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Algunas estrategias del clásico ‘Writing Tools’ para escribir mejor

Roy Peter Clark lleva casi 40 años enseñando a escribir. El académico ha dado clase a niños pequeños y a periodistas galardonados con el prestigioso premio Pulitzer de periodismo. Durante ese tiempo ha publicado 18 libros sobre técnicas para mejorar la escritura y ha llegado a la conclusión de que a muchas personas les impone escribir porque piensan que es un arte reservado a los que tienen un don.

Clark está en desacuerdo con esta idea. El profesor de la escuela de Periodismo Poynter Institute (Florida, Estados Unidos) ve la escritura como una artesanía y piensa que la mejor manera de perderle el miedo es acercarse a ella como el que se interesa por la carpintería. Después, basta con tener al lado una caja de herramientas para empezar a construir objetos; y eso es lo que ofrece el académico en su libro Writing Tools.

La obra se ha convertido en un clásico, no solo para periodistas y escritores. Se dirige a todo el mundo. «El acto de escribir te hará un alumno mejor, un trabajador mejor, un amigo mejor, un ciudadano mejor, un profesor mejor, una persona mejor», indica Clark en la introducción de esta guía que, en su versión en podcast, lleva más de dos millones de descargas.

Ilustración de Juan Díaz-Faes

El estadounidense reúne 55 herramientas en Writing Tools, pero antes de explicarlas, advierte al lector de que la escritura no se ciñe a normas; solo se pueden dar consejos. Aquí van algunas:

1. Orden en las frases.
Empieza con sujetos y verbos. Presenta pronto lo que quieres decir y deja para después los elementos secundarios. Capta la atención del lector en las primeras palabras de un texto.

Este orden puede alterarse si lo que buscas es crear suspense o provocar tensión. Entonces deja el sujeto y el verbo para el final de la cláusula principal.

2. Orden de las palabras.
Sitúa los vocablos más fuertes al principio y al final de la oración; deja para la parte central el contenido menos importante. Lo más intrigante de la frase con la que Gabriel García Márquez empezó Cien años de soledad está situado en el comienzo y en el fin: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».

Así lo hizo también el personaje que anunció una trágica noticia en Macbeth, de Shakespeare: «La reina, mi señor, ha muerto».

Ilustración de Juan Díaz-Faes

3. Activa los verbos.
Los verbos potentes crean acción y muestran a los personajes. Clark cita como un ejemplo magistral Desde Rusia con amor. En esta novela la acción es vigorosa: «El oficial clavó en él una mirada fría. Dijo algo en ruso. Los soldados que lo habían conducido al interior comenzaron a arrastrarlo al exterior. Grant se los sacudió de encima con facilidad. Uno de ellos levantó la ametralladora».
Clark recuerda uno de los consejos que siempre daba George Orwell: «Nunca uses una voz pasiva donde puedas utilizar la activa».

4. Sé pasivo-agresivo.
Es importante decidir si quieres usar verbos activos o pasivos porque producen efectos diferentes en el lector o el oyente. Clark recomienda utilizar los verbos en pasiva para llevar la atención a la persona o a la cosa sobre la que recae la acción y pone como ejemplo un texto que Jeff Elder publicó en Charlotte Observer sobre la desaparición de las palomas mensajeras.

El autor usó la voz pasiva con una clara intención: quería mostrar que estas aves no hicieron nada para desaparecer; fueron los humanos quienes las exterminaron. «Enormes jaulas fueron gaseadas desde los árboles… Las palomas fueron llevadas a los mercados en un vagón de tren tras otro vagón de tren… En una generación humana, el pájaro nativo más numeroso de América fue eliminado».

Clark lo esquematiza así:

  • Los verbos activos mueven la acción y revelan a los actores de la historia
  • Los verbos en voz pasiva enfatizan lo que le ocurre al receptor, a la víctima
Ilustración de Juan Díaz-Faes

5. Atención con los adverbios acabados en -mente.
Muchos escritores aborrecen los adverbios sin piedad (García Márquez, también). Dicen que no aportan nada y que hacen las frases más lentas, más densas, más pesadas. Clark piensa exactamente lo mismo, pero dice que hay un caso en el que resultan muy útiles: cuando se emplean para cambiar el significado de los verbos.

En esta oración: «ella sonrió felizmente», el adverbio no amplía el significado; expresa algo que se da por sobreentendido. En cambio, en este caso: «ella sonrió tristemente», cambia el sentido al verbo y produce sorpresa al lector.

6. No abuses de los gerundios.
El gerundio debilita el verbo y alarga la palabra, según Clark. Un texto con demasiados gerundios puede resultar tedioso y pastoso como un chicle. Es fácil sentirlo al comparar estas dos oraciones:

«El guardián estaba trabajando cuando llegamos. El sol ya estaba cayendo y las nubes estaban volviendo amenazando lluvia».

«El guardián trabajaba cuando llegamos. El sol caía y las nubes volvían para anunciar amenaza de lluvia».

