Pueden ser bonitos o incluso resultar favorecedores pero en la mayoría de los casos «delatan» a sus portadoras. Debajo de esos gorros o pañuelos se intuye una ausencia de pelo provocada, seguramente, por un agresivo tratamiento contra el cáncer. Que de ellos no asome ni un solo mechón de cabello suele confirmar las sospechas.
Aunque a muchas personas que padecen la enfermedad no les incomoda que el resto de la gente se dé cuenta de ello, a otras, en cambio, ciertas miradas ajenas les impiden llevar su vida con normalidad. «Cuando se encuentran con fuerza para volver a la calle y retomar su día a día, el que la gente les mire y se den cuenta de que llevan un pañuelo o una peluca les hace recordar continuamente su enfermedad», explica Eva Azkue.
Contra los gorros y pañuelos «chivatos», Azkue lanzó hace un tiempo Valka, una colección de gorros que permiten la incorporación de mechones de cabello para evitar así «las clasificaciones». «Los gorros y pañuelos que utilizan las mujeres con cáncer suelen carecer de volumen. Lo que queremos con nuestros gorros es que no se note «quién sí y quién no»». De hecho Valka no se dirige únicamente a pacientes con cáncer. «Cada vez nos lo pide más gente que no tiene ninguna enfermedad y que conserva su pelo».
Para las que no lo tienen pero no quieren prescindir de lucirlo, existe la posibilidad de incorporar mechones de cabello natural. «Se unen al gorro mediante unas pinzas y se puede poner como se quiera».
Valka, cuenta Azkue, nació de su propia experiencia personal como «presunta» enferma de cáncer. «Hace más de 10 años me operaron de unos miomas, pero no acaba de recuperarme. Al final me derivaron a oncología pensando que había un cáncer. Soy de esas personas que no pueden dejar de pensar e idear cosas y en aquel momento me dio por cavilar sobre qué me pondría cuando me quedara sin pelo por la quimio».
Por suerte, Azkue estaba «limpia». No había tumor alguno en su cuerpo por lo que dejó de dar vueltas al asunto. Hasta 2012, cuando una nueva operación le hizo volver a retomar el tema. «Tampoco entonces tenía cáncer, pero después de una operación estuve doce meses de baja y concebí la idea de los gorros».
Desde entonces, con ayuda de su hermano Pablo desde la parte de diseño web, la fotógrafa Ione Saizar, y Raquel Azkue aportando sus conocimientos sobre el sector textil, comenzó a crear los gorros.
«Lo último ha sido el lanzamiento de una serie de gorros reversibles. Al final, en el caso de las personas que los usan a lo largo de un tratamiento, es un complemento que se utiliza cada día por lo que si pueden cambiar de vez en cuando, mejor». En los últimos meses, Azkue se ha volcado también en la creación de mechones con más cantidad de pelo para chicas más jóvenes, para que sean ellas mismas las que puedan «jugar» con la disposición de estos. «En estas edades resulta aún más traumático quedarse sin pelo».
Todos los diseños están fabricados con tejidos naturales, transpirables, hipoalergénicos y se tiene especial cuidado con las costuras para evitar roces en una parte de la piel tan delicada.
De momento, los gorros Valka se venden especialmente en ortopedias («allí nos suelen conocer sobre todo las mujeres con cáncer de mama que acuden a comprar una prótesis»), pero Eva ya sigue pateándose San Sebastián y Zarautz, localidad en la que reside, para añadir nuevos puntos de venta.
«También hay gente que nos contacta por la web y son varios locales de moda los que los venden, no solo aquí en Guipúzcoa; también contamos con otros puntos de venta en Barcelona o Tenerife, entre otros».