Si es cierto que después del cuchillazo digital las publicaciones en papel atraviesan una crisis, aquí tenemos a dos valientes: los mallorquines Brais Vilasó y Xim Ramonell, que desde el mes de octubre pasado imprimen una nueva revista de moda, Assistant. Cuando Vilasó y Ramonell, dos veinteañeros, concibieron el producto, quisieron arriesgar un poco más: «¿Por qué no lo contamos todo de un modo distinto?», se preguntaron. Y así decidieron que para explicar el mundo del estilismo partirían del reverso, del segundo escalón. En vez de fijarse en las grandes figuras de la industria, pondrían el foco en sus ayudantes, en los asistentes, al igual que la revista Intern se centra en los becarios. Sería un pequeño triunfo de los segundos de a bordo.
¿Quiénes son los que trabajan día y noche en la sombra? ¿Cómo llegaron a donde están y por qué? ¿Hacia dónde se dirigen? ¿Qué relación establecen con el jefe supremo siendo su mano derecha? «Te invitamos», dice Assistant en su presentación, «a pensar sobre la que es probablemente la relación más especial del mundo».
En este caso la poesía enaltece al discípulo, que renuncia al protagonismo a pesar de su entrega. «Se trata», dicen «de trabajar para otro y que, a través de tu trabajo, hagas posible el suyo». De acuerdo, escriben Brais y Xim, eso nadie lo duda. Es probable que después de ser asistente durante un tiempo, quieras continuar en el puesto de por vida. ¿Y por qué no? Después de todo, la vida del copiloto no es tan dura: viajes alrededor del mundo, los mejores hoteles, buen sueldo, largos veranos y hasta algún tiempo libre en plena temporada. ¿No ese el sueño de toda la humanidad?
Pero en el discurso emerge enseguida la segunda opción: ser los próximos en ocupar las primeras plazas. O sea, ayudar, sí, pero no para siempre. Assistant mira el presente del sector de la moda; también el pasado, pero sobre todo, el futuro. Apuesta por el talento de los que ayudan a las grandes mentes y a los grandes creativos porque «ellos serán las estrellas de mañana». Por eso apoyan a actores prometedores en su camino a Hollywood, a artistas plásticos emergentes, a músicos que acaban de firmar con un sello discográfico o a jóvenes fotógrafos y estilistas. A todo aquel que esté relacionado con el mundo de la moda y sea nuevo e inspirador.
Si hacía un rato, en la entrevista, Xim revindicaba: «¡Es que no tienes que ser menos por ser el segundo!», y abría suavemente las manos aunque el gesto dijera más bien: «vamos, hombre, ya está bien», Brais dice ahora:
—Todo el mundo fue asistente alguna vez. Ser asistente no es tanto ser el segundo, sino más bien, el siguiente. Mirar desde la inexperiencia, ser una máquina de absorber, y en el momento justo, dar el salto.
Xim y Brais hablan desde el hall del Museo del Diseño en Barcelona. Se preparan porque son los próximos ponentes en el Internet Age Media Weekend, un encuentro que difunde las últimas novedades y las buenas ideas. En apenas veinte minutos los dos estarán de cara a la audiencia y de espaldas a una pantalla. En su presentación, la primera diapositiva mostrará sus caras bronceadas y boquiabiertas, en una foto adolescente de hace ocho años. La voz de Brais dirá: «Todo empezó con el botellón de una noche interminable. Con una cerveza en la mano, Xim y yo prometimos crear algún día algo juntos. «Ya llegamos tarde», dijimos. «Valentino empezó con 16 años». Nosotros teníamos 17 y ahora, ocho años después, os presentamos Assistant. Nuestra revista».
En la portada de su primer número (todo en inglés) aparece de espaldas la actriz Maisie Williams, que hace el papel de Arya Stark en la serie Juego de Tronos. Dentro, hay fotos de moda, opinión y, sobre todo, muchos testimonios. Tres asistentes que trabajan en París, por ejemplo, hablan de su oficio en un sentido amplio: «enseguida se nota la diferencia entre un jefe que ha sido antes asistente o no» o «qué fácil son las sesiones con modelos masculinos. Están más relajados porque suelen tener otros trabajos aparte».
Ocupa varias páginas una conversación con Jennifer Csengody, la Head Executive Assistant de Linda Fargo, quien a su vez es una de las mandamases de las tiendas de lujo Bergdorf Goodman. Para hacerse una idea de estos almacenes, un dato: sus mejores dependientes pueden llevarse al año más de 70.000 euros en comisiones. Jackie Kennedy, Yoko Ono o Liz Taylor compraban aquí en su día (la actriz de los siete maridos encargó en una ocasión 200 pares de orejeras de visón blanco, en un arranque consumista).
Sí, Jennifer Csengody trabaja entre la élite de la moda de Nueva York. Dice que su tarea es multidimensional (es la torre de control de Linda Fargo, pero también la que programa, llama, elige, compra y escribe) y que ella está siempre «cinco pasos por delante» de su jefa.
Sin sorpresas sobre el trato con su superiora, Csengody no corre la misma suerte que la protagonista del libro El diablo se viste de Prada. Llevada también al cine, la novela recoge las experiencias de una joven periodista que asiste en una revista a una jefa de hierro. Algunas versiones aseguran que detrás de esa jefa malévola está en la vida real Anna Wintour, editora a cargo de la revista American Vogue. Una mujer con fama de ser dura y fría a quien llaman también «Anna nuclear».
La película engrandeció el mito y ser ayudante pasó a significar más que nunca el calvario de una mano dura desde arriba. Además de sobrellevar con cintura la presión y el ritmo frenético del trabajo. En uno de los testimonios de Assistant, Donatella habla en boca de su asistente: «Escucha, Bruno. Prince nos acaba de llamar. Tiene un concierto en Minneapolis y nosotros lo vamos a vestir. Alquila un jet privado y vamos. ¡Ahora!».
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