La vida de una persona es una línea que circula paralela a la de otras vidas, que incluso se entrecruza con ellas en ese espacio indefinido que llamamos tiempo. Mientras estás leyendo esto ahora, en otra parte del mundo alguien está comiendo, o quizá trabajando, o quizá llore la muerte de un ser querido. Todo transcurre a la vez, aunque no lo veamos.
Si alguien quisiera contar la vida de una y otra persona, la nuestra y la del vecino del otro lado del mundo, quizá optaría por la solución más fácil: escribir dos historias que se leyeran de manera independiente, relacionadas únicamente por una fecha, la del año que vivimos, y quizá algún acontecimiento histórico y político que afectara a la vida de ambos. Pero nosotros, como lectores, perderíamos esa sensación de simultaneidad en la que transcurren las trayectorias vitales de esos dos personajes.
Jorge Carrión y Javier Olivares querían contar dos historias de dos personas que, cada una en su terreno, cambiaron la forma en la que entendemos las bibliotecas y las librerías. Dos personas que coincidieron en el tiempo, pero que quizá nunca se conocieron. Una vivía en París y la otra en Hamburgo. Dos historias que pudieran leerse de manera independiente, pero, al mismo tiempo, que pudiéramos tener, como lectores, la experiencia de sentir que sus vidas transcurrían en paralelo, y leerlas, por qué no, de manera simultánea, saltando físicamente esa línea espaciotemporal que los separa cuando se convierten en libro. Y encontraron la solución: el formato acordeón.
Warburg & Beach (Salamandra Graphic, 2021) es una novela gráfica con guion de Jorge Carrión y dibujada por Javier Olivares que cuenta la trayectoria de la librera estadounidense Sylvia Beach, fundadora de la librería Shakespeare & Company de París, y el historiador del arte alemán Aby Warburg, creador de la biblioteca Warburg e ideólogo del Atlas Mnemosyne. Durante los primeros años del siglo XX, estos dos personajes redefinieron con sus proyectos la relación entre lectores y escritores, entre el arte, los libros y la literatura. «Su aportación fue crucial para las formas en que leemos en el siglo XXI», confirma Carrión.
En sus trayectorias paralelas interactúan con escritores e intelectuales de su época que transitan por la vida de Beach y Warburg formando un collage, un friso de dos caras por el que nos invitan a viajar como si fuéramos una mariposa que vuela sutilmente entre dos universos.
La idea original, explica Olivares, era contar únicamente la vida de la librera y el historiador del arte, pero al profundizar en el proyecto, Carrión pensó que debían abrir el foco un poco más y hablar también de otro tipo de personajes que enriquecieran el relato al interactuar con los dos protagonistas. De esta manera, genios como Duchamp o Joyce se convierten en personajes secundarios que revolotean alrededor de Beach y Warburg.
Olivares y Carrión llevaban ya tiempo trabajando en este proyecto, armándolo poco a poco entre trabajos y compromisos laborales que ambos tenían por su cuenta. El ilustrador habla de ello como de un proceso largo, calmado, en el que aprovechaban cada viaje en el que podían verse para hablar de la novela gráfica, avanzar con la historia, poner piezas que completaran el puzle y añadir detalles. Cuando llegó la pandemia, la novela ya estaba prácticamente terminada, confirma Carrión, quien afirma que sí echó de menos un último encuentro en persona para poder revisar juntos la penúltima versión «y brindar por el proyecto concluido».
El formato en acordeón fue siempre la idea original. Estuvo en la mente de Jorge Carrión desde el primer momento. Era la mejor solución para no jerarquizar a los personajes, para no poner a ninguno por delante del otro, algo inevitable en una encuadernación normal.
«Podríamos habernos inventado algún mecanismo que jugara con el objeto para no superponer a ningún personaje», explica Javier Olivares. Pero cree que lo bonito de la idea es que muestra a dos personajes que son prácticamente contemporáneos, «con lo cual, el concepto del libro en el que paralelamente se desarrollan sus dos vidas queda físicamente explicado de una manera muy concreta y muy bonita. Desde el principio, esa idea estaba ahí y es un poco nuestro empeño de que fuese así porque tenía que ser así».
«Aporta la sensación permanente de que hablamos de vidas paralelas, pues cada una se cuenta en las páginas que están en la misma hoja; y la posibilidad de crear un loop infinito, cuando terminas de leer puedes volver a empezar», corrobora Jorge Carrión.
Este formato condicionaba la forma no solo de leer la novela gráfica, sino también la manera de ilustrarla. «Por un lado, efectivamente, al ir doblado, mantienes la unidad de la página como concepto narrativo, pero claro, al desplegarlo, tienes una visión narrativa muy diferente», señala Olivares.
El acordeón les permitió también elaborar dos narrativas diferentes para cada parte. Una más organizada, más luminosa, más de cara a la calle, que es la que ocupa Sylvia Beach, frente a otra más oscura, más intimista, algo más caótica, como la de Aby Warburg.
