pasea en bicicleta sin moverse del sitio, cráneos centellean con iluminación de plasma, flores metálicas se abren y se cierran, enormes engranajes de reloj dan vueltas en un rincón en el que lo que más y lo que menos importa a la vez es el tiempo. «Ha tenido una gran acogida tanto local como internacional. Creemos que podemos seguir trabajando con este estilo porque nos permite ser creativos y siempre nos da la posibilidad reinventar», asegura Alexandru Tohotan.
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Enigma no solo nace para deleitar la vista. Viene con mensaje: «¡Somos el tiempo!» es lo que los dueños y los diseñadores del local tratan de expresar. «Varios elementos del diseño cuentan una historia sobre el tiempo: el reloj gigante, la máquina del tiempo con forma de un ascensor propulsado por un motor y un robot, el decodificador… Todo se centra en la idea de lo rápido que pasa el tiempo y lo impotentes que somos ante él. En relación con esta idea, también incorporamos el concepto de viaje en el tiempo. Nos tomamos el tiempo a un nivel muy personal. El tiempo está hecho de todos los detalles que se van añadiendo constantemente al acto de crecer y evolucionar, que son limitados. Así, a través del diseño, Enigma Café cuenta una historia del tiempo», relata Zoltan.
Tras dos años de trabajo diseñando el interior de Enigma, puede decirse que 6th sense ha conseguido un lugar único y de una belleza descomunal. Enigma es un reloj gigante en el que los clientes llegarán a sentirse tan metidos dentro del tiempo que podrán olvidarse de él.