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Alerta nuclear antipajas

La experiencia dicta que no hay problema lo suficientemente gordo en el mundo como para que una persona deje de tocarse ahí abajo. O no lo había hasta el pasado 13 de enero.

Ese día, Hawai se despertó con una alerta antimisiles. A las 8:07 de la mañana, los habitantes del archipiélago pacífico recibieron un SMS con el siguiente texto: «Amenaza de misil balístico sobre Hawai. Busque refugio inmediato. Esto no es un simulacro».

Lo que cada persona hizo a partir de ese momento en el que sus vidas estaban vilo queda en la intimidad de cada cual. Lo que sí sabe la web porno Pornhub, es que una de las cosas que menos hacían los hawaianos era, precisamente, ver porno.

Según una gráfica publicada a raíz de la alerta, el tráfico en Pornhub cayó hasta un 77% a los 16 minutos de recibirse el SMS.

Por suerte para todos menos para un hipotético atacante (¡hola, Kim Jong-Un!), la alerta resultó ser falsa y toda la alarma se debió a un funcionario algo torpe. A las 8.45 se envió un nuevo mensaje, esta vez para avisar del error cometido.

Cada mochuelo volvió a su olivo, cada mano a su genital y cada persona a su dispositivo porn-friendly favorito hasta el punto de que el tráfico a las 9:01 se incrementó un 48% sobre la media. ¡Había que celebrar que se seguía vivo!

La crisis nos deja, por supuesto, algunas preguntas sin resolver. ¿Quiénes son los que forman parte del incremento de tráfico posterior a la alerta? ¿Los que se dejaron el tema a medias o aquellos que dijeron de celebrar que la vida continuaba con normalidad?

Aquellos que decidieron ignorar la alerta nuclear y seguir con el proceso autoamatorio, ¿con qué material decidieron invertir los que podían ser los últimos minutos de sus vidas?

Son preguntas que, aunque ayuden a entender la naturaleza del ser humano, probablemente no nos ofrezcan una respuesta. Keep on fapping in the free world!

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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