Underclocking, o por qué ralentizar el portátil

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¿Alguna vez te has preguntado la de árboles que deberías plantar en toda tu vida si quieres compensar el consumo de CO2 generado por tu portátil? Rodolfo Soler lo ha calculado y sabe cómo intentar evitarlo. El underclocking es el proceso que nos permite disminuir la potencia del ordenador ajustándola a nuestras necesidades. Es la solución para alargar su vida un poco más allá de lo que sus fabricantes han decidido y también nos ayuda a afianzarnos en lo que él llama el «green computing», un modo de beneficiarse de la informática respetando en la medida de lo posible el medio ambiente.

“Existen talleres para mejorar las prestaciones del coche, pero no para disminuirlas. Con los ordenadores ocurre lo mismo. En ocasiones nos vemos obligados a consumir más energía de la que necesitamos porque ser austero en ese tipo de consumo no está entre nuestras costumbres sociales”, nos explica Rodolfo Soler (alias Wolf), administrador del foro especializado hard-h2o.com. De ahí que la famosa técnica del overclocking, por la que se discurren formas de aumentar el ritmo de la CPU, haya dado lugar a la tendencia contraria.

Para explicar la razón de ser de esta técnica se puede recurrir a algunos datos que Soler nos pone como ejemplo. Cuando navegamos por la red consumimos 80 watios. Si reproducimos un vídeo en alta definición son cerca de 90 watios y con un juego online entre 170 y 240 watios. En total, la media de consumo diario de un ordenador normal y corriente suele ser de dos kilowatios, lo que se traduce en casi 800 gramos de CO2 generados cada 24 horas. Para compensarlo, asegura, cada uno de nosotros deberíamos plantar un árbol cada tres semanas (en total serían entre 250 y 300 árboles adultos a lo largo de nuestra existencia, si los mantenemos con vida durante ese tiempo).

Otra de las razones por la que practicar esta ralentización sirve para quienes quieran jugársela a la obsolescencia programada y aumentar así la esperanza de vida de las baterías y otros componentes del aparato. «Una de las garantías del underclocking es que se trata de una práctica segura que no pone en riesgo al ordenador, algo que no siempre se puede decir del overclocking», explica. Con tomarnos un tiempo en conocer el software y hardware que necesitamos a veces es suficiente.

Más allá de la práctica del underclocking, Soler recomienda otro modo de «green computing», no tirar los ordenadores que se hayan quedado obsoletos cuando existe la posibilidad de reciclarlos –convirtiéndolo en una máquina de arcade– o donarlos a ONG´s.

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Imágenes:  Campus Party Europe

Héctor Llanos Martínez

Hector Llanos Martínez es periodista freelance.

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