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¡Sufragista, a fregar a casa!

Hace alrededor de un siglo y medio, las mujeres comenzaban a rebelarse para reivindicar un derecho tan básico como el de votar. A finales del siglo XIX, no había santo varón que no se escandalizase si su esposa decidía compaginar la atención de las tareas de casa o el monopolio en la crianza de los hijos con otra actividad fuera del hogar.

Ya lo decía la señora Banks en Mary Poppins.

– Ellen, esconda esto [las bandas e insignias de sufragista] por ahí, ya sabe que al señor Banks no le gustan mis ideas políticas.

El movimiento sufragista levantó también la sensibilidad machirula, que se resistía a que el statu quo se moviese de donde estaba. Esa guerra de la igualdad contra los privilegios ancestrales se libraba también, como vemos en Vintag, a través de la propaganda gráfica.

Todos estos carteles de comienzos del siglo XX muestran el mensaje implantado mayoritariamente en las mentes –masculinas y femeninas– de la época: a criar y a fregar, mujer.

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Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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