No son camisetas. Es un proyecto de “arte urbano itinerante en constante deconstrucción”. Indisorder no necesita galerías. La muestra se exhibe, a diario, en esta colección de camisetas de edición seriada que un grupo de artistas ha convertido en “lienzos callejeros”.
Estas camisetas nada tienen que ver con el territorio de la moda. Sus autores las entienden como “piezas de activación social” y han hecho sus diseños pensando que cada persona que las vista estará participando en una “constante exposición itinerante”. En su conjunto, se trata de “wearing art”.
Indisorder nació con un ‘no’ en su interior. Fuera las etiquetas convencionales. Fuera el vicio de etiquetar a la gente y a las cosas. Las camisetas no llevan etiquetas. Tampoco los modelos. En su lugar, muestran una advertencia en su rostro: Don’t tag.
Ninguna tirada de una edición supera las 220 unidades. Están fabricadas en algodón orgánico y el lienzo se rige por las normas de la “ecología textil” y el respeto al medio ambiente. “Nos hemos asegurado de que no exista explotación en la línea de producción”, aseguran en su carta de presentación.
Alice Congiu, Angela Alonso (Savage Girl), Cecilia Molano, Coco Riot, Cristina Vela, Liox, Manuel Antonio Domínguez Gómez, María Castrejón, MP5, Myriam Cameros, Nac Scratchs y Susanna Martín han hecho los diseños. Son artistas de España, Francia e Italia, pero eso es lo de menos, porque viven, según el momento, en cualquier parte del mundo.
Su declaración de principios establece que Indisorder “se teje cotidianamente con multiplicidad de voces que quieren su propia manera de estar, de habitar la realidad, de jugar con los clichés, de liberarse de la horma que constriñe, poniéndose torcidos siempre”.
La historia de las camisetas como arma de protesta empezó en los años 60. Eran una pancarta fácil y barata para manifestarse a favor o en contra de algo. Lo cuenta Mar Gallego en el dossier de presentación del proyecto. “La carga histórica de esa simbología se rescata aquí como arte activista, rompiendo en Indisorder el uso‐cliché de las t‐shirts y eligiéndolas como formatos por sus posibilidades remotas y por su desvinculación de los circuitos convencionales donde el arte ha sido exhibido”.
La escritora dice que ya lo apuntaban los conceptualistas. “El arte más interesante se podía hallar en las energías sociales no reconocidas como arte: estas energías todavía estaban esperando a que los artistas conectaran con ellas. Eran una materia prima de asombroso potencial que expandiría sus posibilidades. En este sentido, el arte en t‐shirt, el lienzo móvil que plantea una camiseta, se presenta desde aquí como arte urbano itinerante, trasladando las apuestas subversivas de una cultura contra‐sexual a la callejería más espontánea”.