‘Yes, We Fuck!’ es un documental sobre sexo. Sobre sexo entre personas con diversidad funcional. Y es también un acto político, como todo en esta vida.
Sus autores, Raúl de la Morena –realizador de obras como ‘Editar una vida’- y Antonio Centeno, activista de OVI Barcelona (Oficina de Vida Independiente), no sólo muestran cómo viven su sexualidad las denominadas ‘personas con discapacidad’, sino que reivindican, por encima de todo, el derecho a la diversidad y a su visibilidad: el derecho a no acatar la estética hegemónica de lo bello, la necesidad –imperiosa- de romper con los tabúes y el silencio, la defensa de otras formas de placer más allá de las marcadas por la ‘heteronormalidad’, la potencia de las luchas transversales con otros colectivos. En definitiva, el derecho que todos tenemos a realizarnos como personas y decir “nosotros estamos aquí y sí, follamos”.
¿Por qué la necesidad de realizar un proyecto como Yes, We Fuck!?
Creemos que la mirada de la sociedad hacia las personas con diversidad funcional no ha cambiado significativamente. No hay escuelas inclusivas, no hay espacios comunes. En definitiva, creemos que las personas con diversidad funcional no están presentes en la vida cotidiana, y mucho menos en el imaginario de un espacio como es el sexual. Esta mirada anquilosada incluye a las propias personas con diversidad funcional a la hora de pensarse a sí mismas y de proyectarse en los diferentes ámbitos sociales.
¿Qué se va a encontrar el espectador que vea vuestro documental?
Diferentes vivencias en torno a la sexualidad, en las que las personas con diversidad funcional tienen un papel principal y protagonista. Son historias en las que también se refleja la sexualidad de las personas sin diversidad funcional.
La sociedad, desde siempre, ha desexualizado e infantilizado a las personas con diversidad funcional o intelectual. ¿Hasta qué punto esa sociedad puede llegar a ser tan ‘castrante’ como la causa de la discapacidad?
Somos todos nosotros quienes tenemos que crear espacios comunes de libertad de pensamiento y libertad de acción, y para ello todos tenemos que estar presentes en la elaboración de las normas de convivencia y de vivencia. No creemos que la siscapacidad sea una limitación, creemos en espacios -no sólo físicos- que sean inclusivos, donde la diversidad sea una valor añadido. Las diferencias no pueden justificar las desigualdades.
[pullquote class=»left»]“No creemos que la discapacidad sea una limitación, creemos en espacios –no sólo físicos- que sean inclusivos, donde la diversidad sea una valor añadido. Las diferencias no pueden justificar las desigualdades”.[/pullquote]
¿Tuvisteis claro desde un principio la necesidad de mostrar sexo explícito? ¿Cómo se planteó y resolvió ese debate?
Desde un principio sabíamos que teníamos que ser atrevidos para que nuestro mensaje llegara de una manera o de otra. El sexo explícito era una manera, pero la primera motivación era mostrar esos cuerpos ocultados en el ámbito de la sexualidad. Queríamos dar presencia a esas diversidades que hasta ahora no han sido aceptadas en muchos ámbitos de la vida.
En este sentido, ¿cómo ha sido el proceso de selección de las personas que aparecen en el documental? ¿Y cómo habéis encontrado a personas con diversidad funcional dispuestas a ser filmadas practicando sexo?
Desde un principio planteábamos Yes, We Fuck! como un proyecto-documental político, y esto ha hecho que la gente diera un paso al frente y mostrara un espacio que normalmente no lo expondría públicamente. Quienes han participado lo han hecho desde la idea de que lo personal es político.
“La lucha es transversal, y que va más allá de un colectivo o de otro. La opresión sistémica que intenta justificar y hacer parecer natural la desigualdad social a base de patologizar las diferencias es común a personas con diversidad funcional, mujeres, etnias minoritarias, personas LGTBI, mayores, gordos…”.
En el documental aparece una gama muy diversa de relaciones, filias y gustos sexuales, algunas de ellas alejadas de lo que podríamos denominar ‘heteronormalidad’. ¿Buscasteis esa diversidad conscientemente o simplemente la encontrasteis cuando comenzasteis a filmar?
La idea era buscar diferentes historias, pero no sabíamos qué nos íbamos a encontrar. A raíz de comenzar el proyecto se fueron produciendo sinergias entre diferentes colectivos y personas que se han movido en el ámbito de las luchas de género, corporalidad, etc. que han marcado en cierta manera el camino del documental.
¿Qué ha sido lo más difícil de la filmación?
La verdad es que la filmación ha sido realmente fácil. El aspecto más complicado ha sido crear una uniformidad dentro de la diversidad de las historias de sus personajes y vivencias.
Lo estáis financiando por medio de micromecenazgo a través de internet. ¿Elección o necesidad?
