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«El 3D da para mucho más que para crear orcos, coches o edificios»

De tantas visualizaciones arquitectónicas realizadas durante su etapa como diseñador gráfico en ese sector, Zigor Samaniego acabó cogiendo tirria a todo lo que llevase el sufijo 3D. Le costó algo de tiempo desprenderse de ella, asegura, pero una vez que consiguió superar la aversión a la técnica, se valió de la destreza que había desarrollado en este campo. Desde entonces se autoproclama ilustrador 3D.

«Me di cuenta de que no todo lo que se puede hacer en 3D son orcos, coches o edificios». Ahora asegura sentirse cómodo trabajando con esta técnica porque le permite tener un control total de los proyectos. Pero también por otros motivos: «El 3D engloba otras tres disciplinas como son el modelado, la fotografía y la ilustración».

De todos los trabajos realizados hasta la fecha, Samaniego guarda el primero que le fue remunerado en un lugar especial de su memoria. «Fue un catálogo de depilación genital, vamos, que tenía que poner pelo en unas vaginas y luego cortarlo al gusto. Ahora siempre que puedo pongo pelo a mis personajes. Creo que les da personalidad y además me lo paso genial al generarlos y peinarlos para que queden guapos. Es de conocimiento público que donde hay pelo hay alegría».

Perfeccionista y detallista, conseguir buenos acabados a la hora de simular los materiales de los objetos y personajes que dibuja es una de las cosas a las que más tiempo dedica y que más le gusta: «Me fijo mucho en los objetos del mundo real, los reflejos, los arañazos… Creo que el secreto está en que todo en la vida, incluso lo más nuevo, tiene alguna imperfección».

Juan Siquier es el primero al que cita en su lista de referentes y lo es precisamente por cómo trabaja las texturas. «Pero también sigo muy de cerca el trabajo de Serial Cut, Boldtron, Tavo, The Mill…».

Samaniego considera natural que un ilustrador tenga un estilo y lo recalque en cada uno de sus proyectos, aunque eso le acarree de vez en cuando problemas con determinados clientes: «A mí me ha ocurrido en alguna ocasión. Me producen pesadillas frases como: “Nos encanta el personaje, pero ¿le puedes poner unos ojos gigantes tipo Pixar?”».

Porque sus personajes tienen sello propio: el de la factoría Samaniego. «Lo que les identifica es su deficiente morfología. Intento que sean muy adorables, pero en el mundo real no aguantarían vivos ni 10 minutos con esas patitas y bracitos tan cortos».

Concibe el diseño como una forma de vida más que como un trabajo. Aunque reconoce que tener una profesión que te gusta tanto como para convertirse también en tu principal afición puede llegar a tener efectos contraproducentes. Sobre todo si lo realizas desde casa: «Muchas veces me tengo que obligar a despegarme del ordenador».

Durante el mes de enero, los personajes de Samaniego compartirán espacio con otros muchos trabajos de su portfolio en las pantallas gigantes de Callao City Lights. «Vivo en Vitoria-Gasteiz pero cuando supe que mi trabajo se iba a exponer allí, fui a ver esos pantalones que son como los de Time Square pero más castizos». Samaniego asegura que volverá por allí para ver sus creaciones y duda que la batería y la memoria de su móvil aguanten tantos selfis como los que tiene previsto hacerse.

Por Gema Lozano

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutenses de Madrid. Parece que fue ayer, pero lleva ya más de veinte años escribiendo -aunque no seguidos, :)- en distintos medios. Empezó en las revistas de Grupo Control (Control, Estrategias e Interactiva), especializadas en marketing y publicidad. Más tarde pasó a formar parte de la redacción de Brandlife, publicación gratuita de Pub Editorial.  Y en los últimos años sigue buscado temas y tecleando en Yorokobu, así como en el resto de publicaciones de la editorial Brands & Roses.

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