En esto nadie nos puede. Somos líderes mundiales en bares, por encima, incluso, de Estados Unidos. En porcentaje no, en números absolutos: 260.000 bares en toda España. Es decir, un bar por cada 175 habitantes, incluyendo en esta cifra a menores de edad, miembros de alcohólicos anónimos, abstemios de vocación, islamistas, budistas, evangélicos, metodistas, adventistas, bautistas, mormones y pentecostales. Bueno, pues aun así, con todos ellos frenando el progreso, el negocio sigue subiendo. En el 2015 se abrieron más bares que se cerraron y el gasto promedio subió casi un 10% pese a la crisis económica.
Los protagonistas de este éxito incuestionable son, de lejos, el café y la cerveza. Y si queremos verlo en términos prospectivos, es esta última la que aumenta su consumo diurno y nocturno año tras año. Es decir, somos un pueblo cañero.
Mantener este liderazgo conlleva, obviamente, dedicación. Afortunadamente nuestras autoridades, conscientes del nivel que hay que mantener, nos proporcionan su apoyo a base de días libres. En Europa, sólo Finlandia nos supera en este tema. Y eso porque no contamos los puentes, las fiestas patronales o los grandes eventos como la Feria de Sevilla, Los Sanfermines o las Fallas de Valencia.
Es cierto que durante el verano disfrutamos del inestimable apoyo de los hooligans que nos visitan. Y, sobre todo, de un turismo más sereno que, sin destrozar mobiliario alguno, también colabora para mantenernos en lo más alto de pódium. Pero también es verdad que tanto Francia como Estados Unidos reciben más turistas que nosotros y no por ello nos superan en número de bares.
Pero que todos estos datos no nos lleven a una percepción errónea de nosotros mismos. España está muy lejos de los primeros puestos del ranking en consumo de alcohol. De hecho, ocupamos el lugar decimoctavo en un total de 34 países. Entonces, la siguiente pregunta es: ¿a qué vamos a los bares?
Pues a ligar no. Tan sólo un 15% de los adultos en nuestro país confiesa ir por ese motivo. La inmensa mayoría, es decir, el 88%, dice hacerlo para encontrarse con los amigos, celebrar algo o desconectar, según consta en la encuesta Mahou 2016. Lo que corrobora ese dicho tan nuestro de que como fuera de casa no se está en ninguna parte.
El clima, el carácter, la forma de relacionarnos, el placer de invitar o de ser invitados, la proliferación de terrazas, las pausas en el trabajo, el desayuno, el aperitivo, la merienda, todo juega a favor de un país más propenso a abrir más startapas que start-ups. Lo cual habrá que discutir si es bueno o malo. Así que si quieres, para hablarlo, quedamos en el bar.