La música electrónica ha sido siempre un refugio para los diferentes. Al abrigo de sus ritmos se han desarrollado las comunidades más creativas, las escenas más alternativas. Desde su nacimiento los clubs y los festivales se han ido configurando como un ecosistema de apertura y experimentación, lugares donde se ha ido vertebrando un discurso de tolerancia que en muchas ocasiones se ha adelantado a la propia sociedad.
La electrónica jugó un papel esencial en la reinvención de Berlín, que pasó de ser una de las ciudades más deprimentes del mundo durante la Guerra Fría, a convertirse en la cuna de la modernidad europea. El nuevo modelo de ciudad, más que debatirse, se bailó.
Otro lugar que se reinventó al ritmo de la música de baile fue Ibiza, que supo evolucionar de lo hippie a lo electrónico, hibridando ambos movimientos para dar lugar a una nueva filosofía admirada e imitada en todo el mundo.
La música y la cultura de club fueron esenciales también en el movimiento LGTB: supusieron un espacio seguro en tiempos pretéritos y un lugar de encuentro en aquellos más felices. La transición de unos a otros se inició, precisamente en un club, el de Stonewall.
Estos tres eventos históricos no tienen más nexo común que el de la música, representan inicios de sociedades nuevas, evolucionadas, mejoradas. Se dieron en momentos históricos y geográficos concretos, y muchos fueron los elementos que confluyeron para propiciarlos, pero la música, está claro, fue esencial.
Absolut Manifesto se entronca en esta tradición. El festival más transgresor del panorama nacional combina arte contemporáneo, tecnología y música electrónica sin abandonar el discurso político. Su segunda edición tendrá lugar el 1 y el 2 de febrero en Madrid y se engloba bajo el eslogan We are a new world.
Estamos a las puertas de un mundo más abierto y libre, sostenible y sin barreras. Absolut Manifesto quiere impulsar esta nueva sociedad a base de buena música y creatividad. El festival ya sentó las bases el año pasado, con tres noches que giraron en torno al amor libre, la igualdad real y la responsabilidad por el futuro. En esta nueva edición todos estos conceptos se unen para dar forma a un nuevo mundo.
Este nuevo mundo cristaliza en propuestas musicales como las de las estadounidenses Honey Dijon y Octo Octa o la de la danesa Courtesy. Se intuye en las composiciones visuales de Filip Custic o en la instalación del artista Mau Morgó.
El line-up combina artistas consagrados con nuevas propuestas y da una buena idea de los ritmos que sonarán en el mundo del mañana. Un cartel internacional que contará también con propuestas locales como las de Sticky M.A., Merca Bae o Flaca.
«Tu revolución no me interesa si no se puede bailar», decía la anarquista Emma Goldman, en un eslogan que después hicieron suyo las feministas y más tarde el movimiento LGTB. El próximo febrero la frase cobrará un sentido literal y la revolución tendrá lugar en la fiesta de Absolut Manifesto. Que la llegada del nuevo mundo te pille bailando.