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Rafa Abella (sismólogo): «Para un científico, la erupción de un volcán es un laboratorio»

El de la erupción de un volcán es uno de esos acontecimientos que generan sentimientos encontrados. Las impresionantes imágenes del fuego emanando de las, de momento, nueve bocas que se han abierto en la tierra en La Palma nos mantienen enganchados a las pantallas desde la tarde del domingo. El momento cumbre llega por la noche, cuando el sol se va y aquella zona de la isla se torna roja.

Pero mientras asistimos ensimismados al espectáculo, no podemos dejar de sentir desazón al ponernos en la piel de las miles de personas que están siendo evacuadas de sus casas, a las que, en algunos casos, no volverán. También de las que permanecen aún en las suyas, aunque sin saber por cuánto tiempo. En su caso, el miedo y la incertidumbre, seguramente, no les deje ni tiempo ni ganas para apreciar la belleza del fenómeno.

Ese choque de sensaciones no es ajeno a los sismólogos, volcanólogos y demás profesionales que están al pie del cañón estos días. En su caso, hay que sumar lo que para ellos representa desde el plano profesional.

Para Rafa Abella, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), «desde este punto de vista, para los científicos, algo como lo que está ocurriendo en la Palma es impagable. En mi caso, haber vivido dos erupciones (la de El Hierro, en 2011, y esta) en mi propio país (he asistido a otras en Sudamérica) es muy excitante. Esto es todo un laboratorio para la investigación geofísica, geoquímica… Aunque vivido con respeto, incluso con cierto miedo, y por supuesto, con toda solidaridad hacia los afectados».

Para Abella, como para el resto de científicos que están llevando a cabo labores de seguimientos y vigilancia del episodio que comenzó ayer sobre las 15:00 en la Palma, estas últimas horas están siendo trepidantes.

Vídeo grabado desde la carretera de Todoque por Stavros Meletlidis, geólogo del IGN, segundos después de producirse la explosión en Cumbre Vieja

 

A él le ha pillado en Madrid, aunque en unas horas estará volando a la isla para seguir al pie del cañón de forma más literal. Por suerte, podrá hacerlo porque todo apunta a que esta erupción no provocará las consecuencias que la del impronunciable volcán islandés Eyjafjallajökull  generó en 2010 en el tráfico aéreo de Europa.

«En aquel caso había un glaciar y la erupción se mantuvo durante bastante tiempo, lo que generó mucho vapor y una gran nube, de ahí el colapso aéreo. Este no es el caso».

Esta es una de las pocas cosas que se pueden decir a ciencia cierta a estas alturas respecto a lo que se puede esperar de este episodio telúrico. La pregunta del millón ahora es intentar saber durante cuánto tiempo se prolongará. Y, de momento, no existe una respuesta certera.

«Es difícil de saber porque puede pasar de todo. En Canarias hemos tenido erupciones de muchos tipos. La del Timanfaya (Lanzarote), en el siglo XVIII, se prolongó durante siete años, durante los cuales fueron apareciendo distintas bocas. Fue algo anómalo y es poco probable que vuelva a ocurrir».

«Las últimas que tuvieron lugar en La Palma se alargaron durante unas dos o tres semanas. Al producirse esta en la misma isla podríamos pensar que  tendrá una duración similar. Pero algo así creíamos en la última de El Hierro, en 2011, y, sin embargo, se alargó tres meses y medio…».

¿No existe ningún indicio que os pueda servir de pista para hacer un cálculo aproximado de lo que durará este fenómeno?

Hacer esa precisión es casi imposible. La erupción viene provocada por la presión que ha ido ejerciendo un intrusión magmática  y no sabemos ni cómo evolucionara ni durante cuánto tiempo se mantendrá esa presión en el interior de la Tierra. Es muy difícil valorar si serán dos semanas, tres o un año.

La noticia sobre la posible erupción saltó a los medios hace unos días, pero ¿desde cuándo los científicos barruntábais que esto podía pasar?

En el último año ha habido varias crisis sísmicas en La Palma. En el último año se han producido unos seis enjambres (conjunto de terremotos en poco tiempo).

En la última semana llevamos unos 1.500 terremotos localizados. Eso sin contar los que son más pequeños y difíciles de localizar. De ese tipo podemos llevar más de 7.000 eventos.

De ahí que no nos haya sorprendido mucho. Lo que no nos esperábamos es la velocidad con la que ha acontecido todo.

Ha sido muy rápido, pero desde el primer momento se esperaba que tuviera lugar algo así porque las tasas de energía acumulada eran muy elevadas y también han tenido lugar deformaciones que no se habían dado en episodios anteriores.

¿Cuál es la labor en estos días de los sismólogos y volcanólogos?

En concreto, desde el IGN, realizamos labores de seguimiento y vigilancia volcánica. Estas se articulan desde tres patas fundamentales:

. Control de actividad sísmica, esto es, detectar cuál es el movimiento del terreno. Antes de una erupción estamos muy pendiente del número de terremotos y su localización, pero una vez empezada la erupción, ya no hay tantos seísmos ya que el sistema se relaja y se observa otro tipo de registro que se conoce como tremor volcánico, que es un movimiento continuo del terreno producido por un movimiento de fluidos, en ese caso el magma.

