La marginalidad, aparte de en índices de pobreza, es algo que se puede medir en vatios. Una característica común a cualquier área deprimida del mundo es la falta de una iluminación adecuada. La escasez de recursos e instalaciones dejan a multitud de barrios y ciudades de muchos países a oscuras y a su suerte desde que el sol se pone hasta que amanece.
Con esos hechos sobre la mesa y buscando una oportunidad de negocio con fondo social, un ingeniero mexicano ha desarrollado una posible solución a base de Luciérnagas, unas lámparas LED hechas de material reciclado que se cargan con la luz del día.
«Lo que se busca inicialmente es llegar a lugares en donde las condiciones son complicadas y no existe conectividad de nada», esgrime ante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) Moisés Venegas Samperio, el autor del aparato con el que pretende alumbrar la marginalidad de México.
A través de la empresa que lleva junto a sus cuatro hermanos, Aselus, Venegas ha desarrollado estas lámparas que se fabrican con PET, el material con el que se hacen las botellas desechables que a menudo acaban inundando vertederos y mares.
«Quisimos desarrollar un proyecto en el que se pudiera utilizar este material porque nos dimos cuenta de que había mucha basura y desperdicio; decidimos aprovechar esa basura y darle nueva vida. Además, nuestro principal propósito es poder llevar iluminación a zonas donde no se cuenta con este servicio y ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas».
Aunque no es la primera vez que se utiliza este material para iluminación, estos desarrolladores con la patente en trámite aseguran que su diseño es original y novedoso porque «usa tecnología led de última generación que brinda una iluminación muy eficiente, además de funcionar con paneles solares. La ventaja del uso de energía renovable es que nos va a dar autonomía en el producto y va a brindar una parte muy ecológica».
Luciérnaga está diseñado a modo de foco ordinario, con botón de encendido y apagado, y preparado tanto para el interior de las casas como para servir de iluminación en las calles. Su forma de botella traslúcida le permite el paso de la luz natural durante el día, cuando llena sus baterías recargables por medio de celdas fotovoltaicas con la energía que necesita una LED para durar toda la noche.
Ante la falta de intervención pública, Aselus busca financiación privada que quiera animarse a adelantar una solución al problema de iluminación en el país. Como carta de referencia esta empresa tiene en su despacho los acuerdos de alianza que posee con algunas de las mayores recicladoras de América Latina para impulsar el desarrollo de sus Luciérnagas.
La primera prueba del sistema será en la zona del Ajusco, en Ciudad de México, una localidad con altos índices de marginalidad y bajos de bombillas. «También hemos identificado comunidades en los estados de Hidalgo, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Guerrero que podrían aprovechar este tipo de iluminación», anuncia Venegas.
El inventor y sus hermanos, originarios del estado de Hidalgo, aseguran que el emprendimiento surgió debido «a las condiciones del entorno en el que le tocó crecer, en el cual aún existen muchos problemas y rezagos, y en donde no hay luminarias». Con su proyecto pretenden que a partir de ahora el problema de la marginalidad por falta de luz en México sea un asunto mucho más claro para todos.