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Traductor simultáneo: ‘Wannabe’, el quiero y no puedo de los Z

Allá por los años 80 (sí, tus años 80, vetusto boomer) en el lenguaje coloquial de Estados Unidos se hizo célebre una expresión: wannabe. Se trataba de la contracción de la expresión inglesa want to be (quiero ser) y apareció por primera vez en la revista Newsweek en un artículo que hablaba de surf. Aquel texto se quejaba de los surfistas novatos que invadían las playas norteamericanas y a los que el autor definió como los wannabes, por aquello de I wanna be a surfer y quedarse en el intento.

La mecha estaba prendida, solo tenía que explotar. Y el bum definitivo llegó cuando el escritor John Skow volvió a emplear el término para describir a los fans de Madonna que ansiaban ser como ella y la imitaban, sin mucho éxito, en su forma de vestir, hablar y comportarse: los Wanna Be’s, escribió en un artículo de la revista Time en 1985 dedicado a la artista pop.

Pero, claro, háblale tú a un Z de los 80, que es como querer escarbar en el pleistoceno para explicar el mundo. Lo más arcaico que asimilan sin problema son los 90, de ahí que muchos de ellos sitúen el origen del palabro en la célebre canción de las Spice Girls: 🎶If you wannabe my lover…🎶.

Un o una wannabe es un quiero y no puedo, alguien que finge ser lo que no es y que, de paso, hace el ridículo porque se le ve a la legua el plumero. Un wannabe rico, una wannabe tiktoker, un wannabe negro en la cabalgata de Reyes… «En España hay muchas personas que cantan como si fueran boricuas o dominicanos: son unos wannabe», explica el rapero Ruxxo en un tiktok.

🎶Yo soy así. Me quiere a mí. Dejó a su novio porque era un wannabe🎶, cantaba el rapero argentino Trueno en el tema Mamichula que compartió con su chica, la también rapera Nicki Nicole, y Bizarrap, experto en beefs.

Lo más común será verlo escrito así, wannabe, aunque el Diccionario de Americanismos de la RAE (2010) lo sitúa en el argot juvenil de Puerto Rico y muestra dos entradas diferentes y adaptadas al castellano: wanabi (‘Referido a la persona, que gusta de aparentar’) y wanabí (‘Referido a un objeto, que imita un producto de mejor calidad o de una marca de prestigio’). Exótico queda, hay que reconocerlo al verlo escrito así. Pero qué poco flow.

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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