En el subconsciente de muchas personas yace la idea de que controlar el medio ambiente utilizando la tecnología es una especia de invasión de la misma, una afrenta que no hace sino degradar el entorno y generar un desgaste del planeta. Sin embargo, no siempre ha de ser así. The Wave Glider intenta monitorizar lo que ocurre «ahí fuera» sin necesidad de dejar mucho rastro de su presencia.
La tecnología debe, o al menos debería, centrarse en obtener mucho más rendimiento en forma de resultados con una cantidad de presupuesto dada. Es decir, ser más eficiente. Sin embargo, ha adquirido una tremenda importancia que cualquier trabajo tenga el menor coste medio ambiental, que la deuda que quede para quien viene a ocupar el planeta en las próximas décadas sea lo menor posible. Por suerte para todos, parece que el apellido ‘sostenible’, comienza a ser requisito indispensable en casi cualquier proyecto tecnológico que se plantea hoy en día.
Así ocurre con The Wave Glider, un desarrollo innovador de Liquid Robotics que se dedica a monitorizar lo que ocurre en los océanos sin necesidad de provocar una intrusión mayor en el entorno que la de su mera presencia física. ¿Cómo lo consiguen? Fabricando un robot que capta la energía necesaria para su funcionamiento a través de la energía transmitida tanto por el sol como por las olas, que a su vez son las que lo propulsan. Esta tecnología es controlada a través de satélite y es así también como envían los datos recogidos, hasta un servicio de almacenamiento en la nube.
La información recogida tiene múltiples aplicaciones. «The Wave Glider se utiliza para recoger datos que ayuden a conocer la química del agua. También sirven de apoyo para el estudio y la predicción meteorológica, estudios pesqueros o de mamíferos marinos, efectos biológicos sobre los océanos, captación de vídeo y también se utiliza como sónar», cuenta Sarah Zweng, portavoz de la compañía fabricante. Sin embargo, que una tecnología sea los más inocua posible, no significa que sus aplicaciones lo sean. De hecho, como explica la propia Zweng, más allá de su aplicación científica, «la mayor demanda del robot es a través del gobierno de los Estados Unidos y de las compañías de petroleo y gas». Los motivos son obvios, pero se mueven desde la prospección de nuevos yacimientos a aplicaciones en política de defensa.
La compañía, que comenzó a desarrollar esta tecnología en el año 2005, acaba de recibir una inversión de 22 millones de dólares proveniente de la firma de inversores VantagePoint Capital Partners y la petrolera Schlumberger.
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