Mientras que los terremotos pueden durar unos segundos, el tremor puede durar meses.

. La segunda pata es controlar la deformación. Para ello nos guiamos por las estaciones GPS que tenemos repartidas por toda la isla. Gracias a ellas podemos comprobar cómo se comportan unos puntos respecto a otros: medimos la distancia que hay entre una estación y otra, si se están acercando, alejando, vemos la altura que tienen, si se elevando o no… De esa manera, tenemos un poco de idea de cómo se está deformando el terreno.

. La tercera es la geoquímica. Se trata de hacer estudios tantos de los gases como de las aguas, porque en ocasiones estas pueden cambiar de composición debido a la erupción, lo cual puede ser muy peligroso.

Aunque sea casi imposible saber cuánto tiempo va a durar, ¿qué efectos sobre el paisaje, la fisonomía o el medioambiente de la isla se pueden estimar a medio o largo plazo?

Dentro de lo que cabe, en lo que se refiere al corto plazo, ha habido buena suerte porque ha sucedido en una zona poco habitada, lo que ha facilitado la evacuación. Aunque, para las personas que han perdido su vivienda, lamentablemente esto no sea ningún consuelo.

En el episodio que tuvo lugar en Teneguía, también en La Palma, en el 71, la lava llegó hasta el océano, y aquí también se espera que lo haga, por lo que es probable que se gane un poco de terreno al mar. Tampoco mucho.

A medio y largo plazo, al ser una zona volcánica, el terreno se regenerará continuamente y tampoco se supone que vaya a afectar demasiado paisajísticamente. Lo que es probable es que genere otro volcán parecido al Teneguía, pero se integrará perfectamente en el paisaje.

De hecho, aunque en el corto plazo las cenizas destrozan las cosechas, a medio-largo plazo es materia que regenera el terreno, lo que hará que las cosechas sean más ricas.

De ahí que haya mucha gente que, pese a la amenaza volcánica, viva en este tipo de terrenos porque suelen ser fértiles. Por ejemplo, con la última erupción de El Hierro, que fue submarina, se perdieron muchos peces. Los pescadores lo pasaron mal, pero ahora hay mucha más variedad y cantidad de especies.

Montaña de Lagi en la zona del volcán Cumbre Vieja (Shutterstock)

Podemos, al menos, estar tranquilos de que esta no es una de esas erupciones que traen consigo hecatombes naturales, incluso sociales, como la del Laki de Islandia, en el XVII, de la que se dice que fue el detonante de la Revolución Francesa por la hambruna que provocaron en toda Europa las pérdidas de cosechas…

Lo del Laki fue tremendo. Por suerte, como decíamos, esta ha tenido lugar en una zona poco poblada. En general, los volcanes de Canarias, salvo el Teide, suelen ser pequeños y monogenéticos, esto es, de una sola erupción.

Hablamos siempre de las Canarias, pero en la península existen también otras zonas volcánicas, ¿verdad?

Efectivamente, además de Canarias, hay otras zonas volcánicas más o menos activas. En Girona, en la zona de Olot, hay dataciones que dicen que la última erupción fue hace 10.000 años. La comunicad científica decide que un volcán es activo si ha tenido una erupción en los últimos 10.000 años, por lo cual estos volcanes están justo dentro del límite de tiempo para considerarlos así.

Que pueda llegar a haber actividad, sí; que es poco probable, también. Lo mismo ocurre con la zona del Campo de Calatrava.

Entonces, ¿quienes residen en este tipo de terreno deberían tener siempre activado el chip de que este tipo de cosas pueden llegar a pasar?

Siempre se ha de ser consciente de dónde se vive. Es como quien vive en un barranco y sabe que puede venir una riada. En estos casos, es la autoridad competente quien debe decidir dónde se puede construir y dónde no.

Nosotros, los sismólogos, nos limitamos a elaborar mapas de intensidad sísmica, información que sirve a autoridades y constructores para saber cómo construir en cada lugar. Por ejemplo, en Japón, donde los terremotos suelen ser muy violentos, se construye teniendo en cuenta esta circunstancia; de ahí que la mayoría de edificios no se derrumben.

Decías que una erupción es como un laboratorio para un científico. ¿De cada erupción, entonces, se aprenden cosas?

Lo que ya sabemos es que no hay dos erupciones iguales. Si hubiésemos pensado que esta era, por ejemplo, como la última de El Hierro, hubiéramos contado con casi tres meses hasta que se hubiese producido el episodio telúrico. Sin embargo, todo ha pasado en menos de una semana desde el inicio del ultimo enjambre.

Por Gema Lozano

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutenses de Madrid. Parece que fue ayer, pero lleva ya más de veinte años escribiendo -aunque no seguidos, :)- en distintos medios. Empezó en las revistas de Grupo Control (Control, Estrategias e Interactiva), especializadas en marketing y publicidad. Más tarde pasó a formar parte de la redacción de Brandlife, publicación gratuita de Pub Editorial.  Y en los últimos años sigue buscado temas y tecleando en Yorokobu, así como en el resto de publicaciones de la editorial Brands & Roses.

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