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Creatividad

The Unsent Project investiga sobre el color de los sentimientos

«Creo que hay sentimientos que son tan grandes que solo se pueden expresar mediante colores», afirma con total convencimiento Rora Blue, una artista queer discapacitada afincada en Nevada (EEUU). Y quiso averiguar si el resto del mundo pensaba igual que ella, así que creó The Unsent Project.

A través de él, la gente envía mensajes que le hubiera gustado transmitir a su ex y nunca hizo, usando de fondo el color con el que más identifiquen esos sentimientos. «Creo que el color aporta algo diferente para cada persona. Los colores pueden comunicar algo muy personal. Siempre he asociado las emociones con diferentes colores. Cuando empecé The Unsent Project me interesaba ver si otras personas también lo hacían. Creo que añadir color intensifica el sentimiento».

 

Hasta el momento, esta colección consta ya de 1,8 millones de envíos que van aportando datos y patrones sobre la correlación entre el color y la emoción de los mensajes; datos que se pueden analizar para ver si la teoría de Roura Blue es correcta, algo que entusiasma a esta artista.

Algunas de las conclusiones que se pueden extraer de este ensayo visual es que el negro es el color preferido de los usuarios para expresar sentimientos oscuros como el dolor y la pérdida, mientras que el amarillo se utiliza para mensajes más humorísticos. «El proyecto ha cobrado vida propia y siempre está evolucionando —comenta Roura Blue—. Estoy trabajando para comprender mejor qué emociones asocia la gente con los distintos colores y por qué lo hacen».

«Hago arte porque es la única forma de comunicar exactamente lo que siento. Me encantaría probar a vivir en un mundo en el que la gente solo se comunicara utilizando el color», afirma.

La artista está actualmente haciendo un máster en Bellas Artes en Reno (Nevada). Se define como artista visual interdisciplinaria que trabaja principalmente las instalaciones artísticas y la soft sculpture. «Mi práctica se basa en los pozos de la multiplicidad de la marginación, y desentraña las complejidades de las interacciones cotidianas de las personas queer, discapacitadas y de las minorías de género —explica en su bio—. Disecciono el diálogo a través del arte basado en el texto para crear un espacio que cuestione y altere las narrativas. Mi intención al trabajar de este modo es generar un debate sobre cuestiones de las que no siempre se habla abiertamente».

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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