«Siempre me ha gustado el arte urbano. Después descubrí que era una disciplina más de arte, que debería ser contada. Presenté el proyecto a Lunwerg, gustó, y a los dos días ya estaba pateando las calles en busca de intervenciones», así cuenta el periodista cómo nació la idea de crear este libro.
Mario Suárez, periodista y modesto coleccionista de arte «mientras duren las pagas extras», descubrió el arte urbano cuando era pequeño. Su hermano mayor se dedicaba a vestir las paredes en los años 80. Desde entonces ha mirado con curiosidad todo lo que ocurría en las calles.
El libro que se presenta ahora es un hijo que nace mediante parto natural y que da un vistazo de lo que ha ocurrido en España desde que, hace unos treinta años, algunos artistas decidieron prescindir de techos para sus esbozos. «El pionero y principal grafitero que ha tenido este país ha sido Muelle, con él se creó un estilo único, el de los Flecheros, mítico de los años ochenta. Ahora mismo, hay grandes artistas urbanos españoles, muy activos y reconocidos a nivel mundial: Sixeart, Suso33 [que hizo, hace casi dos años, la primera portada de Yorokobu], SpY, Eltono, Nuria Mora…», comenta.
El arte urbano se contonea ahora entre una aceptación cada vez mayor, con artistas como Banksy, que se ha convertido en una estrella que generan millones de euros en torno a sus propuestas, y su tendencia natural al posicionamiento fuera del sistema. Las autoridades, salvo contadísimas excepciones, siguen viendo esta disciplina como un atentado a sus dictámenes.
Para Suárez, en cualquier caso, la mentalidad está cambiando. «El arte urbano está un momento muy bueno, con artistas muy activos, con un acercamiento por parte de instituciones, empresas, galerías de arte y museos. Algunos artistas si están desdoblando su vertiente más comercial junto a la puramente callejera, pero otros no, son más románticos. El arte urbano debe seguir pisando las calles de manera ilegal, autosubvencionada y oculta», explica.
Aunque todo comenzó a través de unos botes de spray de color, la gráfica callejera ha encontrado nuevas maneras de mostrarse, muchos más hilvanadas con los tiempos que corren. «Estamos viendo piezas trabajadas con luz, como las de Luzinterruptus, o con códigos QR para Smartphone de La Pluma Eléctri*k», explica el periodista.
Además, galeristas, museos o medios, están intentado menguar el carácter temporal de muchos de estos trabajos. «Si muchos artistas quieren vender obra a través de galerías de arte, me parece genial, es un paso más, una evolución importante y a destacar. A veces es terrible pensar que una buena obra, pintada en la calle, sea efímera, por eso es genial que algunos creadores estén produciendo para la galería de arte y también para la calle», dice Suárez.
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