La violencia genera violencia. El amor genera amor. Que esto lo diga un monje no sorprende a nadie. Que lo diga la policía militar suena más extraño. Pero justamente esto es lo que ha ocurrido en el estado brasileño de Espírito Santo. El Gobierno de esa región, situada en el sureste del país, quiere llevar a la práctica esta premisa y ha decidido probar una nueva forma de entrenar a sus fuerzas de seguridad.
Durante dos días la base militar se sustituye por un monasterio zen. Las técnicas de combate dan paso a ejercicios que contribuyen al desarrollo emocional de los policías. Trabajan las relaciones interpersonales, el equilibrio mental y la disciplina.
Las jerarquías, las relaciones de superioridad y las muestras de poder se han apartado para que las fuerzas de seguridad aprender a convivir en la horizontalidad del zen. Todos los miembros de la policía, independientemente de su cargo, hacen las mismas rutinas y tienen las mismas obligaciones.
La mañana empieza con una meditación en silencio y sigue con la enseñanza de Ikebana, cerámica y una ceremonia del té. El ejercicio físico se centra en la práctica de tai chi chuan.
En un reportaje de Globo News, los oficiales aseguran que se encuentran más fuertes y mejor preparados para afrontar su trabajo entrenándose de este modo. Dicen que estas técnicas les ayudan a desprenderse de estrés y a ser más eficaces en sus funciones para mantener la paz.
Puedes ver aquí un reportaje de Globo News en el monasterio de Vitória.