Ilustración de Juan Díaz-Faes

7. No temas las frases largas.
Clark anima al escritor a que se atreva a «llevar al lector por un viaje por el lenguaje y el significado», y para aprender a hacerlo recomienda leer las oraciones magistrales de Tom Wolfe, como esta, por ejemplo, de La hoguera de las vanidades: «En la primera fila, a través del reverbero luminoso, capta el alcalde la mirada que le dirige Mrs. Langhorn, la mujer del pelo cortado a lo chico, la concejala del distrito, la persona que le había presentado al auditorio hacía —¿cuánto?— apenas unos minutos».

El académico asegura que de la prosa de Wolfe se pueden extraer algunas enseñanzas para que las frases que se extienden durante varias líneas no acaben naufragando.

– Es aconsejable que el sujeto y el verbo de la primera cláusula aparezca al comienzo de la oración.

– Las locuciones largas se utilizan para describir hechos o ideas extensas.

– Escribir en orden cronológico facilita la comprensión del texto.

– Las oraciones largas deben combinarse con otras más cortas.

– Resultan muy útiles para hacer una lista o un catálogo de productos, nombres, imágenes.

– Estas frases requieren un trabajo de edición más complejo. Es necesario plantearse si todas las cláusulas tienen sentido o si se podría prescindir de alguna.

Hace tiempo que las oraciones empezaron a ser más cortas. En los años 40, el experto en legibilidad y escritura Rudolf Flesch estudió cómo había cambiado la escritura en los últimos siglos y halló que en la época isabelina (1558-1603), la media de palabras en una frase era de unas 45; en el periodo victoriano (1837–1901), de unos 29 vocablos; y a mitad del siglo XX, de unos 20 o menos.

Ilustración de Juan Díaz-Faes

8. No tengas miedo a meter tijera.
«La escritura vigorosa es concisa», escribió William Strunk en The Elements of Style. «Una frase no debería incluir palabras innecesarias; ni un párrafo, frases innecesarias, por la misma razón que un dibujo debería prescindir de líneas innecesarias o una máquina, de piezas que no sirven para nada. Esto no significa que todas las oraciones tengan que ser breves o que se eviten los detalles, sino que cada término debe contar algo».

Clark indica que para conseguir una escritura concisa es necesario releer el texto y revisar estos aspectos:

– Elimina cualquier pasaje que no mantenga el foco del discurso.

– Prescinde de las anécdotas, las escenas y las declaraciones más flojas.

– Borra cualquier pasaje que hayas escrito para satisfacer a tu editor o tu profesor en vez de al lector.

– No invites a nadie a cortar esas palabras o esas frases por ti. Tú eres el que mejor conoce el texto.

Ilustración de Juan Díaz-Faes

9. Da prioridad a las palabras sencillas frente a las técnicas.
Esto facilita la comprensión del texto. Ocurre lo mismo con los vocablos cortos frente a los extensos. George Orwell aconsejaba utilizar las voces más cortas frente a las más complejas y Clark llama la atención sobre lo poderosos que resultan los términos de una sola sílaba: sol, ven, sí.

10. Juega con las palabras, incluso en las historias serias. 
«Del mismo modo que un escultor trabaja con arcilla, un escritor modela el mundo con las palabras», expone Clark. Es necesario tener un vocabulario amplio y jugar con él sin miedo. Incluso estirar y alterar el significado de las palabras para expresar lo mejor posible lo que se quiere contar.

11. Narra de forma cinematográfica.
Trata de mostrar en vez de contar. Redacta como si estuvieras mirando con una cámara.

12. Busca imágenes y metáforas originales.
Evita las frases hechas y los clichés. Clark cuenta que muchos periodistas de gran reputación desechan más de doce imágenes antes de sentirse satisfechos con una. Una buena metáfora requiere una buena pensada.

Ilustración de Juan Díaz-Faes

Por Mar Abad

Periodista. ✎ Cofundadora de la revista Yorokobu y de la empresa de contenidos Brands and Roses (ahí hasta julio de 2020).

Libros.  Autora de Antiguas pero modernas (Libros del K.O., 2019). «No es una serie de biografías de mujeres; es una visión más vívida, más locuaz y más bastarda de la historia de España». Lo comentamos en El Milenarismo.

Autora de El folletín ilustrado junto a Buba Viedma. Lo presentan en Mundo Babel (Radio3) y en Las piernas no son del cuerpo, con Juan Luis Cano (Onda Melodía).

Autora de De estraperlo a #postureo (editorial Larousse, 2017). Un libro sobre palabras que definen a cada generación y una mirada a la historia reciente desde el lenguaje. Hablamos de él en Hoy empieza todo (Radio3), XTRA!, La aventura del Saber (La2).

Autora junto a Mario Tascón del libro Twittergrafíael arte de la nueva escritura (Catarata, 2011).

Laureles. ♧ Premio Don Quijote de Periodismo 2020. Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2019, Premio Internacional de Periodismo Colombine 2018, Premio de Periodismo Accenture 2017, en la categoría de innovación.

6 respuestas a «Algunas estrategias del clásico ‘Writing Tools’ para escribir mejor»

Hola! me interesa este libro, ¿está publicado en español?. Si es así, ¿cuál es su título y dónde podría conseguirlo?
Muchas gracias

Al final vas a conseguir que escribamos, y que escribamos mejor y con gusto. Marabadiano artículo ilustrado de lectura simpática y sencilla recomendable para todos. 🙂

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