Cuando Rebeca Ochoa se fue a San Francisco, lo hizo como tantos que venden los electrodomésticos, llenan la maleta y sacan el billete: para buscar fortuna más allá del océano Atlántico. Lo que encontró allí no fue un cofre lleno de riquezas. «El oro no se presentó de la manera que todos conocemos, sino en forma de personas soñadoras que estaban viviendo la vida que habían elegido», dice. Le valió con eso para montar Thrive in San Francisco, «una red formada por personas que hacen posible una cadena de favores, sin esperar nada a cambio».
Además de que todo el mundo necesita a alguien a quien amar, todo el mundo tiene algo que ofrecer a los demás. La llegada de Rebeca Ochoa a San Francisco le hizo darse cuenta de ello y, sobre todo, le hizo fijarse en la generosidad escondida en cada persona más que en el parné que reunía en su cuenta corriente.
«Thrive es un proyecto personal para conectar a gente. Decidí crear una comunidad de tesoros que tiene mucho que ofrecer. Se convirtió en una riqueza incontable en forma de historias», dice. Su iniciativa tiene la estructura de una cadena de favores y ningún ánimo de lucro. El dinero sobra. No porque exista en exceso, sino porque ni se plantea como actor de esta película.
Para ser Thriver se ha de completar la mencionada cadena de favores eligiendo a alguna perosna de la plataforma o a algún elemento externo. Existen dos tipos de Thrivers. «El que hace el favor pasa a la comunidad como Thriver Senior. Si al que le hacen el favor no hace nada por nadie, entrará como Thriver Junior y tiene 6 meses (al más puro estilo becario) para iniciar su favor», explica Ochoa.
El proyecto, que alberga mucho tiempo, mucho esfuerzo y ninguna inversión significativa, apela a lo mejor que lleva dentro cada persona. La otra pata gruesa que lo sustenta es su fe ciega en la economía de la colaboración. «Ni hemos presentado el proyecto para financiación en ningún sitio. Al no tener un modelo de negocio ni pretender sacar dinero de esto, no nos hemos molestado en pasar los mil trámites burocráticos que tienes que pasar antes de recibir una sola ayuda», dice la española.
Además, se muestra crítica con cualquier intento de limitar estas dinámicas como las amenazas que se ciernen sobre proyectos como AirBnB. «Tendríamos que poner la mirada en ciudades que nos rodean, o sin ir más lejos en San Francisco, donde empezó toda esta idea, y ver cómo Craigslist funciona a la perfección y la gente cree muchísimo más en el crowdfunding», declara.
En relación a este tema, el Mercado de la Colaboración de utopic_US, el lugar en el que Ochoca estará este fin de semana presentando su proyecto, acogerá otra convocatoria basada en la reivindicación. Abrazados contra la prohibición de la economía colaborativa «es un acto de protesta contra la intención de la Comunidad de Madrid de aprobar un Decreto-Ley que prohibiría “de facto” el alquiler de vivienda privada para usos vacacionales», explica Carlos Cuasante, uno de sus impulsores.
Si quieres más información acerca del Mercado de la Colaboración y de lo que allí va a ocurrir, puedes encontrarlo todo en su página web.