La Cuesta de Moyano reclama su territorio

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Desde la madrileña glorieta de Atocha sube una calle ahora peatonal que conecta el Paseo del Prado con el parque del Retiro. Son apenas unos metros de cuesta empinada y suelo de granito que descansa junto al Jardín Botánico por la que pasea a diario todo tipo de gente: ciclistas, adolescentes skaters, abuelos con niños, turistas… y algún que otro bibliófilo que acude a la Cuesta de Moyano —así se conoce popularmente a esta calle cuyo nombre original es Claudio Moyano— en busca de ese ejemplar que codicia desde hace tiempo y que no es capaz de conseguir.

A la Cuesta de Moyano se acude por muchos motivos. Pero quizá el principal, el que define su carácter desde hace ya más de 90 años, es por albergar la única Feria del Libro Permanente de Madrid.  Miles de libros antiguos y nuevos (a estos últimos se les aplica el 10% de descuento permanente por ser Feria), pergaminos, pósteres y carteles antiguos duermen esperando comprador en las 30 casetas que se levantan a lo largo de la cuesta.

[bctt tweet=»Gómez de la Serna llamaba a esta feria del libro la «Feria del Boquerón» porque era más barato comprar un libro que un boquerón» username=»YorokobuMag»]

Muchos de quienes regentan estas librerías llevan allí casi toda la vida. Algunos de ellos maman la tradición y el oficio de sus bisabuelos, quienes procedían en algún caso del Rastro o se dedicaban a reciclar papel desde aquel lejano 1925 en que se inauguró la feria. Hablamos de librería más grande de la ciudad por número de volúmenes (100.000 en las casetas y más de un millón contando almacenes y catálogos digitales de los libreros).  Y sin embargo, cada vez son menos los que se acercan a la Cuesta a comprar libros.

Madrid perdería mucho de su sentido y de su historia si las casetas de libreros de Cuesta de Moyano desaparecieran. En la era de internet y del libro digital, estas librerías que almacenan sabiduría e historias de este país y de otros lugares del mundo han perdido el esplendor y la frenética actividad de la que gozaron hace años. Por eso urge revitalizar la zona y dar nueva vida a un espacio cultural e histórico de la capital que se niega a desaparecer. Por esa razón ha nacido Territorio Moyano.

Se trata de una iniciativa de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Museos del Área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, coordinada por Belén Llera y que se engloba dentro del Plan Madrid Territorios de Lectura. Tiene como objetivo responder a las demandas históricas de los libreros de la Cuesta para renovar y mejorar este espacio público, a la vez que trata de buscar la manera de revitalizar su actividad comercial y convertir al lugar en un espacio cultural de referencia en Madrid, dedicado al libro y a la lectura.

Con el Ayuntamiento colabora también la Red Boquerón, integrada por los 30 libreros en activo que trabajan en la Cuesta, la Administración pública madrileña, representantes de instituciones vecinas como el museo Reina Sofía, Caixa Forum, el HUB o el Jardín Botánico y agentes procedentes de los ámbitos del libro y la lectura en Madrid (Casa del Libro, Tuuu Librería, Hostia un Libro, Fesitval Ñ, Libros Mutantes o Sandwich Mixto, entre otros 12).

El objetivo de Red Boquerón, cuyo nombre tiene que ver con una anécdota de Ramón Gómez de la Serna (quien llamaba a esta feria del libro la «Feria del Boquerón» porque era más barato comprar un libro que un boquerón), es trabajar conjuntamente para la dinamización, conservación y desarrollo de la Cuesta de Moyano.

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Territorio Moyano es un proyecto que consta de cuatro fases. Ha habido una fase inicial de análisis, con un carácter más sociológico, antropológico y mediador, y que ha servido para ganarse la confianza de todas las partes implicadas. Después han venido encuentros colaborativos para pensar y codiseñar entre todas ellas ese nuevo espacio que pretende ser la Cuesta.

En la tercera fase, la de mediación y prototipado, se consiguió que Moyano entrara a formar parte de la programación de Veranos de la Villa 2016, y se han desarrollado además los ‘Encuentros de la Red Boquerón’, que han servido como ensayo para futuras actuaciones culturales en esta zona. Actividades como las ‘Presentaciones al aire libro’ junto al colectivo Hostia un Libro y el escritor Jesús Carrasco. Al evento se le llamó ‘El último Moyano’  y consistió en la presentación del libro de Carrasco y una radioentrevista, pero en formato western.

No será el único proyecto de ese tipo. Está planeado también un futuro taller junto a Medialab-Prado para desarrollar un prototipo de banco urbano especialmente diseñado para leer al aire libre. Moyano sería el laboratorio donde se realizará el ensayo, pero la idea es trasladarlo también a otros espacios de la ciudad con potencial para la lectura, llevando además la marca Moyano a otros puntos de Madrid.

Una cuarta fase del proyecto tendría el triple formato de mapa (donde la Red Boquerón actuaria como agenda de contactos y relaciones), catálogo (conjunto de bienes materiales e inmateriales que podrían actuar y desarrollarse en la Cuesta de Moyano) y plan (donde se especificarían objetivos, plazos y prioridades para ponerlos en marcha).

Luego llega lo más complicado: la implementación por parte del Ayuntamiento del catálogo y de esos planes de acción. Antes habrá un proceso de diálogo con los otros grupos políticos y concretar el plan estratégico ejecutivo en función de las capacidades de financiación, las prioridades convenidas entre Administración, ciudadanía y libreros, y las posibilidades técnicas o temporales.

De momento, los libreros ya van dejando sus opiniones en la web de Territorio Moyano. Muchos de ellos están en contra de la peatonalización de la Cuesta porque esto «les ha quitado visibilidad ante el público». Tampoco parece gustarles el suelo de granito de la calle. Pero sí están en su mayoría de acuerdo en la conservación de las casetas y en una campaña de publicidad que dé a conocer la Cuesta entre los habitantes de Madrid y los turistas.

Tanto ellos como el Ayuntamiento son conscientes de que su situación de sostenibilidad económica es crítica. A ello ha contribuido en gran medida el descenso del consumo en general, no solo cultural, el incremento exponencial del acceso a la cultura a través de internet y una gran oferta de ocio en la ciudad que no pasa por la Cuesta. Pero también que esa calle no tiene las condiciones idóneas para el encuentro y la lectura. Se hace urgente, pues, la redinamización de la zona y volver a poner en el mapa librero a Moyano con el fin de reactivar su actividad comercial.

Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista. Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu. A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá. Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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