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Adrián Bago González: «Que una persona haya hecho algo de valor en este mundo de mierda ya es un hito increíble»

Al contemplar las viñetas de Adrián Bago González, el lector podría transportarse sin esfuerzo al cómic de los años 80. Era la época en la que dibujantes como Crumb golpeaban las conciencias de los biempensantes y el tebeo para adultos se dejaba ver sin complejos en revistas como Creepy en los quioscos de prensa españoles.

«Sí, todo ese rollo me flipa», confirma Bago González. «Me gusta mucho el dramatismo de todos esos tebeos, y la forma de aplicar luces y sombras va por ahí, aunque con mis limitaciones técnicas. Es increíble la cantidad de talento e ingenio que había en publicaciones mayoritarias antes. El mercado ha arrollado con el mainstream. No tiene sentido que John Ford fuera el Fast and the Furious de la época. Hemos perdido».

Bago González no le hace ascos al término tebeo para denominar lo que otros entendidos y fanáticos de las historias gráficas denominan cómic. «Originalmente la palabra en castellano para definir este híbrido publicado en papel sería historieta. Pero la publicación TBO tuvo tantísimo éxito (estamos hablando de una revista que en 1935 imprimía más de 200.000 ejemplares) que la metonimia se impuso y la marca de una revista le cambió el nombre al medio en una suerte de bautismo laico y de mercado», explica.

«En mi caso concreto, desde pequeño, los he llamado tebeos y me siento muy cómodo con esa fórmula. Tiene historia, tiene candidez y no hay nada mejor que un término tan naïf sea el portador de las barbaridades que se me ocurren. Pero, vamos, aunque empleo más tebeo, también hablo de cómic. Jamás novela gráfica. Eso son tebeos caros».

Y tanto es así que a su proyecto editorial independiente, fundado junto a César Sebastián, René Parra y Victor Puchalski lo ha llamado Inefable Tebeos. Allí publica sus propias historias, su «obra personal», donde tanto el guion como el dibujo son suyos. «Mi proceso es muy cercano al collage literario y a la improvisación, así que está muy unido el guion con el dibujo», explica a Yorokobu.

Sin embargo, los encargos externos, que llegan desde EEUU principalmente, son siempre guiones de otros a los que Bago González trata de adaptarse lo mejor posible. «Me interesa mucho el tebeo como artesanía y me maravilla ver a toda esa gente que trabajaba para agencia (Josep Maria Bea o Jesús Blasco), que eran auténticos todoterrenos, y luego podían tener, como en el caso de Bea, una voz autoral única y espectacular».

No son sus únicos referentes. Su obra, asegura, está «empañada» por Crumb, Nazario y Clowes. «Su impacto fue tan grande que es imposible esquivarlos». Pero también otras figuras como Burns, Marti, Tezuka, Kirby, Maruo y Ditko pueden rastrearse en su estilo.

«Orgullosamente son compañeros de trabajo y su obra es un faro tanto por su calidad como por su resistencia para seguir ahí dando el callo», afirma con respeto hacia la figura de todos ellos.

«El que una persona haya hecho algo de valor en este mundo de mierda ya es un hito increíble que debe merecer mucho más respeto del que le damos. Solo Caricatura de Clowes vale más que carreras íntegras de mucha gente».

Este granadino afincado en Alicante comenzó a dibujar desde muy joven. «A los 16 me hice amigo de Sergio Bleda y me contó muchos entresijos de la profesionalidad; y yo quería eso», rememora Adrián Bago. «Y había una historieta de Lee y Ditko sobre el proceso de creación de un cómic de Spider-Man que me hizo anhelar esa vida».

Dos años más tarde empezó a publicar regularmente en Kiss Comix, una revista mensual de historietas erótico-pornográficas editada por La Cúpula. «Emilio fue mi primer editor y le debo muchísimo», afirma el dibujante. Y comenzó lo que ahora es su actividad profesional. «De todas formas, más que un modo de vida lo interpreto como un modo de resistencia».

Adrián Bago González no se conforma con ser solo dibujante de tebeos. También compagina la faceta de ilustrador con la de músico. Y afirma que ambas actividades, el dibujo y la música, están más relacionadas entre sí de lo que podría parecer.

«Actualmente toco la batería en el grupo de surf Los Antideslizantes y sí, creo que existe cierta reciprocidad entre ambas actividades tan lucrativas (qué madre no se emociona al ver que su hijo quiere ser rojo, autor de cómics y batería)», comenta con ironía.

«Existe algo de la inminencia del directo que siempre impregna mi obra. Y también es cierto que, sobre todo antiguamente, el rock and roll y la estética cómic iban de la mano. Convivían los cómics de Jaime Hernández, la música de Bauhaus y los pósteres de Coop, por decir algunos ejemplos».

También la política está presente en su trabajo. Unas líneas más arriba él mismo acaba de definirse como «rojo», algo que no esconde ni de lo que prescinde en sus historias. «Sí, soy comunista y creo que parte de mi militancia debe ser mostrar mi ideología como opción válida y legítima, reconvertirla en normal», asegura. «Tristemente el panorama es bastante desolador respecto a autores de izquierda y que mantengan un discurso coherente compacto y atractivo; pero, claro, no todos podemos ser Aki Kaurismaki».

«Respecto a los lectores, sinceramente, si hay alguien que me deja de leer porque piensa “puto comunista de mierda, lo va a leer su puta madre”, pues sería un enorme honor para mí generar ese rechazo. El rechazo como resorte estético me fascina».

El día, para este dibujante y músico, empieza con mucho café y una visita a la web de su banco para ver si ha cobrado algún trabajo. Luego lee algo y después empieza a trabajar. «Intento mantener un orden, pero mi neurosis hace imposible un horario si me lo impongo yo mismo». Dibuja sus tebeos e ilustraciones «a pincel y plumilla», afirma y deja las herramientas digitales solo para colorear. «Encima uso una paleta reducida y colores planos, así que tampoco hay mucho misterio».

Y si le dan a escoger, se queda con el blanco y negro antes que con el color. «El color es muy bonito y espectacular siempre que se use de forma narrativa», afirma con rotundidad. Le desagrada profundamente el uso que se da actualmente al color —«Es horrible, todo grises, tierras y brillos, argh». «De todas formas creo, por mi educación en tebeo underground, que el blanco y negro es más sincero. Más humilde. Más poético. Corto Maltés es un blanco y negro tan puro que esconde un arcoíris emocional».

El trabajo para Adrián Bago González no falta. Actualmente está terminando el diseño para la cubierta del nuevo disco de Erotic Psycho, una banda de sleazy valenciana. También está acabando un tebeo para Estados Unidos al que califica como «muy divertido», aunque no tiene muy clara su trayectoria editorial.

Trabaja en un nuevo tebeo propio «basado en mi propia biografía pero ficcionalizada, a lo Celine o Henry Miller», y ya tiene en proyecto otro con José Pazos, del grupo Futuro Terror (con quienes ha colaborado en otras ocasiones y ha publicado un cómic con ellos como protagonistas), que espera que dé mucho que hablar. «Es como si Stalin fuera guionista de Friends, ahí queda eso». «Mientras montamos la revolución socialista, hay que pagar facturas. Así que invito a la gente a que se infle a comprar mis tebeos y mis pósteres».

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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