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Conversaciones ortográficas: Si vas a aconsejar, no digas ‘yo de ti’

—¡Qué pronto me llamas hoy! ¿Ha pasado algo?

—Pues sí, que he discutido con Luis y tengo un cabreo que, si no se lo cuento a alguien, reviento.

—¿Y qué ha pasado ahora? ¿Por qué ha sido esta vez?

—¿Pues no va y me dice que a la paella no se le echa chorizo?

—Mujer, yo de ti le haría caso. Es valenciano y maestro arrocero.

—Valenciano valenciano no es, que su madre era de Gijón. Y dime tú, entonces, dónde queda la posibilidad de avanzar y crear nuevas recetas si frenamos la creatividad de las personas.

—No es por meter leña al fuego, pero es que hay cosas que no pueden ser porque no pueden ser y, además, son imposibles.

—¿Ah, sí? Como qué, dime.

—Como los torreznos light.

—No imaginas cómo os odio, talibanes de los fogones…

Con esta conversación entre dos amigas y residentes en el mundo podemos aprender dos cosas. Una, que en la paella y los torreznos NO SE INNOVA. Reseteos culinarios, no, gracias. Y otra, que la expresión *Yo de ti no es muy apropiada para tratar de dar un consejo, por muy buena intención y voluntad que le pongas. Según la Nueva gramática de la lengua española, la expresión lexicalizada recomendada es «yo que + pronombre o grupo pronominal», o lo que en cristiano viene a traducirse como yo que tú

Las usamos en español con valor condicional cuando tratamos de aconsejar (si yo fuera tú) y aunque se registra en el habla de algunas zonas de España, en Centroamérica y en el Caribe, si quieres ganar en autoridad (lingüística, al menos), es mejor que hagas caso a lo que nos recomienda la RAE y dejes la innovación para más adelante.

Oye, y si no te gusta lo de yo que tú, siempre puedes sustituirlo por otras expresiones como yo en tu lugar, con la que quedarás mucho mejor y demostrarás que eres una persona de fiar, sensata y que no comete crímenes gastronómicos que atentan contra el buen yantar.

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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