Nació para pasar inadvertida. Para ser neutral, como buena suiza. Y la Helvética lo logró aunque solo en parte. Se hizo un hueco en textos de toda índole y en los logos de marcas de lo más variado sin llamar la atención. Pero tan bien cumplió con su cometido que se convirtió en una de las tipografías más famosas, con todo lo que eso supone.
Sobre ella se escribieron libros y se lanzaron todo tipo de productos de merchandising. Incluso, se filmó una película y se creó un perfume que huele a Helvética. Los diseñadores y creativos que la piropeaban se multiplicaban. También comenzaron a asomar los que manifestaban su hartazgo ante la omnipresencia de la tipo, aunque estos con bastante menos ruido.
En un punto intermedio se encuentra el equipo de wildwildweb. “Helvética es una marca en sí misma. Habrá gente que la ame con locura y habrá gente que la desprecie. Nosotros reconocemos su indiscutible valor e influencia en el mundo tipográfico y del diseño. No se trata de decir si es la mejor o no”, explica Iván Redondo, director de arte del estudio.
Pero el caso es que cuando decidieron crear un vino (“Somos muy fans del vino y siempre habíamos echado de menos un poco de aire fresco dentro de este mundo, en el que casi siempre se mezclaba el olor a vid con el de Varón Dandy”), pensaron en la Helvética.
El día que probaron el vino de Torre de Barreda, una de las bodegas más famosas de Castilla La Mancha, comprendieron que habían dado con lo que buscaban para Helvetica Wine.
Sus creadores recalcan la cuidada elaboración del vino, “desde el proceso de uva hasta el diseño de la botella”. De hecho, además de un “vino de primera”, lo consideran un elemento de diseño. Por eso, para su lanzamiento han creado una edición limitada de 1300 botellas serigrafiadas. A nosotros nos ha gustado y por eso podéis comprarla directamente en nuestra tienda.