Timothy Goodman reconoce que necesita encontrar sentido a lo que hace de manera constante para evitar desilusionarse. Al ilustrador y diseñador parece no bastarle con haber encontrado un estilo propio como muralista. Ni con el hecho de que sus grafitis decoren paredes, zapatillas, portadas de revistas o galerías de todo el mundo. O que sus irónicos eslóganes sean de lo mejor en el mundo del diseño y la publicidad actual. O contar con su propio estudio en Nueva York y trabajar para marcas como Guess, Uniqlo, Google o The New York Times, entre otros muchas. O haber sido galardonado por algunos de estos trabajos. O por haber ideado algunos de los experimentos sociales más virales de los últimos años. Goodman siempre necesita más.
Estos días se dejará ver por Barcelona con motivo de la celebración de OFFF Festival*, donde presentará su libro Always Think It’s Forever: A Love Story Set in Paris as Told by an Unreliable but Earnest Narrator, con lectura en vivo incluida. Antes de eso hemos charlado con él y, entre otras cosas, nos ha contado el motivo de esa desazón que contábamos al principio.
Los estilos y los lenguajes visuales son algo que va y viene. Pero lo que representa la creatividad, la ética, cómo ve el mundo o cómo es esa persona es tan relevante como su trabajo. Esto es un gran cambio que se ha producido en lo últimos años. Personalmente, soy de los que necesita saber todo acerca del artista para poder determinar cuánto me gusta su trabajo: sus fuentes de inspiración, sus pensamientos políticos, la manera en la que ve las cosas… Con las redes sociales ha habido un cambio, y ahora se alienta a las personas creativas a revelar más de sí mismos. En mi caso, como siempre he sido partidario de hacerlo así, ha sido sencillo.
Bob Dylan, James Baldwin, Fiona Apple, Paul Rand, Keith Haring, Stuart Davis, Barbara Kruger, Matisse…
Tengo que encontrar sentido a lo que hago o me desilusiono rápidamente. La creación de la obra debe proceder de mis propias experiencias, asociaciones, referencias… Siempre estoy escribiendo ideas, poemas, prosa, tratando de encontrar maneras de capturar aún más momentos de mi vida. A veces esos momentos se convierten en una especie de investigación que, a su vez, puede convertirse en arte.
La depresión y la salud mental son temas frecuentes en mis trabajos y en mis charlas. Sé que hay mucha gente pasando por situaciones similares a las mías y tener esos diálogos, escuchar a mi audiencia, me recuerda que no estoy solo en el mundo. Y ellos tampoco. Mostrarse vulnerable ante tanta gente no es tan aterrador como llegué a pensar al principio.
El trabajo del creativo puede llegar a ser evaluado y criticado durante décadas. Esto tiene un efecto duradero en nuestra psique, sobre todo porque a menudo TÚ eres tu propio trabajo. Al igual que me ocurre a mí, son muchas las personas creativas que conozco que tienen que hacer frente a diversos problemas de salud mental. Y eso no puede ser una coincidencia.
En mi caso, son muchas las ocasiones en las que me encuentro perdido, solo o insatisfecho cuando no estoy trabajando. De ahí que, por ejemplo, hace unos meses comenzase a aprender francés o me marchase a París. Por eso también salgo a correr… Necesito tener más significado en mi vida fuera de mi trabajo.
Una pregunta que me repito a menudo es: ¿cómo me doy espacio para existir fuera de lo que define mi trabajo?
Fue un experimento social que se viralizó de forma brutal en 2013. Todo partía de la idea de ese dicho según el cuál se necesitan 40 días para cambiar un mal hábito. Jessica [Walsh] y yo veníamos de varias relaciones sentimentales fallidas y de sentirnos decepcionados por ello. Así que decidimos salir durante 40 días cumpliendo una serie de reglas.
Al documentar nuestra relación con un cuestionario diario, con ilustraciones y vídeos, pudimos explorar nuestros problemas. Fue un experimento social que se desarrolló a lo largo de un verano como una especie de reality en la web, y que se viralizó de forma muy rápida. Llegamos a tener 20 millones de visitantes únicos, y Netflix adquirió los derechos para una película.
Han pasado más de 10 años de aquello, pero creo que aún está vigente, porque las relaciones y las citas no han cambiado nada en estos años.
40 Days of Dating derribó un muro que ya no me interesaba conservar: el muro entre lo personal y lo profesional. Me permitió ver lo que podría hacer en el futuro y lo que me interesaba. También me dio el coraje suficiente para comenzar a escribir en Instagram la serie Memorias de una chica que nunca conocí.
Y también nos permitió crear a Jessica y a mí 12 kinds of kidness. Un proyecto con el que crecí personalmente y en el que nos enfrentamos a muchos problemas personales.
Durante este trabajo conocí a mi padre biológico. Este tipo de proyecto me ayudó a darme cuenta de que ya no hay reglas. Tiró por tierra mucho de lo que había aprendido en la escuela o a través de mentores o personas a las que admiras en la industria, y que siempre te recomiendas que sigas un camino determinado.
También me hizo sentir mucho más humilde. Me enseñó lo grande que es este mundo. Porque la industria del diseño, a veces, es tan insular que no pensamos lo suficiente en el panorama general, las personas que están al otro lado de esto, gente de otras industrias y ámbitos de la vida. Cuando creas proyectos como este, le estás hablando a todos ellos. Eso es lo que quiero hacer con mi trabajo.
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