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A.C. PERCEBE: ¿Quién guardará tu preciada colección de tebeos cuando hayas muerto?

Hay mucho y mucha amante del cómic por ahí fuera. Son personas anónimas, en su mayoría, que se dejaron encandilar por el humor y las historietas de los tebeos siendo niños y ahora, ya mayores y con capacidad económica, dedican buena parte de su ocio y de su dinero para coleccionarlos en sus casas.

Pero a todos les llega un momento en el que se preguntan qué ocurrirá con sus colecciones, ese tesoro que normalmente solo ellos valoran, cuando ya no estén. Y la respuesta les duele: buena parte acabará en el contenedor de reciclaje de papel.

Esa pregunta se la hizo Juanjo Jiménez, más conocido como Juanjo el Rápido, mientras ponía orden a su colección de tebeos durante el confinamiento en la pandemia. Y esa mente inquieta que no deja de idear en torno al cómic, su gran pasión, empezó a jugar con la idea de crear un espacio, una tebeoteca, en la que guardar y preservar no solo su colección, sino la de otras personas amantes de los tebeos como él. «Ya que ni el Ministerio de Cultura ni la Consejería de Cultura lo han hecho, pues vamos a hacerlo nosotros», se dijo, pensando también en implicar a sus amigos y conocidos en el proyecto.

Esa, la de preservar, sería la primera intención de lo que él ideaba en un principio como una fundación. «Porque hay cosas que sí, que son muy fáciles de encontrar, como es comprar la colección de la revista 1984, que salió en el año 79, pero si te quieres hacer con una colección del tebeo de Pulgarcito, eso es prácticamente imposible», explica el Rápido.

Miguel Ángel Bartolomé y Juanjo el Rápido, dos de los socios fundadores de AC PERCEBE

«A lo mejor, juntando varias colecciones de distintos coleccionistas, podría ser. Pero ni siquiera la Biblioteca Nacional tiene toda la colección de TBO o de Pulgarcito. Son miles de números, algunos de ellos empezaron antes de la Guerra Civil. Por ejemplo, TBO empieza en 1917». La guerra destruyó muchos, pero el papel en el que estaban impresos tampoco ayudaba a su preservación. «Era un material poco duradero porque no estaban pensados para ser conservados, sino para ser disfrutados en ese momento, pues lo normal es que aquellas cosas se leyeran, se pasaran, se cambiaran y se olvidaran».

Pero el confinamiento se alargaba y la cabeza de Juanjo Jiménez no dejaba de bullir. «Podíamos hacer también un espacio para exponer originales del cómic, y yo podía convencer a mucha gente del cómic que conozco para hacer exposiciones. Y pensé: todas las veces que yo he involucrado a la gente en proyectos ha sido para que me hicieran cosas gratis, sin nada a cambio. Y estaría bien que, por una vez, los y las dibujantes, los y las autores de cómic sacaran algún provecho de su relación conmigo. Así que dije: que expongan su obra, que la vendan y que se lleven su dinerito». Y ya tenía otra pata para su banco: exponer.

«Y ya que teníamos un espacio —ideaba para su particular cuento de la lechera—, vamos a hacer que tengamos un lugar donde hablar, presentar, dar charlas, conferencias, mesas redondas… para hablar de cómics, para difundir». Y ahí salió el tercer punto: reconocer.

Comentó la idea con sus amigos más próximos y la cosa se quedó ahí, porque faltaba lo fundamental: el capital. Pero dos años después de la pandemia, murió su madre, que le dejó un dinero en herencia. Y con ese dinero pudo comprar un local vacío que descubrió a pocos metros de su casa un día que volvía del cine junto a su mujer, cuyo dueño accedió a vendérselo por un precio muy por debajo del mercado. Ahora ya no había excusa para poner en marcha el proyecto. Había nacido la Asociación Cultural PERCEBE, cuyas siglas respondían a los objetivos de lo que antes iba a ser una fundación: protección, exhibición y reconocimiento del cómic español en el barrio de Embajadores. Su inauguración tendrá lugar mañana 6 de febrero a las 19.30 en su sede de la calle Cáceres, 28 de Madrid.

