Esto del clima y el medioambiente tiene sus defensores y sus fervientes detractores. Estos últimos son los más ruidosos, sin duda. Basta echar un ojo a las redes sociales para leer sus exabruptos y sus encendidos comentarios que, por decirlo suavemente, braman contra la conspiración de la sostenibilidad, el cambio climático y la desautoxicación de las ciudades.
Sus comentarios son incendiarios, broncos, hoscos y toscos. Y no siempre se basan en argumentos racionales ni buscan un diálogo constructivo donde se muestren dos visiones diferentes. Pues si a estos broncas los extrapolamos al mundo gamer y a las ligas LoL, estaremos ante unos flamers.
El adjetivo, que no es más que la adopción en bruto del palabro en inglés para describir a un incendiario, se aplica a ese jugador que no acepta la derrota y se dedica a meter el dedo en el ojo a los demás con sus comentarios fuera de tono. Si no soy capaz de ganarte, te molesto. Esa es la filosofía: crear un ambiente hostil e irrespirable, a veces solo con la egoísta intención de descargar tensión, aunque la mierda salpique al resto.
Más que lo que dice es cómo lo dice y la intención con que lo dice: nada constructiva. Es, más bien, una manera de situarse por encima de los demás, de demostrar autoridad. Y a esa acción de incendiar el juego se la conoce como flamear.
A pesar de que se parecen mucho entre sí, un flamer no es un trol. Hay algunos matices que los diferencian. Para empezar, el ámbito de uso. Un trol pasea su mala baba por las redes sociales. Su intención es más dañina y ofensiva. Digamos que lanza un anzuelo envenenado para armar bronca y provocar.
Pero el sistema para neutralizarlos a ambos es el mismo: no hacerles casito. Deja que ladren y sigue a lo tuyo. Como decía la Pantoja, dientes, dientes, que eso es lo que les jode.