Vídeos Gore más famosos de internet

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La violencia extrema ejerce una poderosa atracción sobre muchas personas.

Los videos gore, aquellos que muestran imágenes explícitas de violencia, tortura y muerte, tienen millones de visitas en internet.

Conoce uno de los videos más gore de Internet: El Caso de Emily’s Video

«Emily’s video es extremadamente gráfico y extremadamente violento. EXTREMADAMENTE. Nosotros no se lo recomendamos a nadie». Esta cándida nota fue enviada por los artistas italianos Eva y Franco Mattes, también conocidos por su pseudónimo 0100101110101101, junto a uno de sus experimentos artísticos más recientes. En anteriores trabajos, habían secuestrado un carrusel radiactivo de Chernóbyl, expuesto 10.000 fotos extraídas de ordenadores personales o robado célebres obras de arte de algunos museos. Ahora, han decidido coger a un puñado de voluntarios aleatorios, hacer desfilar ante sus ojos un video presumiblemente atroz y grabar sus reacciones.

Uno de los videos gore más famosos es el llamado «Emily’s video». Según sus creadores, los artistas Eva y Franco Mattes, se trata del «peor video del mundo», recopilado de lo más oscuro de la dark web.

El video fue mostrado a varios voluntarios mientras grababan sus reacciones. Luego, fue destruido. Así que su contenido exacto sigue siendo un misterio, pero las descripciones de los espectadores dan una idea de su naturaleza atroz.

«Sangre, nieve, ramas, carne, sonrisas maníacas…»

El objetivo de los Mattes era provocar y confrontar a la audiencia sobre su fascinación por estas imágenes. Algunos critican que rayaron en la crueldad, pero sin duda consiguieron su propósito.

Reacciones del video:

Algunas, atentas e imperturbables, sumidas en una indiferencia vagamente hostil; otras, escandalizadas y ojipláticas, que se echan las manos a la cabeza y apartan la vista. Sosegados albañiles, parejas de enamorados, grupos de colegas… todos se han grabado a sí mismos. Una mezcla de ciudadanos corrientes y youtubers efusivos, que consigue un resultado bastante surtido.

Muchos opinan que los trabajos de los Mattes rozan lo cruel y lo inmoral. Lo cierto es que son crudos, despiadados y subversivos. En 2010, simularon un suicidio a través de ChatRoulette. Durante horas, muchas personas observaron a un tipo colgando del techo de su habitación y Eva grabó sus reacciones.

Algunos reían, otros se quedaban inmóviles y otros incluso hacían fotos con sus teléfonos móviles. Alguien se puso unas gafas 3D. Solo uno llamó a la policía. En este caso, el ahorcamiento era una función teatral, pero sus reacciones eran puramente reales. Su voyeurismo fue castigado hasta sus últimas consecuencias. Además, jamás recibieron una explicación tras franquear aquella webcam donde reinaba el trauma. Muchos seguirán creyendo que vieron la naturaleza humana más espantosa.

Emily’s video, por su parte, sí era real: «La verdad es que estoy agradecida de que los Mattes me hayan hecho ver algo tan horrible. Tuve las imágenes- sangre, nieve, ramas, carne, sonrisas maníacas, excentricidades abstractas y borrosas- grabadas a fuego en mi cerebro durante semanas. Pero son experiencias desagradables, conocimientos del dolor que te hacen tomar conciencia de tu propia naturaleza», asegura la voluntaria.

Con semejante descripción, es evidente que adentrarse en el video era tan grato como hacerlo en la cámara frigorífica de una carnicería. Pero, ¿hasta qué punto somos absolutamente genuinos cuando hay una cámara delante? Nos queda la duda de saber si reaccionarían de forma idéntica en la soledad de su habitación, sabiéndola exenta de observadores. Si mostrarían la misma conmoción o iguales férreos juicios morales. Por ejemplo, algunos no pueden evitar mirar furtivamente a su webcam y otros incluso deciden grabar una autopresentación antes de ver el video, que los induce inevitablemente a sentirse juzgados durante toda la grabación.

Pero esta obra suscita, además, otro debate: el triunfo de los videos rollito gore, centrados en lo visceral y la violencia gráfica, en la red. El ojo humano, pernicioso, no solo está atiborrado de ellos, completamente insensibilizado ya, sino que los busca imperativamente. «Aquí todos somos culpables, no solo los artistas», reivindica la participante. Los Mattes, por cicatrizar imágenes nauseabundas en algunos cerebros inocuos; los voluntarios, por dejarse seducir conscientemente por una oferta morbosa. Nosotros, los espectadores, por devanarnos los sesos tratando de imaginar las pesadillas más oscuras recogidas de los bajos vientres de internet.

Matanzas de adolescentes que premeditaban su plan, escenas feroces grabadas con móviles alrededor del mundo, cuerpos sin vida. Esas historias son las que sintonizan con la curiosidad insaciable de la red. Asegura Michela Marzano, autora del libro La muerte como espectáculo, que «estamos en una sociedad en la que tenemos que ver para creer. La razón es simple: sospechamos de todo, porque hemos perdido la legitimidad y la confianza en la palabra».

¿Es demasiado apocalíptico hablar del fracaso del progreso moral? Puede ser. Más que ir para atrás, lo más seguro y menos pretencioso es que viajemos históricamente en círculo. Lo que sí parece real es que el voyeurismo y la frivolidad han ido ganando terreno en un anfiteatro social donde la información es cada vez más anónima y vertiginosa. Y la culpa no es de los Mattes.

Ellos empujan más allá de los límites, nos apartan por un momento de nuestras vidas anodinas y consiguen que los niñatos de la generación digital nos replanteemos ciertas cosas. Realidad y ficción, calco y autenticidad. Decidimos qué opinar de algo en función de lo que opinen los demás de algo. Muchas aristas y debates podemos extraer de estos trabajos, pero ahí está el mérito: la controversia en estado puro.

¿A qué se debe esta fascinación por lo macabro?

Algunos expertos apuntan a que ver estas imágenes activa el instinto primario de supervivencia. Otros, que es una forma de satisfacer morbosamente nuestra curiosidad sobre la muerte. Sea como sea, no cabe duda de que los videos gore conectan con algo profundamente arraigado en nosotros.

El Debate Sobre la Banalización de la Violencia

Más allá del caso concreto de Emily’s Video, este tipo de trabajos ponen sobre la mesa el debate sobre la banalización de la violencia en nuestra sociedad.

  • ¿Hemos perdido toda empatía ante el sufrimiento ajeno?
  • ¿Se ha convertido el dolor en un espectáculo frívolo?
  • ¿Dónde está el límite entre informar y contribuir a la desensibilización?

No hay respuestas sencillas. Pero sin duda, en la era de internet, la violencia explícita está más normalizada que nunca. Los videos gore son solo la punta del iceberg.Quizás los trabajos polémicos de los Mattes nos obliguen a reflexionar sobre nuestro papel como espectadores. Al fin y al cabo, si no tuviéramos tanta fascinación por estas imágenes, no existiría una demanda tan grande de violencia y sufrimiento.

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