Poner límites al mar

A pesar de ser un local amplio (160 m2), el espacio, sin embargo, es limitado, así que había que poner una frontera para lo que allí se iba a guardar. Y entre los seis socios fundadores, entre los que se encuentran sus amigos Miguel Ángel Bartolomé (publicitario) y Marian San José (ingeniera), junto con un abogado, un profesor (el propio Juanjo el Rápido), un periodista jubilado y un agente de seguros, —ninguno relacionado con el mundo del cómic, pero sí todos amantes de los tebeos como el propio Juanjo Jiménez—, decidieron que guardarían únicamente revistas de cómic, es decir, publicaciones periódicas que contienen historietas o bien autoconclusivas, o bien de ‘continuará’, y que suelen tener sus propios personajes y contar con distintos autores (TBO, Pulgarcito, El Jueves… podrían ser tres ejemplos).

«La idea es tener solo revistas de cómic, primero porque es lo que más fácilmente se pierde, y segundo, porque en algún lugar teníamos que poner la frontera. Lo acotamos en cómic español y en revistas de cómic», aclara Jiménez.

Seis amigos y otros cómplices

PERCEBE nace con un fondo de 12.000 ejemplares donados por el propio Juanjo el Rápido, pero esperan que pronto, cuando este proyecto pionero se dé a conocer, lleguen nuevas donaciones. Eso, lo de optar por ellas en lugar de comprar colecciones, fue un consejo que les dio Álvaro Pons, profesor de la Universidad de Valencia y un veterano divulgador sobre el mundo del cómic, quien está poniendo en marcha un espacio similar en Valencia. De esta manera, les recomendó, la gente se sentiría más involucrada con el proyecto y lo sentiría como propio.

«La idea es que esas colecciones se queden en depósito para consulta de expertos, de gente que está haciendo una tesis, alguien que está escribiendo un libro o alguien al que le falta un número y quiere fotografiarlo», añade Juanjo Jiménez. El único requisito para acceder a los fondos, que no estarán abiertos al público en general, será estar asociado a PERCEBE.

«Los fondos no pueden tener acceso libre porque el riesgo de que se deterioren sería justo lo contrario de lo que queremos hacer, que es preservarlo —aclara Miguel Ángel Bartolomé—. Que no quita para que si conseguimos diez copias de un ejemplar y no tiene un valor especial y está deteriorado, pues quizá sí lo podamos tener más accesible. En lugar de tener la Interviú o la Pronto en la sala de espera, pues cómics que nos puedan enviar las editoriales, aunque no sean revistas de cómic, que es lo que vamos a almacenar. Eso es también una forma de que a la gente le vaya picando el gusanillo. Queremos que sea un punto de encuentro para cosas que nos interesan a todos».

Para conservar esos fondos, ha tenido en cuenta cuestiones como la humedad y la luz, de ahí que todo vaya a ser guardado en armarios opacos y cerrados, elevados del suelo que es de madera. Pero reconocen que su gran aliado es el propio clima seco madrileño. Por el momento es todo lo que está al alcance de sus posibilidades. «Nosotros no tenemos los medios que tiene el Reina Sofía, por ejemplo, pero es que nosotros no hacemos lo que queremos, hacemos lo que podemos —expone Juanjo Jiménez—. Así que lo vamos a guardar como lo tenemos en casa y lo mejor posible: en contenedores, organizado, catalogando poquito a poco. Quizá para finales de año ya tengamos 5.000 o 4.000 ejemplares ya catalogados, que ya sería bastante»

A esos seis socios fundadores se suman «tres percebes satélites», entre los que se encuentra el historietista y diseñador gráfico Lorenzo Gómez, y entidades colaboradoras como el instituto en el que Juanjo Jiménez imparte clases, el bar Docamar, que se encargará de los caterings, y La Piscina Cómic, que grabará las presentaciones que allí se hagan. También han contado para diseñar y crear el espacio de PERCEBE con el asesoramiento de Jesús Moreno, arquitecto especializado en el diseño de espacios expositivos que empezó dibujando cómics y fue el responsable del diseño de la revista Madriz en los años 80.

