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Woshibai: el ilustrador que crea cómics laberínticos

Woshibaii

Líneas puras y matemáticas. Los cómics de Woshibai emplean la sencillez pero no el feísmo. Su trazo sirve para depositar la idea o la adivinanza sin interferencias; lo cual, a veces, la hace más críptica. El estilo esquemático y en blanco y negro parece invitarnos a colorear, igual que los cuadernillos del parvulario.

Woshibai tiene 30 años y vive en Shanghai. Estudió Diseño Industrial, pero al entrar a la carrera supo que aquello no marcaría su futuro y dedicó sus horas a escaparse para dibujar. Más tarde trabajó desarrollando videojuegos, pero su inclinación por la ilustración, de nuevo, acabó venciendo: hoy, se dedica a ello profesionalmente.

Su vínculo con el cómic comenzó con el desafío Soft Candy Comics, se trataba de parir una historieta inspirada en un tema diferente cada semana. Descubrió que se divertía y, sobre todo, se percató de una ventaja del formato: «El cómic te aporta la dimensión del tiempo, puedes establecer el ritmo y crear pequeños espacios», recuerda.

Su forma de componer ideas necesita ese marco. Sus viñetas se fundamentan en la rotura de la lógica o la revelación de dobleces inesperadas a través del juego óptico. El humor, confiesa, es un elemento más para configurar la atmósfera; pero no desempeña un papel prioritario. El ilustrador deja espacio a la interpretación del observador; prefiere no analizar su propio mensaje: «Me resulta difícil, nunca pienso en ello durante el proceso de creación».

Además de estos malabares de perspectivas en apariencia inocentes, Woshibai plasma sentimientos, muchas veces biográficos: recuerdos de ingenuidad infantil o fragmentos de soledad. También para eso una sola imagen se quedaba corta.

Los sentimientos son estados no secuenciales, suceden, irradian; pero, a la hora de expresarlos, Woshibai no encuentra más remedio que recurrir a algún tipo de hilo narrativo, ya sea relatando una historia o recreando los modos de funcionar que nos imponen esos sentimientos.

El ilustrador destaca entre sus autores predilectos a dibujantes como Yan Cong o Ganmu, creador de Alita, la protagonista de una reciente producción cinematográfica. Se inspira también en la literatura de Zhy Yue o la poesía del director de cine iraní Abbas Kiarostami.

El plano del laberinto

Su sistema de trabajo es anárquico: «Colecciono muchas fotos y dibujo mis ideas en papel en cualquier momento; siempre llevo folios en mi bolsillo. Después de dibujar un cierto número de bocetos, elijo los que merecen la pena y los envío a mis amigos para escuchar sus opiniones», explica.

Entonces empieza a dibujar, siempre con el cauce mental abierto: «Los bocetos sirven como punto de partida para que surjan ideas divergentes y nuevas conexiones. A veces me llevan a un callejón sin salida y otras a una historia que nunca hubiera esperado», relató al blog Paradise System.  

Tal vez por esa concepción del proceso creativo, a veces, las viñetas de Woshibai parecen escaparse de las manos y extraviarse por unos caminos que pueden tener sentido en la mente del creador; sin embargo, el espectador no siempre tiene al alcance de su mano el plano que resuelve el laberinto.

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