No creo que el micromecenazgo sea una fuente de financiación seria. Se puede considerar más como una obra de caridad, en el aspecto más peyorativo de la palabra, que como una fuente de financiación. Pero a día de hoy es la vía para hacer cultura fuera de la comodidad burguesa, en un país o un mundo acultural. Nos ha servido como plataforma de difusión, para cubrir gastos y recompensar mínimamente a algunas personas involucradas en el proyecto.
Vuestro proyecto reivindica la figura del asistente sexual. ¿Podrías describir a esta figura? ¿Qué es y qué no es un asistente sexual?
Muestra al asistente sexual como una nueva figura activa en la sexualidad de las personas con diversidad funcional, que sirve de apoyo para hacer posible tener relaciones sexuales por uno mismo o con otras personas. Es una figura que aún está en proceso de definición, pero es importante que se empiece a hablar de ello y a plantearlo seriamente de forma legal.
La prostitución es un tema sobre el que sigue sin haber acuerdo y sobre el que encontramos posturas divergentes dentro del activismo. ¿Qué puede aportar la figura del asistente sexual de personas con diversidad funcional a este debate?
En el documental diferenciamos la prostitución (tener sexo con la persona prostituta) de la asistencia sexual (tener sexo con uno mismo o con otra persona que no es el asistente sexual). Pensamos que son dos figuras diferentes dentro del trabajo sexual y que dan lugar a prácticas complementarias. Cada una puede tener un espacio importante en nuestra vida sexual.
‘Yes, We Fuck!’ no sólo se limita a mostrar una realidad concreta, la del sexo entre personas con diversidad funcional, sino que es también una reivindicación del cuerpo alejado de los cánones establecidos de belleza, una reivindicación del orgullo identitario de ser diferentes. ¿De qué manera se expresa este orgullo en vuestro documental?
Hay quien no siente orgullo de su condición. Quienes sí lo sienten no lo hacen pensándose mejores que alguien, sino desde la conciencia de ser reales y la expresión intensa de la diversidad humana pese a una opresión que les niega la legitimidad de su identidad. En este caso, lo que hacemos es visualizar una realidad que se intenta ocultar, y nosotros ponemos sobre la mesa una diversidad incómoda para algunos.
En este sentido, habéis establecido redes de colaboración con otros movimientos de liberación: post-feminismos, post-porno, movimiento LGBT, queer. ¿Casualidad o demostración de que hablamos de una misma lucha? ¿Qué habéis aprendido de estos movimientos?
Es una muestra de que la lucha es transversal y que va más allá de un colectivo o de otro. La opresión sistemática y sistémica que intenta justificar y hacer parecer natural la desigualdad social a base de patologizar las diferencias es común a personas con diversidad funcional, mujeres, etnias minoritarias, personas LGTBI, mayores, gordos… La lucha histórica de estos movimientos ha influido políticamente en el desarrollo del documental y nos ha enriquecido la mirada en torno a la sexualidad. En lo personal, hemos aprendido mucho. Ha sido una gran experiencia.
¿Qué puede enseñar la sexualidad de las personas con diversidad funcional a la sexualidad humana en general, especialmente a una sociedad como la nuestra, falocrática, comercialmente hipersexualizada, obsesionada con la genitalidad?
Otras maneras, formas, tiempos, sensaciones, prácticas… Todo esto lo pueden mostrar las personas con diversidad funcional, pero no solo ellas, sino todos nosotros según cómo enfoquemos o nos aproximemos a los demás.
¿Cómo está siendo la recepción del proyecto entre las personas con diversidad funcional, asociaciones, grupos, etc.? Supongo que asumís que no todas las personas con diversidad funcional van a sentirse identificadas con todos los aspectos de vuestro activismo, que tal vez os encontréis con personas con discapacidad que os digan: “genial lo de follar, pero a mí me va más la postura del misionero”.
De momento la acogida es extraordinaria. Hay necesidad de hablar sobre la sexualidad humana. Son muchos años de represión que necesitan salir y expresarse, y este documental puede ser una oportunidad para romper barreras, o al menos crear espacios de diálogo. Que cada cual se exprese en los términos que crea oportunos, pero que se exprese, que haya debate público sobre una cuestión que hasta ahora ha permanecido fuertemente invisibilizada.
¿Se resolvió el problema con Facebook? Intenté localizaros y en vez de Yes, We Fuck!, me llevó a ‘Yes, We Funk’.
La censura en plataformas como facebook, youtube o gmail es diaria. Facebook nos cerró varias veces la página por algunas imágenes que publicabamos. Youtube no nos deja publicar el trailer. Gmail no acepta el nombre yeswefuck. Queremos llegar al mayor número de personas y nos vamos adaptando a sus restricciones, pero no dejaremos de denunciarlo.
¿Cuándo se estrenará? ¿En qué fase se encuentra el proyecto?
En abril presentaremos el documental en Madrid y en Barcelona a finales de junio o principios de julio. Nos encontramos ultimando detalles para dar la uniformidad que queremos proyectar con el documental.