«Pero quienes más han colaborado han sido los autores», resalta Juanjo el Rápido, que aceptaron la petición que se les hizo desde PERCEBE para exponer y vender allí sus obras. Y empiezan fuerte, porque la primera exposición, de las cuatro que han programado para todo el 2025, girará en torno a la obra de Max (Francesc Capdevila), el veterano dibujante de Víbora y creador de personajes como Peter Pank, Gustavo y Bardín, y Premio Nacional del Cómic en 2007.

Lo que se viene

En esta primera exposición (del 6 de febrero al 12 de abril), podrán verse 92 de sus obras, que van desde las primeras que hizo con 15 o 16 años en 1974 hasta los años 90 y 2000. Suya es también la imagen del cartel de la exposición. «Esto nos ha servido como una pata más con la que no contábamos, que es intentar construir una colección propia a partir de los originales ad hoc que nos vaya diseñando cada uno de los artistas que expongan», añade Bartolomé.

A la exposición de Max seguirán las de Juan Berrio, Amelia Navarro y Miguelanxo Prado, que cerrará este primer ciclo de muestras de 2025. «Nuestra idea es no quedarnos en Madrid, sino salir fuera. Esto es cómic español, queremos que cualquier persona de toda España se sienta identificada con el proyecto», especifica Juanjo Jiménez. «Habrá gente con estilo más barroco, habrá gente más minimalista, habrá dibujantes de superhéroes en algún momento, que también hay algún español…», añade Miguel Ángel Bartolomé.

Junto a las exposiciones habrá mesas redondas. También organizarán talleres y abrirán el local para albergar presentaciones de obras relacionadas con el cómic. «Queremos hacer muchas cosas: un club de lectura, visitas guiadas…», planea Juanjo el Rápido. «Lo que queremos es que esto no se quede en la chaladura de seis amiguetes, sino que sea algo con un recorrido que, ojalá, nos trascienda a todos —especifica Bartolomé—. Y, sobre todo, que llegue más gente que ayude, que apoye y que aporte. Que traigan sus ganas, sus ideas y sus recursos para poder hacer de esto lo más grande y lo más perdurable posible, siempre dentro de ese concepto tan amplio del cómic español. Es cierto que los fondos solo van a ser revistas de cómic, pero estamos abiertos a presentaciones de novelas gráficas, mesas redondas, talleres… todo lo que nos quiera proponer alguien de este mundo y busque un sitio donde hacerlo».

Para poder lograr todo lo que planean necesitan socios, obviamente. De momento, el proyecto está financiado a modo particular por sus seis socios fundadores, con lo que calculan que podrán «aguantar dos años». Hasta ahora, no cuentan con ninguna subvención ni apoyo de ningún organismo oficial.

«Ni nos hemos molestado, porque conocemos la experiencia de gente anterior a nosotros que lo ha intentado y que no lo ha conseguido. Confiamos en que cuando llevemos un par de años trabajando aquí y empecemos a pedir subvenciones, algo nos caiga cuando vean que hemos hecho exposiciones y catálogos. Porque de cada exposición haremos un montón de cosas. Todo esto, si se puede hacer con la buena voluntad de seis personas y una inversión de 300.000 €, no quiero ni pensar lo que se podría hacer con el poderío de un Ministerio de Cultura», se lamente Juanjo Jiménez.

«Igual que se guardan esculturas, pinturas, revistas de arte…, pues esto también hay que preservarlo —insiste Juanjo el Rápido—. Esos papeles impresos han dado alegría, diversión, llantos… y han contado historias a millones de niños durante muchísimos años. Se calcula que cada ejemplar de El capitán Trueno vendía 350.000 ejemplares, y se calcula también que cada número lo leían cuatro niños. Estamos hablando de que una publicación mensual estaba en manos de 1.400.000 personas, que es una barbaridad». Por no hablar del valor que tienen los tebeos y revistas de cómic como documento que retrata la sociedad, la cultura y la forma de vida de distintas épocas de la historia de España. Y algo mucho más intangible pero más preciado: «Eso es memoria sentimental de toda una generación»

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