Los primeros días del teletrabajo impuesto por la cuarentena Ricardo Llavador acicaló el lugar donde trabaja en casa. Lo montó como el decorado de un rodaje: todo medido, todo pensado. Puso la cámara en un ángulo que deja ver el piano del salón (abierto, a propósito, para que parezca que lo usa).
Al fondo colocó unas ñoras, un fuet y un jamonero para mostrar que ahí se come bien. En un rincón situó «unos DVD de David Lynch, por si alguien hace zoom», indica el director creativo de OmnicomPR.
Ese escenario es un decorado que monta a su antojo igual que el gamer que construye mundos. Fuera del ángulo de la cámara queda su intimidad: una manta sin doblar tirada en el sofá; una bombilla, una cuchara y varios pañuelos en la mesa de trabajo; unas botellas de vino vacías y unas camisas colgadas de una percha en una esquina de la habitación.
Esa es la versión artesanal de los escenarios para sus videollamadas. Pero poco juego le vio a eso y se lanzó a lo loco con los fondos de pantalla de Zoom. Empezó a poner fotos y vídeos a su espalda mientras habla con otras personas.
Y decidió tematizarlos: «El otro día tuve una conversación con unos amigos de Alicante y puse de fondo un vídeo de la mascletá», cuenta Llavador. «A veces me pongo de fondo la casa del amigo con el que estoy hablando. Aprovecho cuando, en medio de una llamada, se levanta y hago una foto de su casa sin que se dé cuenta. Luego me la pongo de fondo de pantalla para que parezca que estoy en su habitación en vez de en la mía».
Llavador se lo toma tan en serio que hasta ha puesto un croma (esa cortina verde) a su espalda para que los fondos de sus llamadas sean impecables. Para rematar: camisa, chaqueta y pajarita. Fuera de cámara, otra vez su intimidad. (Fuera de la cámara de Zoom, porque la cámara de fotos ha pillado el pastel).