Aseguran que sus hijos serán la primera generación de hombres y mujeres que en un futuro no podrán decir eso de que «como las croquetas de mi madre no hay otras». Y que, como no soportan ver la casa sucia, lo que suelen hacer es levantarse y apagar la luz. Las ‘malasmadres’ abundan. Y ahora tienen hasta un club.
El concepto no es nuevo. Laura Baena llevaba tiempo escribiendo su propio Diario de Malamadre en su blog. Hasta que comprobó la cantidad de lectoras que se identificaban con esa figura y decidió darle autonomía: «Nació de manera natural ante el panorama maternal 2.0 y de la obsesión de segmentar a la maternidad: madres lactantes, madres naturales, madres que colechan, madres pro apego, madres desnaturalizadas, trimadres, madres primerizas, madres conciliadoras… madres y más madres. Etiquetas que parece que no son compatibles y que te incluyen en un grupo por el que tienes que luchar, gritar y manifestarte».
La respuesta de Laura fue crear su propia etiqueta, la peor posible: «Ya nadie podría criticarnos porque lo hemos reconocido, somos #malasmadres».
Era su forma de reivindicación ante un panorama al que califica como «complicado, lleno de incoherencias y ganas de polémica”. Asegura que el único objetivo del club es desdramatizar la maternidad y reírse de los intentos fallidos de muchas mujeres por convertirse en madres perfectas cuando ni siquiera quieren serlo.
«La sociedad ha cambiado. Las madres trabajamos, tenemos inquietudes, ganas de cambiar el mundo… Y es un absurdo luchar por mantener también aquello que nuestras madres hacían: las mejores croquetas, bordar las mantitas y llevarnos la merienda al cole… Hay que reconocer que «a todo no llegamos». Así nos iría mejor, nos respetarían más y quizás ganaríamos mucho a nivel laboral».
Por eso, el Club de las Malasmadres se presenta como una oportunidad de compartir los fallos, el día a día y las anécdotas para reírse de todo ello. «Y de gritar que somos madres, pero también mujeres, que queremos salir de fiesta, ir al cine con los amigos y cenar a la luz de las velas con los buenospadres. Nos da igual que nos miren de reojo por tener planes sin niños. Pensamientos impuros de madres».
Tras años dedicada al diseño infantil con La Niña Sin Nombre y preparando proyectos como freelance para la Escuela de Cine de Madrid, Laura se decide ahora a lanzar una plataforma, cuya parte técnica corre a cargo de Verónica Galindez, autora del blog Sin Preparación Alguna, y malamadre por partida triple. Aunque el propósito de esta comunidad 3.0, como se define en su presentación, es traspasar las fronteras de lo digital. Quizá la prueba más fehaciente sea la fiesta de malasmadres que ya se está preparando y que está previsto que se celebre el próximo mes de mayo. «Queremos conocernos, interactuar. Somos un grupo de presión. Un nicho con mucho poder y capaz de generar ruido y crear opinión pública. Un target con ganas de colaboración. Un punto de encuentro y relación marcas-madres».
La estética del club es toda una declaración de intenciones. «Las fotos en blanco y negro reflejan la «perfección» que se rompe con esas frases tan potentes y sus mensajes tan politícamente incorrectos de los TIPS que envían las propias #malasmadres». Porque al igual que cualquier otro, el «sector de la maternidad» también necesita de una identidad de marca y una imagen cuidada. «Y, por supuesto, contenido de calidad. Puedes hablar de tus experiencias como madre, compartir recetas, DYI, hacer fotos preciosas, lo que realmente quieras. Pero posicionarte. Hay muchísimos blogs. Y a veces los lees sin interés, porque son muchos demasiado parecidos. Muchos obsesionados con mostrar solo el lado rosa y azul de la maternidad, se alejan de la realidad y al final no consiguen empatía con el lector. Aunque hay otros muchos que son la cara de madres emprendedoras, comunicadoras que tienen mucho que decir».