«La propia estructura de la vida de Beach me llevó a pensar esa idea en la que había todavía viñetas», explica el ilustrador, en la que se muestra una parte central, idea de Carrión, que es una panorámica de fachadas y de lugares. «O sea, digamos que es como una especie de gran teatro, una panorámica de su vida en las ciudades en las que ocurre, o los sitios en los que ocurre, en las habitaciones en las que pasa… Y mientras, arriba y abajo, digamos, la narrativa tradicional se despliega de una manera más convencional, con viñetas, escenas. Eso nos permitía tener un tono para Beach».
Tocaba enfrentarse ahora al reto de ilustrar la historia de Warburg, un personaje mucho más complejo y atormentado, y su concepto de biblioteca. El historiador alemán ordenaba los libros siguiendo la ley del buen vecino, un orden propio que no era ni cronológico ni temático, sino una red de asociaciones entre texto e imagen.
«Ese choque y ese diálogo iconográfico entre la historia del arte como algo general me llevó a trabajar de una manera parecida», cuenta Javier Olivares. «Prescindí un tanto de la estructura de viñetas y me fui a una estructura más libre en la que las imágenes dialogaban también y se encontraban con otras; había algunas más grandes, otras más pequeñas…».
Olivares describe el proceso como un juego en el que, intentando mantener la estructura tradicional de página, el lector pudiera elegir entre desplegar la historia o leerla como un libro normal sin que uno u otro modo cambiara el relato. Y, aunque el ilustrador recomienda desplegar la historia porque se pueden apreciar otros sentidos y significados en las viñetas, asegura que la narración es completamente fluida, no hay fronteras entre páginas.
¿Cuál fue el mayor reto narrativo a la hora de plasmar las trayectorias de dos personajes tan diferentes entre sí? Carrión lo tiene claro: «Convertir biografías reales en relatos con tensión narrativa y con expansión simbólica». Una tensión narrativa y una simbología que se traslucen en la manera de dibujar la historia de Javier Olivares.
Los espacios en los que se mueve Sylvia Beach son abiertos, la luz lo invade todo, la arquitectura se convierte en una protagonista más. Con ella, el libro sale de los estantes oscuros para conectar con los lectores, con los escritores, con los músicos… «La librería se abre al espacio público a inicios del siglo XX (durante el XVIII y parte del XIX no existía el escaparate) y la historia de Beach es muy parisina. Nos interesaba que estuviera representada su ciudad», explica Jorge Carrión.
Warburg, sin embargo, es más oscuro. Su mente es compleja, su espacio, que es su biblioteca, es un lugar cerrado, laberíntico… «La biblioteca de Warburg, en cambio, no era de acceso público. Y se convirtió en un reflejo de su cerebro atormentado. De ahí la claustrofobia y el uso del collage», concluye el periodista y escritor.
Por eso, confirma Olivares, ambas personalidades, la abierta de Beach frente a la atormentada de Warburg, se reflejan también en el dibujo y se trasladan, igualmente, al prólogo que precede a la historia de la librera (con Mary Wallstonecraft como protagonista) y al epílogo que cierra la biografía del historiador alemán (con Duchamp como personaje principal).
¿Qué une a Wallstonecraft y a Duchamp con Beach y Warburg? Una línea cronológica, aclara Carrión. «Una historia es la semilla de ciertos cambios que se producirán en los siglos XIX y XX, vinculados con el feminismo y la incorporación de la mujer al trabajo intelectual; la otra es una expansión americana de lo que ocurrió en Europa durante las décadas anteriores».
Y para terminar de unir todos los relatos en uno solo, Javier Olivares optó por esconder sutilmente elementos gráficos como la mariposa, que funciona a modo de hilo de Ariadna que nos guía por este laberinto (otro símbolo).
«El libro está lleno de detallitos que voy poniendo. Algunos son de Jorge; muchos son míos porque, claro, yo me encargué un poco de visualizarlo todo. Y, por ejemplo, la mariposa sí que aparecía en el laberinto como idea». La vemos revolotear bajo la luz de una farola en el prólogo de Mary Wallstonecraft, aparece en la portada de un libro que Sylvia Beach entrega a un misterioso personaje que podría ser el propio Warburg, y la vemos formarse en el humo de la pipa que fuma Duchamp en el epílogo.
«Al final, hemos conseguido usar a nivel iconográfico un libro que nos hemos planteado también como un reto, porque estamos hablando de eso también, de cómo las imágenes cuentan las historias. Si te pones a mirar, en el libro hay un montón de detalles y de cosas que hemos ido añadiendo, y de juegos y elementos muy divertidos».
La mirada del lector también participa de ese juego de símbolos que se esconden en el cómic. «Por eso es tan bonita y tan interesante la narrativa gráfica. Porque te permite que tú, como lector, tengas esa experiencia tan diferente, siendo el mismo dibujante y el mismo cómic y todo lo mismo», concuye Javier Olivares. «Son las herramientas que manejamos los dibujantes, no solo la composición, el color y tal, sino todo lo que conlleva la representación gráfica del mundo particular de cada uno de los personajes. Ahí tienes mucho margen para jugar».
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