No es necesaria una explosión ni un tiroteo para hacer que el espectador se inquiete en su sofá. Basta un ama de llaves inglesa con una colección de bastones a su espalda. (ABAJO, UN PUÑADO DE ESPÓILERS)
Pero antes de que lleguen las amenazas con los bastones de fondo, hay que preparar el terreno más o menos como en un western con duelo final. Porque el momento entre la Sra. Hughes y el violador respira a cine de pistoleros, aunque no acaba en tiros… Y no es el último duelo.
CRUELDAD CONTRA UN INOCENTE
En estas películas todo comienza con una escena de violencia inesperada que tiene como víctima a una persona inocente. Y sin duda Anna es la persona más inocente, que no ingenua, de Downton Abbey. La violación que sufre Anna es la escena más cruda de todas las temporadas. Una escena que no es explícita y que muestra, una vez más, que una escena de violencia en medio de una aparente calma impresiona más a la mente del espectador que una sucesión de tiros, peleas y agresiones. (En Downton Abbey la violencia está en una mirada, en un puño que se cierra, en un comentario hecho con malicia, pero dentro de las convenciones sociales… De manera que cuando la violencia se vuelve física, apabulla).
UNA REPARACIÓN QUE TARDA EN LLEGAR
La violación es un acto que no tiene consecuencias inmediatas para el criminal, el ayuda de cámara de un invitado habitual de Downton Abbey. De manera que el espectador contempla los siguientes capítulos con desasosiego: el violador se comporta jactancioso, prepotente cada vez que pisa Downton Abbey.
Anna no quiere denunciar para evitar que su esposo, el paciente Sr. Bates, se tome la justicia por su mano y acabe en la horca. La Sra. Hugues, tomada como confidente, tiene las manos atadas por la promesa de silencio que hizo a Anna. De manera que crece en el espectador el ansia de venganza o de justicia que a estas alturas se confunden. Lo que el espectador quiere es que el violador desaparezca como sea… Por esto, llegados a este punto del desasosiego, la escena del cuartito con los bastones es grandiosa.
UN DUELO (DE PALABRAS)
Una habitación pequeña llena de bastones, el tipo despreciable sentado, más atento a pulir los zapatos de su señor que a la Sra. Hughes que entra llena de ira e indignación. Ella dice que lo sabe todo y advierte al violador de las consecuencias que podría traerle estar en la mansión de los Grantham. Y uno desea que la señora Hughes deje de hablar y coja uno de los bastones y lo estampe repetidas veces contra la cabeza del violador hasta dejarlo en el sitio…
Pero esto no ocurre por varias razones: no está en la naturaleza de la señora Hughes impartir justicia mediante el asesinato, y si así fuera, ella no se dejaría llevar por el arrebato. (La Sra. Hughes sería de té). Ella representa al espectador indignado, el que dice: «Si yo pudiera, lo mataba», pero que jamás llevaría a cabo tal acción.
Julian Fellowes es un manipulador: Los mismos diálogos en otra habitación perderían carga dramática. Imaginemos esto en el comedor de los criados (sin cubiertos a la vista) o en el pasillo, y se vería cómo la fuerza se diluiría cuanto más desnuda la estancia y más opciones de fuga para el criminal. Así que la Sra. Hughes abandona la estancia dejando al espectador con las ganas. Sin embargo, el espectador reflexiona más tarde: si la Sra. Hughes hubiera matado a ese canalla se hubiera metido en un lío…
El espectador quiere que llegue la justicia y que no haya consecuencias para los protagonistas… Así mantiene Fellowes la tensión hasta el final de temporada. El regalo para el espectador se hace esperar.
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