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Creatividad

‘A Flamenco Catharsis’: el flamenco está en todo lo moderno

Antonio Arias, líder de Lagartija Nick, decía en el documental Omega que «el flamenco es una habitación con puertas que solo se abren desde dentro». A ellos se las abrió Enrique Morente en uno de los hitos cumbre de la mixología flamenca, pero de todas formas, no hacen falta que las puertas estén abiertas para que el flamenco desborde.

La cultura flamenca dejó de ser un nicho de fragua, juergas de señoritos y dogmas inamovibles. Ahora, muchos de los estímulos culturales que recibimos se han visto regados de una u otra manera por esa racial expresión de la cultura gitana.

El publicista sevillano Lolo González ha decidido plasmar en papel una aproximación personal a la cultura flamenca y edita A Flamenco Catharsis, una revista de enfoque inclasificable y complicada definición, incluso para el propio González. «Son tantísimas las ideas que tengo en mente alrededor del flamenco o con este como excusa, que no sabía muy bien cómo llamar a todo esto», explica.

Pasó por definirlo como plataforma, como contenedor creativo flamenco y la cosa ha terminado en «un estudio de dirección creativa especializado en el mundo del flamenco –sus marcas, artistas e instituciones– que a la vez publica su propia revista. Yo tengo una visión del flamenco: cuando alguien la reclame trabajaré para otros; cuando no, la desarrollo y exploro para mí a través de mi revista y mi cuenta de Instagram». Y tan ancho.

A Flamenco Catharsis apela al diseño más vanguardista para contar historias que vienen de lejos; para enseñar la permeabilidad de la estética flamenca; para homenajear el alcance de la cultura y para reflexionar de la manera más amplia posible de los mil y un satélites que giran alrededor de esa palabra: flamenco.

Seguramente escandalizaría a los flamencólicos, esos flamencos bautizados por Enrique Morente, incapaces de salirse del círculo de tiza dibujado en el siglo XIX. A la vez, es capaz de cautivar a quienes estrenan mayoría de edad por estética, contenido, difusión y actitud.

El soporte, eso sí, es decimonónico porque hay cosas que es mejor que sean sobadas con las manos. Una revista de papel porque, según su impulsor, «el papel lo aguanta todo. Una revista, un fanzine o similar es un medio democrático o relativamente barato de producir que permite expresar ideas o visiones muy diversas entre sí en poco espacio».

Lolo González dice que la cosa va de pasarlo bien, explorar y que quede bonito. A partir de ahí, dice que trabaja sin mapa de ruta, sin línea editorial y sin plan maestro, a base de intuición. «Incluyo todo aquello que me gusta y que es difícil explicar por qué me gusta. Y ese gustarme o no muchas veces depende del momento, con la posibilidad de que alguna vez me contradiga en el tiempo».

El primer número se lanzó con una tirada de 600 ejemplares a un precio de 10 euros. Sus páginas reflejan diversidad, modernidad y la sensación de que es imposible acotar lo que ya alcanzó todo el mundo. A pesar de todo, el sevillano cree que «el flamenco era una amalgama mucho más rica y diversa en sus principios que ahora. El flamenco es una receta de mil ingredientes
».

Lolo González celebra ese alcance mundial, la incorporación masiva de público de una u otra manera y su puesta en escena bajo los focos más mediáticos. «Cuanto más se ponga de moda, mejor, pues le entrará más pasta. Pasta significa libertad para crear».

Lo que seguirá inalterable son las ganas de mucha gente de determinar lo que es flamenco y lo que no, lo que es puro y lo que está contaminado, quién es auténtico y a quiénes se les retira el carnet de flamencos. Eso sí que no ha cambiado ni en el flamenco ni en la vida. Mientras, seguirán apareciendo vendavales de libertad como A Flamenco Catharsis, un grito para recordarnos que pureza, la de una madre. Y ahí se acaba la cosa.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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