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Zediva, una startup de streaming de cine

-¿Qué tal si quedamos con Zediva para ver una peli?. -¿Con quién c*** dices?.

Si creían que los habían visto todo en esto del streaming y de las startups, les alegrará saber que el mundo sigue deparando a diario sorpresas que son capaces de dejar con cara de bobo al más pintado. ¿Imaginan que alguien alquile una película a 6.000 km. de distancia, la ponga en un DVD, la veamos en nuestro hogar y nos cobre por ello? Pues esto existe. Palabrita del niño Jesús.

Vuelve el videoclub tradicional, ese santuario en el que hemos pasado tardes eligiendo películas de Van Damme, videojuegos de Super Mario o películas porno cuyos nombres y temática intentaban imitar a grandes éxitos del cine comercial. Zediva ofrece el alquiler de películas y reproductores de DVD de manera física con la particularidad de que la reproducción del disco se produce en algún remoto lugar del mundo mientras que el usuario recibe el streaming cómodamente en casa. El usuario controla el DVD remotamente desde su hogar, o eso aseguran desde la startup.

El sistema no permite, como parece lógico, la reproducción de una amplia gama de títulos por lo que Zediva se centra en los estrenos más eminentes de cada semana. El precio del servicio es de 1.99$ por película y 10$ por el abono a diez títulos. Cada película se podrá reproducir las veces deseadas durante catorce días y puede ocurrir lo que ocurría en los clásicos videoclubs de barrio:  que la película no esté disponible porque todas las copias estén alquiladas. ¿No empieza ya a oler a Peta-Zetas y Patapalos de limón?

Venky Srinivasan, fundador de Zediva, está seguro de la legalidad del servicio que propone. Se admiten apuestas de lo que tardarán en lloverle las demandas.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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