La ciencia está quitando emoción a la magia. En unos años los aparatos electrónicos podrían disolverse en agua. Esto se consigue utilizando una tecnología biodegradable, con las mismas capacidades que la convencional, pero que desaparece al introducirla en líquido. Esta tecnología, llamada Transient Electronics, acabaría con las montañas de basura que generan los dispositivos desechados y abre nuevas oportunidades a la medicina.
El proyecto es de la Universidad de Illinois en colaboración con las universidades de Tufts y Northwestern. En esos centros hallaron esta tecnología biodegradable elaborada con seda y silicona, y que, según la función que tenga, se disuelve después de unos minutos, días, semanas o años.
Las primeras aplicaciones que se han pensado para esta tecnología son médicas (implantes que desempeñan una función durante un tiempo y, una vez cumplido el objetivo, son reabsorbidos por el cuerpo), ambientales (como, por ejemplo, sensores wireless que se dispersan tras un vertido químico para eliminar su impacto ecológico) y para consumo electrónico (dispositivos que se disuelven en líquido en lugar de convertirse en residuos).
Los investigadores hacen hincapié en que esta tecnología biodegradable ayudaría a reducir el problema creciente de la basura electrónica. Si esos millones de móviles, ordenadores y otros dispositivos electrónicos que son desechados a los pocos años de vida por el avance de la tecnología se disolviesen en agua, el planeta se libraría de toneladas de basura difícil de digerir.
El director de la investigación, John A. Rogers, dijo en una entrevista con News Bureau que “desde los primeros tiempos de la industria electrónica, uno de los objetivos clave del diseño ha sido construir dispositivos que duren para siempre. Pero si piensas en la posibilidad contraria (aparatos creados para desaparecer físicamente de una forma controlada y programada), surgen nuevas aplicaciones”.
El grupo de investigación ha construido transistores efímeros, diodos, sensores de presión y temperatura, fotodetectores, celdas solares, antenas y osciladores de radio, y cámaras digitales.
Estos dispositivos están encapsulados en seda. Aunque su estructura no es siempre igual. El equipo ha trabajado en distintas estructuras de seda en función del tiempo que quieren que perdure antes de su disolución. Unos duran minutos. Otros, días. Otros, semanas y otros, años.
“Las aplicaciones que estamos investigando requieren diferentes marcos de actuación”, especificó el profesor en su entrevista con News Bureau. “Un implante médico que es diseñado para tratar posibles infecciones después de una operación solo es necesario durante un par de semanas. En cambio, para un dispositivo electrónico, lo mínimo sería una vida útil de uno o dos años”.