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Karts a pedales, de madera y sin pegatinas de superhéroes

«Salvo algún triciclo rosa chicle, el resto de karts estaban dirigidos a los chicos». Cuando Pablo Ortuño y sus compañeros de facultad realizaron un estudio de mercado del sector del juguete en 2014, corroboraron que la decoración predominante de estos vehículos a pedales estaba inspirada en superhéroes como Spiderman o Batman, lucían llamas de fuego o imitaban a vehículos de marcas como Jeep. «A partir de ahí, Pablo comenzó a rondar la idea de hacer algo diferente, con un diseño elegante, atemporal y unisex. Ahorrando, de paso, en royalties».
Quien lo cuenta es Juan Gomis, cofundador de Woody Karts junto al citado Ortuño, que explica, también, que lo que buscaban era crear un juguete de manejo sencillo y divertido, «por eso primamos la ligereza (12,5 kg, frente a los 14 kg que suelen pesar los de plástico) y eficiencia del diseño, cosa que nos permite además cuestionar modos de pensar y actuar establecidos, aceptados y socialmente extendidos («caballo grande ande o no ande»). Ese es  el motivo de que hayamos apostado por un producto hecho con materiales livianos, naturales y reciclables».
Entre estos materiales se encuentra el contrachapado de grado marino, «un material con grandes capacidades de resistencia estructural y mecánica (de hecho los Woody Karts pueden aguantar el peso de un adulto de hasta 85 kg). Es barato y fácil de cortar y curvar. Soporta la exposición a la intemperie (como los columpios de los parques). Además es ligero (de hecho se sigue usando en aviación) y es atóxico, porque no contiene ftalatos ni ninguna otra sustancia que pueda ser nociva para el desarrollo del niño». A esto último, Ortuño añade que una vez fabricado, al vehículo no se decora con colorantes azoicos, sino barnices incoloros y colas inocuas.
El cochecito, pensado para niños de entre 3 y 7 años, está concebido como un juguete unisex. «El juego simbólico es parte de la socialización del niño y en muchos casos a través del juego empiezan a consolidarse diferentes roles de género. Ahora conducen tanto los padres como las madres y conviene que los juegos reflejen los cambios sociales, permitiendo la imitación de dichos comportamientos tanto a chicos como a chicas para fomentar futuros adultos sanos, independientes y críticos».

Pero Woody Karts nace también con la ambición de convertirse en promotor  de la movilidad sostenible entre los más pequeños. «Estamos también trabajando en el desarrollo de guías didácticas y brand books que incluirán algún consejo a modo de escuela de padres».
Aunque propuestas como esta última se desarrollarán en fases venideras porque «de momento, solo contamos con una maqueta que hizo Pablo de forma artesana para dar rienda suelta a su creatividad y llevar el diseño más allá del papel y el ordenador. Previamente a estudiar la ingeniería Pablo se formó como tornero fresador y delineante industrial y por eso en su tiempo libre se puso manos a la obra para dar cuerpo a su idea».
Ortuño sigue trabajando en Woody Karts como parte de su proyecto final de carrera. Lo hace desde en Warrington (UK), donde trabaja en Decathlon poniendo en práctica sus habilidades para la mecánica de bicis y proponiendo ideas de accesorios de ciclismo a Decathlon Francia.
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Mientras, desde Alicante, Gomis se encarga de seguir buscando ‘aliados’: «Mantenemos conversaciones con industrias auxiliares del juguete, del mueble y la aeronáutica de la provincia de Alicante que han creído en el proyecto y nos están brindado un gran apoyo, como la empresa de mobiliario Ripay o LOA Aviación, una empresa de fabricación de autogiros, reubicada en Muchamiel».
Tras obtener la homologación del instituto tecnológico del juguete AIJU, el objetivo de Wood Karts es fabricar localmente 20 unidades del prototipo. «Queremos arrancar el programa de beta testing a finales del invierno, cuando volvamos de ver la feria del juguete de Nuremberg. Así distintas familias e instituciones podrán probarlos durante la primavera y con su ayuda en la cocreación ajustaremos los últimos detalles que incorporaremos al modelo a homologar en AIJU».

 
 

Por Gema Lozano

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutenses de Madrid. Parece que fue ayer, pero lleva ya más de veinte años escribiendo -aunque no seguidos, :)- en distintos medios. Empezó en las revistas de Grupo Control (Control, Estrategias e Interactiva), especializadas en marketing y publicidad. Más tarde pasó a formar parte de la redacción de Brandlife, publicación gratuita de Pub Editorial.  Y en los últimos años sigue buscado temas y tecleando en Yorokobu, así como en el resto de publicaciones de la editorial Brands & Roses.

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