A finales del XIX, los sideshows causaban sensación. Sus estrellas, hombres y mujeres con todo tipo de anomalías y malformaciones físicas. Tom Browning se hizo eco de este mundillo en su film Freaks a principios del siglo pasado. Y a comienzos de éste, es Savage Girl la que le rinde homenaje con sus ilustraciones.
La artista bilbaína reconoce que fue la película de Browning la que acabó por desatar su amor por el mundo de los freak shows, del que tanto ella como algún que otro miembro de su familia ya se habían dado cuenta hacía tiempo: “Siempre me he sentido atraída por lo extraño y curioso. De pequeña dibujaba personajes horrorosos. A cualquier persona que tuviese que representar, mínimo, le ponía dientes de vampiro. “¿Ya estás dibujando feos?” me decía mi aita con una sonrisa”.
Desde entonces, Savage Girl colecciona todo lo relacionado con este tipo de espectáculos: biografías encontradas en Internet, libros de foografía, cartelería, ect. Y también sigue dibujando monstruos: “La verdad es que no sé dibujar algo que no tenga sentido para mí. Dibujo lo que me obsesiona, las imágenes y frases que me hacen reflexionar o me inquietan”.
Las que hacen alusión al mundo freak son de estas últimas. La inquietan y obsesionan porque considera que detrás de cada uno de estos personajes hay una historia que contar. «Algunos tuvieron una vida normal pese a sus anomalías, como el hombre lobo ruso. Otros se convirtieron en verdaderos monstruos, como el hombre langosta que acabó asesinando a su hija».
Por eso Savage Girl asegura que con sus ilustraciones no busca la burla ni la jactancia. Todo lo contrario. Es su peculiar homenaje a estos hombres y mujeres.
Algo similar a los cuadros de Velázquez protagonizados por los personajes más rocambolescos de la corte de los Austrias: “Estas obras se hicieron para pasar a la historia enalteciendo la excelencia de estos personajes y mostrando con total dignidad a los monstruos de circo de aquel siglo XVI”.
Aunque el genial pintor español no ha sido la única referencia para Ángela Alonso, la artista que ‘se esconde’ tras Savage Girl: «Me encanta la cultura mexicana, sus tradiciones, su culto a los muertos, su estética barroca, las calaveritas…».. De ahí que sus personajes aparezcan retratados con objetos relevantes de su vida, como si de un altar de muertos mexicano se tratase.
Todas estas ilustraciones forman parte de Strange Wonders, exposición que estará abierta al público a partir del 10 de noviembre en Bellaza Gallery.
George-Ette (The Double-BodiedVenus. 1913)
Se autocalificaba de hermafrodita al tener, supuestamente, su cuerpo dividido en dos mitades: una masculina y otra femenina. A falta de pruebas que lo confirmaran, George-Ette ejercitaba y curtía con el sol uno de los lados del cuerpo, mientras que el otro quedaba flácido y pálido.
Daisy & Violet Hilton (1905-1969 Brighton, Inglaterra)
Las hermanas Hilton eran siamesas y fueran vendidas al nacer. Su madre adoptiva no dudó en explotar su potencial en el mundo del espectáculo. Su instinto no se equivocó y las siamesas lograron un gran éxito en sus giras por Alemania, Austria y EEUU. Pero al morir su ‘descubridora’, los problemas no dejaron de acuciar a Daisy y Violet. De víctimas de abusos a estrellas de la gran pantalla, la vida de las dos hermanas fue un vaivén de acontecimientos que terminaron en la caravana en la que a finales de los 60 fueron encontradas muertas.
JO-JO dog faced boy (Fedor Jeftichew. 1868-1904 Rusia)
Al igual que su padre, Adrian Jeftichew sufría de hipertricosis (o síndrome del hombre lobo). Pero Fedor tenía mucho más gancho en el escenario que su padre. Los espectadores adoraban el contraste entre su aspecto animal y su uniforme de la caballería rusa tan bien planchado. Pese a su apariencia salvaje, Fedor era un ávido lector y hablaba cinco idiomas. Su temprana muerte a los 35 años a causa de una neumonía supuso un gran shock para sus compañeros de espectáculo.
Jean Carroll (1910 Schenectady, New York)
Jean renunció a su prometedora carrera como mujer barbuda por amor. La ‘culpa’ la tuvo John Carson, un contorsionista del que se enamoró perdidamente y del que sabía que nunca aceptaría su poblada barba. Fue la mujer tragasables la que le dio el consejo que cambiaría el destino de Carroll: ¿por qué no pasar de mujer barbuda a mujer tatuada? Jean siguió su sugerencia. Se afeitó y a cambio decoró todo su cuerpo. A partir de entonces, Jean exhibiría sus tatuajes como bailarina de burlesque y pasaría el resto de sus días junto a su amado contorsionista.
Charles Tripp (1855-1939 Woodstock, Ontario)
No tenía brazos pero eso no impidió a Charles Tripp ser calígrafo, grabador o fotógrafo. Sus habilidades con los pies lo convirtieron en la atracción principal del circo de la neoyorquina calle 42. Al casarse, Tripp decidió abandonar las carpas aunque sin dejar del todo el mundo del espectáculo ya que seguiría actuando en algunos carnavales junto a su mujer y a Eli Bowen, el artista sin piernas.
Categorías