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Para iconos, Lola Flores y la bata de cola

El 21 de enero de 1923 nacía en Jerez de la Frontera María Dolores Lola Flores Ruiz. Leyenda de la canción española, pasaría a la posteridad como la Faraona, la Niña de Fuego o Lola de España. Hace cien años nacía un mito cuyos excesos y transgresión caracterizaron también su forma de entender la moda, y siguen vigentes e inspiradores.

El legado de la Faraona sigue muy presente: por sus interpretaciones, inolvidables, por su explosiva personalidad y sus lecciones de vida, por sus icónicas frases y por su forma de mover la bata de cola.

«A lo mejor pido que en la caja me la metan… La bata de cola»

Lola Flores, como todas las estrellas, tenía un amuleto personal, un objeto que la seguía en cada uno de sus espectáculos; y no, no era aquel famoso pendiente enorme por el que, ni corta ni perezosa, paró en seco la actuación en el Florida Park «porque mi trabajito me costó», sino una pieza que era su sello personal: la bata de cola.

Esta prenda era tan importante para Lola Flores que cuando en el programa La Clave se le preguntó por su relación con este vestido, su respuesta fue tajante: quería que la enterraran con ella puesta (aunque la frase que empleó para expresarlo tenía también otra clave de lectura, y ella lo sabía).

Lola Flores protagonizó muchos de sus momentos más icónicos enfundada en una bata de cola o un traje de flamenca, como el vestido con falda de lunares de Pena, penita, pena (Miguel Morayta, 1953), el que luce en La Faraona (René Cardona, 1955) o el icónico traje que lució en Sevillanas, el documental musical dirigido por Carlos Saura (muchas de estas prendas, así como dibujos de los vestidos que ella misma realizaba y llevaba a sus modistos, ya se pueden ver en el Centro Cultural Lola Flores, ubicado en la antigua Nave del Aceite, en el corazón de Jerez de la Frontera).

Buque insignia de la indumentaria tradicional andaluza, la bata de cola, que convirtió a Lola Flores en la Faraona, sigue siendo una prenda sugestiva y atemporal que va más allá de la moda, y que ha sabido reinventarse.

El origen: la alta sociedad y los cafés cantantes

No existe un consenso claro sobre cuál es el origen de la bata de cola, ni en qué momento exacto se empezó a usar, pero se sabe con certeza que los vestidos de «pecho palomo», con corsé y polisón —muy populares en la alta sociedad española de finales del siglo XVIII— inspiraron esta icónica prenda flamenca con mucho duende.

Y de ahí se coló, en el primer cuarto del siglo XX, en los cafés cantantes, como comenta en el tratado sobre la bata de cola Matilde Corrales González, bailaora española de flamenco conocida artísticamente como Matilde Coral. Las bailaoras fueron incorporando estas colas en sus indumentarias para dar más espectacularidad y teatralidad al baile, y allí, en esos cafés, fue donde la lucieron mujeres de mal vivir además de pioneras del cante como la Mejorana —madre de Pastora Imperio y, según la tradición, la primera artista que popularizó el baile flamenco con bata de cola—, la Malena o la Macarrona.

En este periodo, debido a la pesadez de los tejidos utilizados en su confección (organdí, nailon y otros que simulaban papel), las batas de cola tenían que almidonarse y plancharse antes de salir al escenario, y su manejo era realmente difícil. Su peso rondaba los 25 kilos, así que el impacto se concentraba en la zona de las lumbares, que llevaban toda la carga, y las bailaoras acababan con los riñones destrozados.

Una buena bata de cola requiere un mínimo de 40 horas de trabajo y para confeccionarla se necesitan de 35 a 50 metros de tejido, además de un patrón que es casi un puzle, con sus más de 300 piezas

Con el paso del tiempo, y gracias a la introducción de nuevos materiales como el popelín, el punto de seda o la organza, así como la reducción de la longitud de la cola, la bata se aligeró y actualmente pesa solo alrededor de 10 kilos, con un largo de unos 15 metros. Eso sí, sigue siendo fundamental trabajar adecuadamente los abdominales y tener una buena preparación física.

Ilustración: Adrián Pereda (@imaginacionesmias)

El estilo de la bata de cola

Existen muchos tipos de diseños de bata de cola, pero todos tienen unas características comunes: una buena bata de cola requiere un mínimo de 40 horas de trabajo y para confeccionarla se necesitan de 35 a 50 metros de tejido —y un patrón que es casi un puzle, con sus más de 300 piezas—. Debe tener una caída perfecta del volante, y el tejido y el corte deben ser adecuados para aportar el movimiento que la prenda necesita.

Los volantes y la longitud de la cola también son importantes. Presenta unos diez volantes en total, repartidos en la falda y la propia cola (algunos se pueden quitar y poner para adaptar el vestido a las circunstancias). En lo que respecta a la longitud, las medidas cambian según las capacidades de la artista (o del artista, ya que hoy en día también hay bailarines, como Manuel Liñán, que mueven con gracia la bata de cola) y la espectacularidad que esta quiere dar al movimiento. A mayor longitud, más peso y más complejidad de manejo.

La bata de cola sigue siendo una prenda que cautiva

Traspasando las fronteras de la pureza del baile flamenco, la bata de cola se transformó en una prenda emblemática con la llegada de las grandes folclóricas como Lola Flores, que la elevó a los altares de la cultura popular a través de la cadencia de sus movimientos, y ha vuelto a subir al escenario gracias a Rosalía, que la ha llevado en su gira Motomami, en la que apareció enfundada en una bata de cola negra, más holgada, moderna y vanguardista. Medía 12 metros de largo y había sido realizada por la veterana firma sevillana Lina; sin volantes en la parte delantera, pero con más de 40 en la cola.

Las batas de cola tenían que almidonarse y plancharse antes de salir al escenario, y su manejo era realmente difícil. Su peso rondaba los 25 kilos, así que el impacto se concentraba en la zona de las lumbares, y las bailaoras acababan con los riñones destrozados

También la lució en la Gala MET de 2021, con una creación de aires folclóricos adaptada a los nuevos tiempos. Un modelo a mitad de camino entre el mantón de Manila y la bata de cola firmado por el diseñador Rick Owens. Se trataba de un homenaje a la cultura española que reinterpreta una imagen emblemática de Lola Flores con bata de cola y mantón al viento. Porque, efectivamente, su inspiración no podía ser otra que una de las mayores artistas españolas.

La Faraona, diva en todo momento, lució como nadie la bata de cola, sello que la hizo conocida en toda España y que la convirtió en icono.

 

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